Los últimos testimonios en el fútbol salteño: Ferro Carril
Un total de 111 adhesiones respaldaron la continuidad del oficialismo en las elecciones a nivel de clubes de la Liga Salteña de Fútbol. Este proceso refleja una tendencia preocupante: cada vez menos socios, cada vez menos personas comprometidas con la causa de los clubes.
Además, otro aspecto igual de trascendental es el vacío dirigencial que afecta a la mayoría de las instituciones. En este contexto, se resalta la ausencia de recambios generacionales en los clubes, lo que tiene un efecto letal: la disminución constante de hombres y mujeres dispuestos a trabajar por el futuro de estas organizaciones.
El número de socios en algunos clubes de Salto resulta irrisorio, quedando muy lejos de los niveles de participación de años atrás, cuando el fenómeno de adhesión era significativamente mayor.
La herida que sangra
El caso de Rampla Juniors de Montevideo es un ejemplo paradigmático. Durante los años 60 y 70, este club llegó a ser reconocido como el «tercer grande» del fútbol uruguayo, detrás de Nacional y Peñarol, atrayendo multitudes a las canchas.
Sin embargo, inmerso en una aguda crisis económica, Rampla Juniors decidió pasar a ser una Sociedad Anónima Deportiva (SAD). Esta determinación fue avalada por solo 150 socios.
Lo mismo ocurrió en el caso de Cerro, donde una asamblea de socios reflejó números aún menores, evidenciando una crisis profunda que afecta tanto a las instituciones como a su capacidad de gestión.
El panorama es claro: el vaciamiento de directivos y socios conduce a que muchas instituciones opten por transformarse en SAD, donde la prioridad son los números. Este modelo empresarial tiende a ignorar los valores sentimentales que históricamente han caracterizado a los clubes deportivos.
Como bien se señala, el sentimiento no pasa por la boletería ni paga los sueldos.
La miseria de los 150 votos
La realidad actual no engaña: simplemente expone su crudeza. Un hecho inquietante emerge con claridad: a mayor tecnología, menos humanidad en las dinámicas sociales.
La crisis de dirigentes no solo es local, sino mundial. Se percibe una falta de clase, calidad, talento y visión necesarios para impulsar proyectos con perspectiva a futuro. Este déficit no es exclusivo del deporte; también se extiende a otros niveles del esquema social, incluida la política, donde las carencias son igualmente evidentes.
Desde EL PUEBLO, reproducir esta reflexión no busca otra cosa que destacar el estado de las cosas. Esta realidad, impiadosa y gobernante, no deja lugar a dudas sobre su impacto en nuestras instituciones.







