Las condenas a los delincuentes, o sea a los que han cometido delitos, suelen ser confundidas con tormentos injustificables. Tanto es así que tenemos entendido que los índices de rehabilitación, una vez que se estuvo preso, son ínfimos, casi inexistentes.
Lo saben las autoridades, lo sabe la sociedad entera, pero consciente o inconscientemente se comete el pecado de omisión, porque ¿a quién le importa?
Tarde o temprano esta actitud tendrá su costo y quien piensa que el mundo carcelario está bien, se equivoca porque la violencia allí existente sólo genera violencia y por lo tanto llegara el momento (si es que ya no llegó), que el delincuente y su entorno preferirá jugarse la vida, matar o morir, antes que volver al mundo carcelario.
En medio de esta situación, nos enteramos -porque honestamente no lo sabíamos – que los militares responsables de delitos de lesa humanidad, algunos de los cuales fueron procesados luego de muchos años del delito, están recluidos en la cárcel Domingo Arenas, una cárcel VIP, vale decir tiene televisión, cable, un régimen que les permite pasar gran parte del día al aire libre y un sistema de salud sofisticado para ellos y demás.
Allí no existe violencia entre ellos y esto responde a un concepto diferente. Vale decir que están lejos del mundo carcelario.
En alguna oportunidad coincidiendo con la voz del ex presidente Mujica, hemos dicho que no nos gusta ver morir a gente de edad avanzada en la cárcel y lo confirmamos hoy. Pero también debemos decir que no por esto aceptamos las diferencias existentes entre los presos “VIP” y los delincuentes, porque para nosotros son tan delincuentes unos como otros.
Por estos días se presenta un proyecto de ley que pide la liberación de las personas mayores de los 60 años (el BPS está pidiendo 65 para jubilarse) que estén encarceladas, sean liberadas por razones de “humanidad”.
Debemos decir al respecto, que si algo no han tenido las siete personas que permanecen en la cárcel es humanismo precisamente a la hora de violar, de torturar, de perseguir y matar a quienes se encontraban presos.
Pese a ello estamos dispuestos a escuchar motivos por los cuales se pretende su liberación, pero no las de humanidad precisamente, porque no creemos que ellos conozcan el significado de este término y con sus acciones lo han demostrado.
A.R.D.
