Algunos le llaman particularidades, otros, “características”. Por nuestra parte nunca entendimos porque en el departamento de Artigas parecían regir leyes diferentes al resto del país.
En alguna oportunidad lo advertimos, no tanto en Bella Unión, aunque también aquí, pero en la capital artíguense, todo parecía que estaba bien. Pero las cosas tienen límites, se exageró tanto que terminó siendo la más flagrante corrupción.
No tenemos la menor duda de que los imputados actuales no inventaron la pólvora en la materia, sino que la recibieron ya hecha. Es decir nadie que conozca la ciudad de artigas ignorará que allí el Estado es la empresa más grande y la que mejor paga.
Es así entendible que el que no trabaja en la intendencia, lo hace en el cuartel, Salud Pública o cualquier otra empresa estatal. Sería totalmente entendible si no hubiera abusos, si los sueldos fueran los mismos que en otros lados del país, los funcionarios mostraran idoneidad en lo que hacen y su número fuera acorde al de los servicios que prestan.
Si tenemos en cuenta que desde Montevideo (capital del país) y Artigas hay más de 600 quilómetros (unas 7 horas en coche), es lógico que siempre las inspecciones y los “controles” sean más esporádicos, aunque no tienen por qué ser menos exigentes.
Ahora bien, se dice que cada Intendencia es un “feudo” y por lo tanto las intendencias son manejadas como estancias, donde el patrón es el que manda y pone sus leyes y a veces ni siquiera el patrón.
En esto nadie escapa y creemos que es necesario hacer una precisión. Actualmente se puede ingresar a una Intendencia por designación directa, por concurso o sorteo, Pero son contadas las intendencias que llevan a la práctica la obligatoriedad de que los ingresos sean por concurso (y si éstos se realizan son totalmente “contaminados”) o por sorteo en caso que no se requiera preparación alguna.
Pero no sólo entendemos que es cuestión de límites, como lo expresáramos en estas columnas, hay un porcentaje de los ingresos que se justifica que se hagan en forma directa, son los denominados “cargos de confianza” (porque si yo voy a mandar necesito gente de mi confianza), pero esto debe tener límites y una idoneidad mínima.
Los demás cargos, tal como lo requería la ley presentada por el extinto Adrian Peña, lo más justo y honesto es que se hiciera por sorteo o concurso.
Pero estamos lejos de eso y para que el ciudadano uruguayo lo acepte y exija hay mucho camino a transitar, a la prueba está que ni dentro de su propia coalición tuvo la recepción necesaria.
A.R.D.