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viernes, marzo 14, 2025
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Directora de la Unidad 20 del INR logró un importante ascenso y ahora promueve que el centro penitenciario sea referencia educativa para el barrio

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En marzo de este año se realizó una convocatoria para llamados de ascenso en el ámbito civil penitenciario. La Directora de la Unidad 20 María de los Ángeles Machado fue uno de los dos funcionarios que alcanzó el nivel para el ascenso al máximo grado.

Según relató a EL PUEBLO, la convocatoria fue una oportunidad de crecimiento personal y profesional.

«En mi caso, me presenté, y se crearon dos vacantes para el grado más alto en la carrera penitenciaria, el grado 8, que hasta ese momento no existía». La importancia de este ascenso radica en que «este grado abre las puertas a una mayor participación en la administración de las cárceles del país, en un sistema dividido en tres niveles de seguridad, bajo, medio y alto. En este sentido, se amplían las posibilidades de gestionar los diferentes procesos dentro de las cárceles y del sistema penitenciario en su conjunto».

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A pesar de que la directora aún no ha sido movida a otra unidad, ya que «el director nacional es quien determina los traslados», el ascenso sigue siendo un reconocimiento. «El ascenso implica un reconocimiento, pero también nos coloca en una lista nacional, lo que genera mayores oportunidades para desempeñar funciones de mayor responsabilidad en diferentes niveles del sistema penitenciario».

Este ascenso coincide con sus 14 años del ingreso del INR al sistema penitenciario. «En mi caso, hace 12 años que ingresé al sistema, y desde entonces he sido parte activa de la dirección de la Unidad 20 en Salto. Durante todos estos años, trabajamos para afianzar los pilares de la educación y el trabajo dentro de las cárceles. Estos son dos elementos clave para la rehabilitación de los internos».

La educación y el trabajo como pilares

En cuanto a los avances alcanzados durante su gestión, la directora resalta que «la unidad ha crecido en términos educativos y laborales, especialmente en los últimos años. Uno de los hitos más importantes es la integración de la Unidad 20 al circuito universitario de cárceles del país, que incluye a la Universidad de la República. Este programa ha permitido que los internos no solo finalicen la secundaria, sino que también accedan a cursos universitarios».

Uno de los logros destacados por la directora fue la incorporación de tutorías entre pares. «Este año, la Universidad de la República fundó un programa de tutorías entre pares en la unidad penitenciaria de Salto. Esto implica que los estudiantes avanzados de la universidad colaboren con otros internos, guiándolos y ayudándolos en su proceso educativo. Es una experiencia única que hasta ahora no se había implementado en ninguna otra cárcel del país».

Otro avance importante en el ámbito educativo es la firma de convenios con la Universidad del Trabajo del Uruguay (UTU) para ofrecer tres carreras terciarias dentro de la unidad. Según explica la directora, «esto forma parte de un proceso de progresividad educativa, donde los internos tienen la posibilidad de estudiar carreras como logística, técnico prevencionista y turismo, que abren nuevas oportunidades para su futuro».

Además de la educación, otro de los pilares fundamentales de su gestión es el trabajo. María de los Ángeles Machado explica que este año se alcanzaron importantes logros en cuanto a la integración laboral de las internas. «Establecimos un convenio con una empresa naranjera local para incluir a las mujeres en el ámbito laboral. Comenzamos con tres mujeres y ahora ya son diez las que salen a trabajar todos los días, lo que es un avance muy significativo».

Mejoras para las internas y menor reincidencia

Otro de los esfuerzos realizados fue    mejorar las condiciones de las mujeres y las madres con hijos dentro del contexto penitenciario. «Frente a la problemática del hacinamiento en el sector femenino, trabajamos con la División de Arquitectura del INR para la construcción de un nuevo edificio de cárcel de mujeres, que fue inaugurado en noviembre. Esto no solo mejora las condiciones de vida, sino que también ofrece espacios adecuados para las mujeres con hijos».

En términos de reinserción social, la directora hace hincapié en que la cárcel no debe ser un lugar aislado. «El año pasado comenzamos a organizar salidas con los internos, como el trabajo de teatro con el Festival Farsa de Arte Escénico, que se realiza en Salto. La participación activa en este tipo de actividades demuestra que los internos están en proceso de reintegrarse a la sociedad, compartiendo sus logros con la comunidad».

En cuanto a la evaluación de su trabajo, María de los Ángeles Machado comenta que, aunque aún queda mucho por hacer, pero los resultados son alentadores.

«La reincidencia ha disminuido de manera sostenida, lo que demuestra que el trabajo de reinserción, aunque desafiante, está dando frutos. Sin embargo, el trabajo no termina aquí. Debemos seguir trabajando en el fortalecimiento de la comunidad y de las oportunidades que los internos puedan aprovechar una vez que salgan».

La Unidad 20 como centro de referencia educativa

Finalmente, destaca la proyección a futuro para la unidad penitenciaria de Salto. «Estamos trabajando para que la unidad se convierta en un centro de referencia de estudios para el barrio. Queremos abrir nuestras puertas y ofrecer la posibilidad de que los residentes del barrio también accedan a formación educativa, como parte de un proceso de integración y de fortalecer el vínculo entre la cárcel y la comunidad».

Este plan ya comenzó a tomar forma hace unas semanas, con la realización de un seminario abierto al público. «Este tipo de iniciativas nos permiten dar visibilidad a la unidad, que deje de ser vista como un espacio aislado y se convierta en un lugar de intercambio con la comunidad», afirma la directora.

«Durante años, las cárceles han sido vistas como espacios aislados, donde la comunidad no tiene acceso a lo que ocurre adentro. Sin embargo, nuestra propuesta es cambiar esa perspectiva. Queremos abrir nuestras puertas y ofrecer formación educativa a las personas del barrio, tanto en el ámbito secundario como terciario, así como en cursos de formación técnica, lo que brindará nuevas perspectivas para aquellos que quizás no habían tenido la oportunidad de estudiar antes», explica Machado.

El objetivo es que la unidad penitenciaria, con sus recursos y programas educativos, se convierta en un lugar accesible para aquellos que viven en las áreas circundantes y que a menudo no tienen acceso a otras opciones educativas. De esta manera, se fomenta la integración social y se combate el estigma asociado a la prisión, al mismo tiempo que se promueven oportunidades para el desarrollo personal en un entorno inclusivo.

«El sistema penitenciario no debe ser una institución ajena a la sociedad, debe estar en contacto con ella. La educación es una de las herramientas más poderosas para transformar vidas y la cárcel puede ser el primer paso para cambiar no solo a los internos, sino también a las comunidades que los rodean», afirma Machado.

Al transformar la cárcel en un referente educativo, no solo se está pensando en el futuro de los internos, sino también en el de las generaciones venideras del barrio, ofreciéndoles una oportunidad real de educación y desarrollo, lo cual puede ser una vía para la prevención de delitos.

«Es un proceso largo, pero estamos convencidos de que si logramos integrar más a la comunidad y ofrecer oportunidades educativas dentro de la unidad, estaremos dando un paso muy importante hacia la verdadera rehabilitación social», concluye la directora.

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