Nacida en Salto, es maestra jubilada y reside en Montevideo. Susana Vaz Tourem ha publicado entre otros libros: “Añoranzas”, “Clarita y Julián” y “La aventura de Andrés”. Los dos relatos que siguen pertenecen al libro “Oculto amor y otros cuentos”, del año 2005.

AQUELLAS ROSAS AMARILLAS
Él la amaba, ella lo desdeñaba, él le enviaba rosas amarillas, que ella despreciaba. Un amor imposible rodeaba la vida de Santiago, hasta que un día dijo ¡Basta! y decidió buscar una compañera para formar el hogar tan deseado. Lo hizo junto a Claudia y tuvo dos hermosos hijos que representan su orgullo.
Pasa el tiempo…
Cierto día, encuentra nuevamente a Silvana, aquel amor por el que había sufrido tanto.
Ya no era la joven divertida de entonces, por el contrario, estaba muy triste. Había enviudado hacía poco tiempo y estaba luchando para educar a sus tres hijos.
Comenzaron a encontrarse e iniciaron aquella relación que había quedado trunca en la juventud.
A pesar de que se veían poco, Silvana fue dándole un nuevo sentido a su vida.
Pero el destino quiso que el negocio de Santiago empezara a tambalearse. Poco a poco fue faltándole la prosperidad que siempre había tenido. Su matrimonio se estaba desgastando. Sus hijos, que sabían de su relación con Silvana, callaban.
Pero un día ellos reaccionaron con energía y enfrentaron a su padre.
-Te pedimos que pienses lo que estás haciendo, nuestra madre no merece este engaño- le dijo Patricia a Santiago.
-Sí, ya lo he pensado, y sé que tienen razón, por eso he decidido que debemos partir, buscar nuevos horizontes. El negocio no anda bien y creo que es lo mejor que podemos hacer por nuestra familia.
-¿De veras? ¿iremos a otro país? – murmuró Francisco.
-Sí, a Francia. Mañana iniciaré los trámites, si están todos de acuerdo.
-Bueno, hablaremos con nuestra madre.
Santiago se alejó caminando muy lentamente. Sintió una enorme opresión. Sus piernas parecían no responderle, pero supo disimular. Debía abandonar y renunciar al amor de su vida. No había otra alternativa.
Partió entonces con su familia luego de vender la librería que había instalado con tanto sacrificio. Silvana decayó notoriamente, agobiada por la soledad, que se apoderó de su alma y a pesar de que tenía cierto bienestar económico había perdido la felicidad. Sus noches eran interminables, llenas de ausencias inevitables. Su vida se fue apagando poco a poco, como una flor recién arrancada
Hijos míos, balbuceó en su lecho de muerte, cuando yo falte quiero que me traigan muchas rosas amarillas.
-Sí, mamá, lo haremos. Precisamente hoy te hemos traído hermosas flores. Silvana abrió sus ojos cansados y, aunque tenía imágenes borrosas de todas las cosas, pudo observar aquellas flores, que parecían ser, a sus ojos, rosas amarillas.
-Gracias hijos, son muy, pero muy hermosas.
EL INFORTUNADO PICAFLOR
Cierta tarde, a la hora de la siesta, cuando todo era silencio, vimos llegar al jardín un bello picaflor que revoloteaba sin cesar.
Muy feliz se alimentaba con néctar de una planta: el plumerillo, arbusto de la familia de las acacias, de gran dimensión.
Con asombro comprobamos que allí también se encontraba el gato del vecino agazapado, esperando para atacar.
De pronto salta, lo atrapa y se aleja triunfante por el sendero. Los presentes nos mirábamos sin decir palabra.
Lamentamos luego no haber podido salvar al pequeño pájaro.
-Hoy gozamos de la vida, mañana quizá no, comentó uno de los familiares, sacudiendo la cabeza de un lado a otro.
Comprendimos en aquel momento la importancia de la existencia, de nuestro presente y el de plantas y animales.
Lo trágico, lo inesperado, de pronto sucede y nos golpea súbitamente con mucha fuerza.
Debemos por lo tanto, poseer un corazón fortalecido, como árbol de grandes raíces y ancha copa, para hacer frente a toda perturbación, angustia o desconsuelo.
Tratemos pues de vivir plenamente cada momento de nuestra efímera existencia.
Ha pasado una hora.
Mucha tranquilidad se percibe todavía, en el jardín, muchos pájaros vuelan, como si nada hubiera ocurrido.
