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viernes, diciembre 26, 2025

El Norte y el desafío permanente de hacerse escuchar

Columnas De Opinión

Dr. Enzo Molina Franchini

Presidente
Junta Departamental de Salto

En Uruguay convivimos con una realidad que todos conocemos, pero que rara vez se asume con la claridad necesaria: el país no se desarrolla de la misma manera en todos sus rincones. Y quienes vivimos en el Norte lo sentimos en la piel desde hace generaciones. Aquí no hay dramatismo ni victimismo; hay simplemente la constatación de que, para lograr lo mismo, solemos tener que empujar un poco más fuerte que quienes están cerca de la capital.

El centralismo no es una idea abstracta ni un debate académico. Es algo que aparece cuando un servicio se retira, cuando una inversión tarda el doble en llegar o cuando las decisiones que afectan nuestra vida cotidiana se toman a 500 kilómetros de distancia. Y lo más llamativo es que este fenómeno no distingue banderas políticas: lo padecen blancos, colorados, frenteamplistas y cualquier ciudadano que estudia, trabaja, emprende o cría a su familia en esta región del país.

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En el Norte aprendimos que avanzar requiere constancia. Nos toca justificar lo obvio: que la equidad territorial es un derecho, no un privilegio; que tener servicios de salud de calidad, infraestructura adecuada, rutas en condiciones o acceso real a oportunidades no debería ser un reclamo, sino una base mínima para un Uruguay más parejo.

Cuando se habla de desarrollo, a veces se cae en la falsa idea de que descentralizar significa quitarle a unos para darle a otros. Es exactamente lo contrario. Un país equilibrado es un país más fuerte. Cuando Salto, Artigas, Paysandú, Tacuarembó o Rivera crecen, no pierde Montevideo: gana el Uruguay entero. La justicia territorial no fragmenta; cohesiona. No divide; multiplica.

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Ese debería ser el norte —en todos los sentidos— de cualquier gobierno, sin importar su signo: garantizar que una persona, por el simple hecho de vivir en el interior, no tenga que empezar su camino con desventaja. No se trata de discursos, se trata de decisiones: dónde se invierte, qué se prioriza, qué servicios se fortalecen y cuáles no se pueden seguir perdiendo.

Desde la Junta Departamental de Salto empujamos este debate con seriedad porque afecta directamente la vida de nuestra gente. Cada vez que un organismo decide centralizar un servicio, trasladar equipamientos o postergar obras que el interior necesita, la señal es evidente: todavía falta mucho para que el país sea realmente uno solo. Y cada vez que levantamos la voz para reclamar lo que corresponde, afirmamos algo simple: no pedimos favores; exigimos igualdad.

El Norte tiene potencial, tiene identidad y tiene una cultura de trabajo que sostiene buena parte del país. Lo que buscamos es que ese esfuerzo tenga el mismo valor y la misma atención que en el Sur. Creemos en un Uruguay donde nacer en Salto no signifique estar más lejos del futuro que aquel que nace en Montevideo.

La justicia territorial no es un eslogan; es una deuda histórica y, a la vez, una oportunidad enorme. Si logramos saldarla, ganamos todos. Porque cuando al Norte se le abren puertas, el Uruguay entero se agranda.

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