El protagonista de la historia de vida de hoy es César Cardozo, quien a los 74 años, sigue firme en su puesto afuera del supermercado Ta-Ta Centro, donde desde hace más de dos décadas cuida motos con dedicación y humildad.
Extrabajador de la construcción, su historia está marcada por la constancia y la soledad, pero también por la gratitud. Sin familia cercana, solo un hermano en Montevideo, encontró en la calle y en el contacto diario con la gente una rutina que, a pesar del frío y la intemperie, elige no cambiar. “Estoy acostumbrado”, dice, con una mezcla de resignación y orgullo. Su presencia ya forma parte del paisaje cotidiano del centro salteño.
“Desde hace unos 23 años que trabajo cuidando motos.”
¿Cómo está la calle, dura?
“Ahora lo está, sí.”
¿Cómo es trabajar con este frío, tiene un horario?
“Tengo un horario de 8:00 a 19:00 hs.”
¿Con el frío cómo hace, cómo se aguanta?
“Qué va a hacer, hay que aguantarlo nomás. Yo trabajaba en la construcción, después de que salí de la construcción me vine a cuidar motos acá”.
¿Su familia cómo está formada?
“No tengo familia, murieron casi todos. Tengo un hermano en Montevideo y quedo yo nomás, quedamos dos.”
¿Qué hace en un día complicado?
“Busco la manera de guardar un peso para el otro día.”
¿Y los fines de semana también viene a trabajar?
“Sí, vengo, sí.”
¿Cómo es el trato de la gente hacia usted?
“Lo más bien, me tratan bien.”
¿Qué le quiere decir a la gente que viene todos los días, que lo ve trabajando?
“Estoy muy conforme con ellos porque me tratan bien, son respetuosos conmigo”.
¿Le gustaría estar trabajando en otro lugar para no sufrir tanto frío y no tener que venir los días de lluvia?
“Yo prefiero seguir acá, estoy acostumbrado”.
En un mundo que corre apurado, César permanece. Bajo el sol, la lluvia o el viento, sigue allí, saludando con una sonrisa discreta y cumpliendo su tarea con la misma dedicación de siempre. Su historia, tejida entre sacrificios y rutinas, es testimonio silencioso de quienes, sin hacer ruido, también sostienen la ciudad.
