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lunes, diciembre 8, 2025

El inmortal emblema de la paz

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Diario EL PUEBLO digital

John Lennon y Uruguay:

A 45 años de su muerte, la bala que lo mató también hirió nuestros sueños

La muerte de John Lennon, aquel 8 de diciembre de 1980, golpeó de lleno a una juventud uruguaya que había encontrado en su figura un faro de paz, libertad y coherencia ética. Su música, su filosofía y su rebeldía luminosa atravesaron dictaduras, formaron músicos, moldearon identidades y acompañaron la esperanza que renacía tras el triunfo del NO en el plebiscito del 30 de noviembre. En el Uruguay de entonces —y en el de hoy— Lennon sigue siendo un recuerdo vivo y un símbolo emocional que resiste el paso del tiempo.

JOHN LENNON EL QUE VIVÍA COMO PENSABA

Aquellos jóvenes uruguayos amaban a John Lennon. No era solo “el Beatle distinto”; era el hombre que se animó a vivir como pensaba y que convirtió la paz en una militancia cotidiana. Para muchos, su voz era una respiración necesaria en tiempos donde faltaba el aire. Por eso, cuando la bala que lo mató atravesó su cuerpo, también atravesó —como un latigazo seco— los sueños de miles de jóvenes de este lado del mundo.

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En el Uruguay de 1980, ese dolor tuvo un eco particular. Lennon no era solamente un músico, era una brújula ética, un modelo de integridad en una época donde el país vivía bajo la Dictadura Cívico-Militar. En un país que ansiaba libertad, su figura operaba como un recordatorio permanente de que la coherencia, la ternura y la rebeldía podían convivir en la misma persona.

LOS AÑOS 60, CUANDO URUGUAY ENCONTRÓ SU SONIDO

La influencia de Lennon y The Beatles no se limitó al fanatismo adolescente, fue fundacional. La llamada “Invasión Británica” irrumpió en el Uruguay de los 60 y generó un terremoto cultural. Bandas como Los Shakers, Los Mockers y, más adelante, El Kinto —con Mateo y Rada— absorbieron el espíritu beat y lo mezclaron con el candombe, pariendo un sonido nuevo y nuestro: el Candombe Beat.

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No eran imitadores, eran alquimistas sonoros. Tradujeron a Lennon al Río de la Plata, y así nació una de las identidades musicales más originales del continente.

MATEO, ROOS Y LA HERENCIA VIVA

Eduardo Mateo, eterno mago de acordes imposibles, bebió de esa influencia global para crear algo íntimamente uruguayo. Su obra, como la de tantos otros, dialoga con esa sensibilidad Beatles que enseñó que la canción podía ser simple y compleja, popular y profunda.

Generaciones posteriores siguieron ese legado. Jaime Roos lo resumió sin vueltas: “La influencia Beatle no me la saco ni con un cepillo.”

La sofisticación armónica, la actitud pop, la poética cotidiana y la búsqueda de belleza en lo simple —un sello Lennoniano por excelencia— se quedaron para siempre en la música uruguaya.

1980 LA LUZ QUE TITILA Y PERDURA

El Uruguay de 1980 vivía una mezcla extraña de miedo, resistencia y esperanza. El triunfo del NO en el plebiscito del 30 de noviembre abrió una hendija luminosa en un país que hacía años caminaba en sombras.

Una semana más tarde, llegó la noticia desde Nueva York: John Lennon había sido asesinado.

El contraste fue brutal. De la euforia colectiva a una desazón silenciosa. Era como si el mundo anunciara, de manera cruel, que la libertad nunca sería un camino lineal.

Sin embargo, los jóvenes de entonces —y los que vinieron después— encontraron consuelo y fuerza en su mensaje. Lennon no murió del todo. Sus canciones, su utopía y ese pedido simple y revolucionario de “darle una oportunidad a la paz” sobrevivieron al disparo. Y quizá por eso, su ausencia se convirtió en una presencia más fuerte.

UN FARO PARA INTELECTUALES, MÚSICOS Y SOÑADORES

En plena dictadura, Lennon era también una figura política, aunque no partidaria. Su activismo por la paz, su rechazo al autoritarismo y su obstinación en vivir desde la ternura lo volvieron un referente para artistas, militantes e intelectuales uruguayos.

Era un ejemplo de que la canción podía ser un arma ética y una herramienta de liberación.

Para muchos en el Canto Popular, Lennon era parte de la familia extensa de músicos que habían reinventado la canción latinoamericana, junto a figuras como Spinetta y Caetano Veloso, Chico Buarque, Zitarrosa, La Nueva Trova Cubana, la canción chilena. Un artista que se atrevió a empujar los límites del género y a pensar el mundo desde la sensibilidad, no desde el poder.

LA BALA NO MATÓ SU LUZ

La muerte de John Lennon fue el luto por un músico, pero también por un modo de soñar. Sin embargo, en Uruguay —país de nostalgias fuertes y resistencias aún más fuertes— su figura no se apagó.

Sigue iluminando a los que creen en la paz, a los que crean desde la honestidad, a los que todavía sienten que una canción puede cambiar algo, aunque sea en el corazón de una sola persona.

Quizás por eso, más de cuarenta años después, cuando suena Imagine en cualquier rincón del país, uno siente que Lennon no se fue. Que esa luz que la bala quiso apagar, en realidad, se encendió para siempre.

HUMILDE TRIBUTO DE ENERO 1981

Y como si la historia quisiera equilibrar la balanza emocional de un año turbulento, el 30 de diciembre de 1980, en Montevideo, comenzó la Copa de Oro de Campeones Mundiales, universalmente conocida como el Mundialito. Participaron las selecciones que habían sido campeonas del mundo hasta entonces: Uruguay, Italia, Brasil, Alemania y Argentina; Países Bajos fue invitado en reemplazo de Inglaterra.

El fútbol volvió a ser lo que tantas veces fue, refugio, alegría, identidad. Las calles se llenaron de banderas; las radios transmitían con una pasión que perforaba cualquier silencio impuesto. Uruguay, el pequeño gigante, volvió a ganar en su casa, como en 1930.

Y lo hizo de la manera más simbólica posible: venciendo a Brasil 2–1 en el Estadio Centenario. El gol de Waldemar Victorino quedó grabado en la memoria colectiva como uno de esos instantes en que un pueblo entero respira al unísono.

Y fue por esos días impregnados por el deporte, por la política y por la música, que creamos un poema, un humilde tributo para John y Los Beatles.

LILY

Te nombro porque tengo ganas de martirizarme,

de arañarme el alma.

Te nombro mientras escucho “YESTERDAY”

y unos espectros beatlemaníacos danzan.

Te nombro porque el gordito burgués

del ochenta se fue el 31.

La púa navega con el submarino amarillo,

The Beatles, never more…

Una bala, diez balas, un río rojo coagulándose

una rosa hecha trizas, pétalos rodando,

John Lennon caminando rumbo a las estrellas

lejos de las luces malas de Manhattan

de los fogonazos tontos, sin sentidos.

Canta Lily: “Yesterday all my trouble…”.

Busca también un periscopio

en tus lagrimas, en el mar de tus ojos

en algún aguacero que me nombre.

Ándate alerta por tus días

que el Submarino Amarillo es universal

and The Beatles, ever for ever.

– Enero 1981 –

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