En ediciones pasadas de EL PUEBLO, la toma gráfica que refleja los trabajos de reparación en el sector del talud noroeste, Tribuna España.
El tejido no resistió la embestida de la hinchada y se vino al suelo. La verdad fue esa.
Los neutrales de la Liga accionaron en función de la necesidad y el enrejado ahora, produce la solución definitiva. Más que alambrada, hay rejas.
Una manera de asegurar en ese sector, la no repetición de roturas y desplomes.
EL RETRUQUE A
VOZ EN CUELLO
Tras la información desde el diario y sobre todo la publicación de la foto, no faltaron comentarios, opiniones, conceptos, en no pocos casos, a acidez batiente.
Uno de esos apuntes que supo de la misma consigna en tantos lectores: «Cheeee, está viejo el Dickinson; tirenlo abajo y hagan un estadio como la gente».
Quienes sostienen el argumento en esta dirección (que están en su derecho a partir de la libertad de pensamiento), parecen desconocer una cuestión esencial.
1) Como si fuese un operativo fácil desplomar la estructura del Dickinson, ubicado en una zona poblada. ¿Cómo sería posible, por ejemplo, «tirar abajo» esa mole llamada Tribuna España? ¿Explosionarla en medio de casas habitadas?
2) Cuando se apunta; «hagan un estadio como la gente», habría que interrogarse sin más giros de tuerca: ¿qué es un estadio cómo la gente? ¿Construirlo dónde y con qué capacidad locativa?
3) Pero además, ¿se tiene idea de lo que implica proyectar un nuevo estadio de fútbol, por ejemplo, viable para 8 o 10 mil personas? Podría situarse la cifra EN NO MENOS DE 15 MILLONES DE DÓLARES.
¿Quién los pone?:
¿La Comisión Técnica Mixta de Salto Grande?,
¿La Intendencia de Salto?,
¿Empresarios del medio?,
¿el gobierno central?
¿Un estadio de fútbol de 15 millones de dólares, para un Salto que orilla el 14 por ciento de desocupación y sacudido por el sablazo del puente habilitado para el «bagayeo?
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Todo lo descrito como cuestión básica. Casi elementales ejes reflexivos de la realidad dominante.
Por lo demás, es cierto que el Dickinson padece su propia e inevitable vejez estructural, ¿pero necesita Salto un estadio de fútbol con capacidad para 10 mil aficionados?
¿O se necesita potenciar la capacidad locativa del Dickinson, en aquellos sectores en que es posible ejecutar?
La sensación es una: partiendo desde la raíz que verter una opinión es cosa gratuita y sin costo, se cae en la pretensión utópica. De ambicionar a veces, LO QUE NO SE PUEDE.
A veces la inocencia es demasiado fuerte.
A los inocentes de la opinión, habría que enrejarles el exceso de sueños destemplados. Se les nubla el sentido común. Y lo pisotean.
¿15 millones de dólares para el nuevo estadio? ¡Qué vayan recolectando nomás!
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-
