Por sus propias características el Uruguay es un país de los denominados “de tercer mundo”, relegado en cuanto ciencia, tecnología y obras de gran porte justificadas precisamente sus millones de habitantes .
El tamaño de su mercado interno fundamentalmente hace que no sea demasiado atractivo para los inversores que buscan precisamente mercados de gran porte, como pueden ser nuestros vecinos inmediatos, como Brasil y Argentina.
Aún así, Uruguay no puede darse el lujo de “dormirse” a la hora de planificar su futuro y menos aún Salto, que se ubica en un punto privilegiado geopolíticamente en el Cono Sur de América y en una hora – hoy – particularmente atractiva de expectativas de desarrollo.
Esto obliga a pensar fríamente en la responsabilidad que tenemos los salteños hoy, en especial quienes desempeñan responsabilidad es de gobierno, de comprometernos con el futuro.
Existen varios proyectos muy ambiciosos. El Canal de Navegación a través de las esclusas que se desarrollarían en el arroyo San Antonio. La instalación de un Parque Temático, que aprovecharía las enormes posibilidades que ofrece el entorno del embalse de Salto Grande. La proyección del denominado Corredor Bioceánico, que parte actualmente de Chile, llega hasta Paraná, en Entre Río y de allí sube desviando el Uruguay, para ingresar a Brasil frente a Uruguayana y llega hasta Porto Alegre; la idea que se cobija es extender un ramal desde Paraná a Concordia, pasar a Salto mediante un puente a construir a la altura de Corralito y continuar por la ruta 31 hacia Brasil.
Todos proyectos muy interesantes, el tema está en que se necesitan estudios técnicos para determinar primero viabilidades, segundo, costos, y, en algunos casos puntuales, la posterior decisión política imprescindible no solo de nuestro país para llevarlos adelante.
Es posible que de tratarse de proyectos viables e interesantes, que los vuelvan un buen negocio, seguramente la búsqueda de socios inversores no sería difícil.
La cuestión elemental es determinar su viabilidad en todos los aspectos, para saber si merecen es respaldo e involucramiento correspondiente de parte de los gobiernos local y nacional.
El desafío está lanzado, es la hora del estudio, del análisis sereno y exhaustivo, pero sin pérdida de tiempo, recordando aquello de nuestros abuelos que a “camarón que se duerme lo lleva la corriente”.