La historia de un salteño que se fue a Montevideo a estudiar ingeniería y tuvo que dedicarse a la música para poder pagar las cuentas. ¡Aunque usted no lo crea!
Los comienzos en la murga y el entorno cultural
Tenía 17 años cuando arranqué en La Por Loca. Nunca había estado muy cerca de la murga; vivía en el Cerro, así que siempre estuve más cerca de la Punto y Coma, pero de costado, no era que iba siempre. Era más rockero: tocaba el bajo, estudiaba guitarra.
No sé bien por qué me invitaron, era el primer año, ensayaban en Peñarol. Había grandes valores, mucha gente del barrio.
Papino me llegó a invitar a ensayar con la Punto, pero ya había empezado en La Por Loca y había asumido ese compromiso. Era una banda bastante rebelde de salteños, con una gurisada muy inquieta.

El vínculo con el canto coral
Desde tercero de escuela estuve siempre vinculado al canto coral. En la Escuela 5, por ejemplo, ya se trabajaba con distintas voces: la B para los graves, la A para los agudos. Me entusiasmaban mucho los actos escolares.
Antes el coro era una institución muy respetada. Igual, como profe en el liceo, veo que todavía hay interés y eso me alegra. Pero los tiempos han cambiado y vale la pena pensar en cómo sostener esa tradición.

De la ingeniería al arte
Siempre me gustó la matemática y como no veía una salida laboral posible en lo artístico desde Salto, me fui a Montevideo con la idea de estudiar. Ingeniería me parecía lo menos malo; las letras no me atraían tanto. Pero en paralelo, seguía vinculado al arte.
Lo primero que hice en la Facultad fue sumarme a una murga joven La Turba, una experiencia clave, donde estuve diez años. Era un grupo muy exigente y disciplinado y eso marcó mi forma de trabajar hasta hoy.
Con el tiempo me pasé a matemática en el IPA. Me integré al coro de magisterio y estudiaba también en la Escuela Municipal de Música. A la vez, me seguía formando en instrumentos.
Empecé a trabajar como profesor de música con niños de escuelas y jardines. Tocaba la guitarra, tenía amigos que me pasaban piques y, en poco tiempo, ya estaba trabajando en seis colegios.
Hice tres años de matemática —o cuatro y medio, porque no era fácil avanzar—, pero en paralelo estudiaba música de forma constante. Y en ese momento me di cuenta de que toda mi vida laboral giraba en torno a la música.
Cayó la Cabra y otras experiencias
Entre 2011 y 2017 integré Cayó la Cabra, una experiencia que fue una verdadera escuela. La exigencia y la puntualidad eran altísimas y me recordaban a mis años bailando folclore con Eduardo Piñeyro.
También pasé por la Escuela Nacional de Danza del Sodre, aunque tuve que dejar por la carga horaria.
Con el tiempo entendí que sí era posible tener una salida laboral en la música. Dejé definitivamente matemática e ingeniería y me volqué al profesorado de música.

El trabajo con coros y el TUMP
Mi trabajo con el Taller Uruguayo de Música Popular (TUMP) comenzó en el área coral, donde ya venía desarrollando talleres y colectivos. Armamos un coro que empezó con 12 personas y hoy reúne a 37 integrantes. Desde el inicio busqué darle una identidad propia, con repertorio cuidado, puesta en escena y una fuerte presencia del movimiento corporal como parte del lenguaje.

Coro y candombe: taller en Salto
Este fin de semana voy a estar en Salto compartiendo tres actividades que, para mí, forman parte de una misma propuesta: encontrarnos desde el canto, el cuerpo y el ritmo.
El viernes 8 de agosto, a las 19:00 en la Universidad de la República – Sede Salto, se va a hacer un concierto coral con participación de varios coros locales: el Coro Departamental, el Coro Byblos, Coro del Cenur, Coro Ostinato y el Coro del TUMP. Vamos a compartir parte de nuestro repertorio, con puesta en escena, movimiento y acompañamiento instrumental.
El sábado 9, de 15:00 a 18:00, voy a estar dando un taller gratuito de canto coral enfocado en el candombe. Vamos a trabajar mucho desde lo corporal: la clave, los tres tambores, el pulso. No es necesario tener experiencia en coros para participar, pero sí ganas de moverse y cantar. Lo que hagamos en ese taller lo vamos a mostrar esa misma noche.
A partir de las 20:00, en el Mercado 18 de Julio, vamos a tener una muestra abierta del taller, con participación conjunta entre el coro y quienes hayan trabajado durante la tarde. También se va a sumar otra gente, habrá intervenciones artísticas y habrá una peña, distendida, para compartir música, danza y lo que vaya surgiendo.
Todo esto fue posible gracias a la gestión de Rosario Sosa, que se encargó de coordinar los espacios, imprimir las partituras, hablar con los artistas y mover todo allá desde Salto. Yo vengo desde Montevideo, pero sin esa mano en el territorio sería imposible.
Así que la invitación está hecha. A sumarse, a participar, a compartir. Para mí, todo esto tiene sentido cuando se encuentra con otros.
