No es cuento. No es una fábula.
No es cosa de la invención fortuita o el experimento ocasional.
Este Salto de categoría mayores, es por sobre todo, la consecuencia de UN QUERER QUE NO SE NEGOCIA.
En cada uno de los partidos jugados, Salto ha ofrecido respuesta a partir de la mentalización. O de la conciencia misma.
¿Se podría ganar 5 de 7 partidos, sino existe un poder de determinación que simplemente no se traiciona?
Es acaso, la más saludable comprobación de Salto, cuando le resta un partido para finalizar el periplo en la Confederación del Litoral Norte. Tres puntos por encima de Paysandú. La «blanca» sanducera con dos juegos por venir y por ahora el equilibrio en goles: 13 a favor y 4 en contra.
El hecho es que Rivera está virtualmente eliminado con sus 7 puntos. ¿Qué estímulo para jugarle a Paysandú primero como local y a Salto como visitante después?
Que Salto le apuesta unas fichas a Rivera parece violentar el sentido común, aunque el fútbol a veces suele aportar alguna cuota de incertidumbre, en medio de la lógica que suele ganar terreno. O terminar aplastando.
PERO ESE SALTO QUE FUE
Cuando al inicio del segundo tiempo, Alan Aranda selló el 2 a 0 con aparición letal, fue un mojón más a la cuenta de un equipo que después, NO DEJÓ DE QUERER. Salto no se limita en la acción ante un resultado que lo va afirmando o lo pone a resguardo. Es un acto de generosidad.
Por eso Artigas nunca alcanzó la dimensión básica del que puede procurarse algún tipo de reacción, más desde la rebeldía que desde la razón.
Salto fue anticipo, prevalencia en las pelotas divididas, generacióin-explotación de espacios libres, para que la creación ofensiva se planteara.

En esa recta final, más allá del gol de Aranda, cuatro o cinco situaciones netas y una de ellas poco creíble en la porfiada decisión adversa de Braian Rodríguez.
¿Tan poco Artigas o tanto Salto?
Artigas debía proponerse a cara y ceca, la búsqueda de tres puntos. Era creer ganando o admitir el desparramo final. Desde la Dirección Técnica, se buscó variar. Localizar algún tipo de rumbo más creíble. Menos confuso y opaco. Pero la penumbra le ganó siempre. Lo condenó.
AHORA QUE ES….
Y por sobre todo, Salto va resultando una selección creíble, que sabe manejar los tiempos. Que responde al factor de unidad, para que el agrupamiento defensivo no se agriete. Pero a partir de los volantes, el equipo produce una estatura técnico-conceptual, que solo resta valorar. No se trata de caer en el exceso de triunfalismo. Hasta el propio técnico ha evitado el elogio desmedido para Salto, porque sabe que la construcción de una idea y el rescate de resultados, es una consecuencia o no de ese poder de convencimiento que en verdad existe y no se traiciona.
La clave por sobre todo es una: Salto defiende bien y resuelve en la medida de lo necesario. El vital reflejo de un equipo en franca exposición de madurez general. El equilibrio lo ampara y la convicción no se expone a la duda.
Sabe lo que quiere y el cómo. Eso resulta halagador y hasta refina el paladar. Ninguna tosca voluntad la de este Salto, sino tan solo o tanto siempre, el querer que existe. Y que no se negocia.
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-