
La esencia del arte permanece, se transforma, se reinterpreta, pero nunca se extingue. En esta nueva muestra colectiva de APLAS, esa presencia se hace palpable desde el primer instante. Cada obra se convierte en un puente que enlaza diferentes épocas y sensibilidades, trazando un diálogo visual entre artistas que, a través de sus creaciones, invitan a detenernos, observar y pensar.
No se trata solo de contemplar imágenes: es un recorrido emocional por distintos momentos del acto creativo. En cada pieza se reconoce la necesidad profundamente humana de expresar, de traducir sentimientos, de narrar historias que a veces las palabras no alcanzan a decir.
Cada trabajo es una ventana abierta hacia una visión particular del mundo. Algunos revelan introspección; otros, pulsos de color que vibran con fuerza; otros, silencios que hablan desde la sutileza. La diversidad de la muestra reafirma que el arte no es una disciplina estática, sino un organismo vivo, en constante mutación, alimentado por la imaginación, el ingenio y la identidad de cada creador.
El valor de cada obra nace de múltiples factores: del tiempo y el espacio en que fue concebida, del dominio técnico que la sostiene, de la singularidad de la sensibilidad que la inspira y de la claridad —o el misterio— de la idea que encarna. En ese cruce entre contexto, técnica, emoción e intención, surge el verdadero sentido del arte.
Esta muestra es, entonces, una celebración de la creación como acto vital. Un encuentro entre generaciones, estilos y miradas, que se entrelazan para recordarnos que, mientras existan preguntas, emociones y sueños, el arte seguirá siendo una forma de estar en el mundo.
La exposición abrió este pasado viernes 24 a las 18 horas, en la sede de APLAS, ubicada en calle 19 de Abril 277. Una invitación abierta a dejarse atravesar por el aura que solo el arte puede despertar.
Dicha muestra estará a disposición del público hasta el 4 de noviembre de 15 a 17 horas.
Sala Vilma Texeira de Gorriti. APLAS.







