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viernes, noviembre 28, 2025

Día de la Mujer Rural: el rostro invisible del campo que sostiene al país

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Diario EL PUEBLO digital

En el marco del Día Internacional de las Mujeres Rurales, Uruguay se suma a la reflexión global sobre el papel crucial que desempeñan las mujeres en el desarrollo rural, la seguridad alimentaria y la sostenibilidad de las comunidades. 

Esta fecha, proclamada por la ONU en 2007, busca visibilizar a quienes históricamente han sido invisibilizadas en las estadísticas, en las políticas públicas y en la narrativa del campo.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), más de 76.000 mujeres viven en zonas rurales del país, representando cerca del 47% de la población rural. De ellas, una gran parte participa activamente en tareas agropecuarias, aunque muchas veces sin reconocimiento formal ni remuneración. Además, son responsables del cuidado familiar, la educación de los hijos, el mantenimiento del hogar y la organización comunitaria.

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“Las mujeres rurales son agentes de cambio, pero enfrentan barreras estructurales como el acceso limitado a la tierra, al crédito, a la tecnología y a la capacitación”, señala un informe reciente del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP). 

En los últimos años, se han impulsado políticas como la titularidad conjunta de tierras y programas de formación con enfoque de género, pero aún queda camino por recorrer.

Salto Grande es energía, talento y desarrollo

En departamentos como Cerro Largo, Tacuarembó y Treinta y Tres, se han desarrollado cooperativas lideradas por mujeres que producen quesos, conservas, textiles y artesanías, generando ingresos propios y fortaleciendo la economía local. Estas experiencias demuestran que, cuando se les brinda apoyo, las mujeres rurales pueden transformar sus comunidades.

Este 15 de octubre, diversas organizaciones sociales, instituciones educativas y organismos del Estado realizan actividades conmemorativas, ferias, charlas y encuentros en todo el país. El objetivo: reconocer, valorar y empoderar a las mujeres rurales, cuya labor silenciosa sostiene buena parte del Uruguay profundo.

Estas mujeres no solo participan activamente en tareas agrícolas y ganaderas, sino que también son pilares en la organización comunitaria. Su trabajo fortalece el tejido social de las comunidades rurales y contribuye directamente a la soberanía alimentaria y al desarrollo territorial.

A lo largo de los años, políticas como la titularidad conjunta de tierras han buscado acercar a las mujeres rurales a una mayor equidad y autonomía, reconociendo su derecho a la tierra y su capacidad de liderazgo en el ámbito rural. Sin embargo, persisten desafíos estructurales que limitan su plena participación, lo que hace aún más urgente la promoción de políticas inclusivas y el reconocimiento público de su labor.

En nuestro departamento, se impulsan programas de apoyo a mujeres rurales, tales como: 

-Encuentro de Mujeres Rurales de Salto – Cerros de Vera: el 25 de octubre de 2025 se celebra el 7º Encuentro de Mujeres Rurales en la localidad de Cerros de Vera. Este evento se enfoca en la salud integral y el bienestar bajo el lema “Mente y Bienestar”. Incluye charlas sobre salud mental, actividades lúdicas, música y espacios de autocuidado, promoviendo el empoderamiento y la conexión entre mujeres del medio rural.

-Programa #Accesos – MIDES Salto: el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) impulsa el programa #Accesos, que incluye pasantías laborales para mujeres en situación de vulnerabilidad. En Salto, estas pasantes colaboran con instituciones como Aldeas Infantiles SOS, fortaleciendo su integración social y laboral.

-Política de Género Agro – MGAP: aunque de alcance nacional, esta política tiene impacto directo en Salto. Fue diseñada con aportes de mujeres rurales de todos los departamentos, y busca promover la equidad en el acceso a tierra, capacitación, financiamiento y participación en decisiones agropecuarias.

-Garantías para Mujeres Rurales – ANDE: este programa facilita el acceso a créditos para mujeres rurales que no cuentan con garantías tradicionales. Está disponible para las más de 16.000 mujeres registradas como productoras familiares en el MGAP, incluyendo aquellas de Salto.

Historia del Día de la Mujer Rural

El Día Internacional de las Mujeres Rurales fue establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en diciembre de 2007 y comenzó a celebrarse oficialmente cada 15 de octubre desde 2008. 

La iniciativa surgió como reconocimiento al papel fundamental que desempeñan las mujeres rurales en la producción agrícola, la seguridad alimentaria, la sostenibilidad ambiental y el desarrollo comunitario, especialmente en contextos de pobreza y desigualdad.

En Uruguay, esta fecha ha cobrado fuerza en los últimos años gracias al impulso de organismos como el Instituto Nacional de Colonización (INC), el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), y la Comisión Interdepartamental de Género del Congreso de Intendentes. Estas instituciones han promovido políticas como la titularidad conjunta de tierras, que desde hace más de una década busca garantizar el acceso equitativo de las mujeres rurales a la propiedad y al crédito.

Además, se han desarrollado encuentros regionales, ferias, capacitaciones y programas de apoyo en todos los departamentos del país, con el objetivo de visibilizar el trabajo de las mujeres rurales y fomentar su participación activa en la toma de decisiones. 

En 2025, se reafirmó el compromiso de los gobiernos departamentales de construir territorios más equitativos, donde ser mujer y vivir en lo rural no represente una limitación, sino una oportunidad.


Eugenia Nieto, vive y trabaja en San Antonio

“La vida en el campo es mucho más tranquila, va a otro ritmo”

EL PUEBLO dialogó con Eugenia Nieto, quien hace casi 5 años se fue a vivir a San Antonio con su familia y realiza tareas de campo para ayudar a su esposo, aunque ella hoy está más dedicada a sus pequeños hijos y a sus gallinas ponedoras.

– ¿Desde cuándo en San Antonio y desde ese momento cómo comenzó a trabajar en los productos que usted elabora para vender? 

– Bueno, yo vine a vivir al campo en el 2021 porque mi marido trabaja acá, así que ya hace casi cinco años que voy a estar acá afuera. Ahora me estoy dedicando a la gallina ponedora. Tengo gallinas y tengo venta de huevos. También he llegado a hacer productos dulces como tortas de cumpleaños, pasteles y cosas así de elaboración, de pastelería, pero ahora me estoy dedicando a la gallina.

– ¿Cómo es un día en su vida de trabajo ahí? 

– Cuando me levanto, tengo dos niños chicos, así que hay que hacerlos desayunar, después vengo a las gallinas, les doy comida, me fijo cómo está el agua, después llevo a los gurises a la escuela, a veces hay que hacer alguna actividad en la escuela porque también estoy en la Comisión Fomento, y después vuelvo para casa, sigo en la gallina, junto los huevos, después los clasifico por tamaño, por peso, preparo los maples, los limpios, y después si hay que ayudar en alguna tarea del campo, también se ayuda en los corrales, con las ovejas o con las vacas, se da una mano.

– ¿Y a qué hora comienza su día de trabajo? 

– Y yo arranco a las 7 ahora, pero siempre depende de los guríses también, a veces madrugan más, y bueno, hay que levantarte con ellos. 

– ¿Qué edades tienen? 

– Alfonso tiene 4 y Lorenzo tiene 7. 

– Y ahora que amanece más temprano, ¿incide en el horario? 

– Sí, ahora que amanece más temprano, uno aprovecha que no hace tanto calor y se levanta más temprano también. Hay que hacer las tareas de la casa, hay que aprovechar.

– Con respecto a los huevos, ¿usted viene a la ciudad para venderlos? ¿Cómo hace? 

– Sí, los llevo a Salto el fin de semana, cargo mi camionetita con los maples que recolecto en la semana, y la gente me conoce, sabe que yo vendo, y me van encargando de familias, así conocidos, y también les vendo a comercio. 

– Uno imagina que la vida del campo es totalmente distinta al de la ciudad. Muchos dicen que ganan en calidad de vida. ¿Usted en qué ganó con este cambio de vida? 

– Sí, la vida en el campo es mucho más tranquila, va a otro ritmo. Se disfruta de lo más sencillo, de andar en el pasto, no anda a las corridas como en la ciudad. Tiene otro tiempo. 

– No sé en el caso de las gallinas ponedoras, no creo, pero en el caso del campo propiamente, también se vive mucho teniendo en cuenta el clima.

– Sí, claramente. El calor que hace el Salto acá no se pasa. Viste que siempre hay un vientito, es agradable, es otra vida. Lo mismo que se consume, nosotros también tenemos una quinta para el consumo propio que plantamos. Tenemos boñatos, zapallos, todo natural.

– Cuando le decía el clima, también están esas tormentas tremendas, con mucha lluvia, a veces hasta granizo, que rompen todo. 

– Sí, el tema del clima a veces juega una mala pasada. Hubo una tormenta grande que volaron chapas y cosas, pero bueno. Solemos quedarnos sin luz cuando hay tormenta también. Esas son cosas que algunos lo ven como desventaja, pero uno cuando está acá ya va aprendiendo a vivir con ello.

– Y también seguramente se vive menos pendiente del teléfono. 

– Sí, también, del teléfono y de la tecnología. Tenemos tele, que capaz que en el tiempo de antes eran recursos que no se podían tener, tele, internet. Ahora llega todo al campo, pero uno a veces, mismo con los gurises, prefiere que ellos salgan a jugar afuera y no estén frente a la computadora.

– Algún consejo para la gente de la ciudad que de repente andamos siempre corriendo de un lado para otro, tratando de resolver problemas, de las ventajas que tiene vivir ahí afuera, que de repente, además del contacto con la naturaleza, está también otro tipo de clima, menos caliente por el cemento que tenemos acá, y de repente más saludable. 

– Sí, lo que tiene vivir en el campo, yo siempre digo, es la tranquilidad que uno encuentra, disfrutar de lo simple. A veces sí, reunirse con la familia, y hacer un asado, una torta, comer algo dulce. Compartir calidad del tiempo. Mismo acá que uno siempre está trabajando en familia, en una cosa u otra, en los corrales o en la chacra, compartir tiempo, que a veces uno en el día a día no siempre está en las corridas, que esas cosas van pasando, nos vemos mañana y el tiempo pasa, y así. Acá es todo más tranquilo, uno siempre encuentra un momentito para compartir. 

– La última palabra es suya. 

– Lo que tiene también vivir en el campo es que no somos muchos, y entre vecinos siempre uno está ayudándose, y si hay algún movimiento también en la alerta. Hay una comunidad muy linda acá, la de la escuela, participo mucho en la escuela al ser la presidenta de la Comisión Fomento y siempre estamos realizando actividades para la comunidad y los gurises. 


Dialogamos con Natalia Brites, María Carmen Correa y Margarita Zuñiga

SARU Salto realiza una destacada actividad en el interior del departamento

El Servicio de Ayuda Rural del Uruguay (SARU) realiza una importante labor auxiliando en las necesidades de la gente de campo, particularmente a las mujeres. En Salto, como nos dicen, el 99% son mujeres quienes trabajan desde SARU Salto. EL PUEBLO dialogó con algunas de sus integrantes, Natalia Brites, María Carmen Correa y Margarita Zuñiga, quienes nos hicieron conocer las actividades en las que están embarcadas en este momento.

– ¿Cómo se está trabajando desde SARU acá en Salto? 

Brites- Primero que nada, SARU quiere decir Servicio de Ayuda Rural del Uruguay. Somos un grupo de mujeres que trabajamos básicamente en la Expo de Salto, donde tenemos El Rancho, que le decimos nosotros, que es una parrillada, y todo lo que se recauda allí va para el medio rural, para las personas más necesitadas. En este momento se está haciendo la atención bucal de niños de escuelas rurales. Después tenemos pedidos de donaciones de varios lugares, todos del medio rural. SARU Salto, por las dudas, es independiente de Montevideo, no tiene nada que ver, nosotros trabajamos básicamente para las personas más necesitadas del interior del departamento rural.

– ¿Son solo ustedes tres o hay más personas? 

Brites- No, somos muchas, somos un grupo grande del que el 99% somos mujeres, pero también tenemos colaboradores hombres que nos ayudan. SARU inició en el año 1966, o sea, el año que viene se cumple 60 años, toda la vida se ha ido evolucionando, pero siempre trabajando con ese fin. La obra de SARU es siempre para dar un apoyo, sobre todo a las mujeres del medio rural.

– ¿Así que trabajan también con el tema de la mujer rural y sus necesidades? 

Correa- Sí, cómo no, durante años hemos hecho cursos en pueblitos rurales con distintas personas capacitadas que hacían los cursos de costura, cocina, trabajo en la lana, hilado con las ruecas, hace años de eso. Últimamente habíamos estado en Campo de Todos, donde se instaló un contenedor para hacer también tres o cuatro talleres, se dividió ese contenedor en dos o tres partes. Así que llevamos talleres de costura, peluquería y cocina. Y ahora la obra permanente es la atención bucal en las escuelas de los niños rurales, es lo que estamos haciendo en este momento.

– ¿Cómo se encuentra en este momento la situación de la mujer en el campo? 

Zúñiga- Yo creo que tanto la mujer como el hombre, están dejando el campo, es muy difícil hoy en día encontrar una mujer que quiera quedarse porque, por ejemplo, ya los hijos tampoco les interesa quedarse. La tecnología también lleva a que no sea fácil encontrar a alguien. Y dentro de lo que queda allá, tratamos de apoyarlas, sobre todo para que permanezcan, para que queden, que se afinquen, tratando de darles herramientas y oportunidades, porque en los pueblos es muy difícil mantenerse.

– Escuchaba el jueves en la Junta Departamental que se hizo un homenaje a la mujer rural a mujeres que venían de todas partes del departamento, de que en realidad, más allá de que algunas viven a 100 kilómetros de distancia, todas se conocen. Seguramente todas conocen el trabajo que ustedes están haciendo y cómo contactarlas, pero en el caso de nuestros lectores, ¿cómo puede hacer la gente para contactarlas? 

Brites- Podemos pasarle el celular de nuestra presidenta, que no vino hoy porque no se encuentra en Salto. Me refiero a Gloria Mosna, te podemos pasar su celular (099 574 717) y se comunican con ella. Hemos recibido cartas también. En general, ya nos conocen casi todas, pero si no, que se comuniquen con el celular de Gloria, y ahí lo vemos, tratamos de atender todos los pedidos que nos hacen.

– ¿Alguna anécdota de su trabajo para compartir? 

Correa- En el pueblito de San Antonio, una madre le pidió a la señora Arburúas, que tenía un problema muy serio con su hijo, que era discapacitado. Entonces se lo trajo a Salto para la atención bucal, fue algo complicado, hubo que ver a especialistas en niños discapacitados, pero se le hizo una soberbia intervención, el chico quedó perfecto. La madre hasta el día de hoy agradece enormemente toda esa atención que ella personalmente no lo podía hacer. Así que vino muy bien todo eso, fue una oportunidad preciosa para SARU para lograr esa intervención.

Zúñiga- Yo quería agradecer también a toda la gente que nos apoya, porque nosotros necesitamos mucho de esa colaboración. Como todo en Uruguay, tenemos mucho apoyo de productores rurales, de empresas, de personas en general por nuestro trabajo, pero también gracias a ellos que podemos lograr que la obra continúe, que podamos hacer todo esto que estamos haciendo.

Correa- Incluso en la propia Expo, que es el restaurante que tenemos nos donan corderos, y van a consumir el cordero a la pizza, plato típico nuestro y que les encanta. Así que me sumo al agradecimiento a todos esos productores que donan corderos y esa cantidad de firmas que suman para el funcionamiento del restaurante colaborando en cantidad de cosas.

– ¿Pero trabajan solo en la Expo o el resto del año también hacen cosas? 

Brites- A veces hacemos alguna actividad durante el año, pero lo fuerte sigue siendo la Expo Salto. Pero además, por ejemplo, también se han hecho té rummy. Después hicimos una paella para colaborar con este chico que se operaba.


Paula Florit, Unidad de Género del MGAP

“Siguen habiendo desigualdades en el acceso a la tierra, a la asistencia técnica, a los recursos financieros, a los espacios de participación”

EL PUEBLO dialogó telefónicamente con Paula Florit, encargada de coordinar la Unidad de Género del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, quien analizó el estado de situación de la mujer rural en nuestro país, donde se siguen detectando desigualdades en aspectos centrales, aunque reconoció que las mismas se viene reduciendo. Comentó los ejes centrales de políticas dirigidas desde el Ministerio de Ganadería en materia de género, y finalmente envió un mensaje pidiendo que la mujer rural se mantenga informada y participando en las distintas instancias que se generen en el sector para poder incidir.

– En el marco de lo que fue y lo que seguirá siendo, obviamente, el Día de la Mujer Rural, ¿qué balance o estado de situación podemos hablar de la mujer rural hoy en Uruguay? 

– Por una parte, sin duda siguen habiendo desigualdades. Tenemos desigualdades en el acceso a las mujeres a la tierra, a la asistencia técnica, a los recursos financieros, a los espacios de participación. Por otro lado, y también justamente en lo que usted decía, en términos del marco del Día de las Mujeres Rurales, también en Uruguay tenemos una trayectoria interesante de participación e incidencia de las mujeres que viene creciendo. En particular, en el medio rural puede apreciarse una mayor participación de las mujeres en organizaciones y, sobre todo, un entramado de mujeres que se empiezan a contactar entre ellas, que empiezan a pensar, que empiezan a incidir en políticas públicas. Por tanto, hoy le diría, convivimos con desigualdades de género, se están reduciendo progresivamente, lentamente, pero sí, hay un entramado muy interesante de mujeres activas, de eventos, de diálogos, de ganas de que esas desigualdades se achiquen.

– Y justamente en ese sentido, ¿qué políticas se vienen desarrollando desde la Unidad que usted coordina? 

– Nosotros tenemos una política de género de todo el sector agropecuario, que es la misma política para la totalidad del sector agropecuario, se ha articulado entre todas las unidades del Ministerio de Ganadería, yo coordino la Unidad de Género del Ministerio de Ganadería, y todos los institutos agropecuarios. Entonces, el pasado 1º de octubre hicimos el lanzamiento de esta política, que además tiene larga data, hace tiempo trabajamos en conjunto, que tiene varios ejes de trabajo. Tiene un eje que tiene que ver con los sistemas agroalimentarios, y ahí vamos a trabajar con el sector asalariado, con el sector empresarial, con las productoras, hay líneas de apoyo a la producción que empiezan el año que viene, hay líneas que ya están vigentes, hay espacios de intercambio de buenas prácticas empresariales, hay formaciones agropecuarias. 

Después hay otra línea que tiene que ver con la investigación con perspectiva de género en el sector agropecuario, bastante liderada por INIA. Hay una tercera línea que tiene que ver con temas ambientales, que ahí vamos a estar trabajando en formación en temas ambientales, proyectos ambientales con perspectiva de género. Hay una cuarta línea que tiene que ver en empoderamiento, participación, y ahí claramente en octubre hay muchas actividades que tienen que ver con esto, tienen que ver con talleres, con sensibilizaciones, con discusiones sobre para dónde ir en diferentes temas. Luego hay una línea de trabajo para la interna institucional, porque también nuestras instituciones tienen que tener esta perspectiva para poder trabajar. Capaz escucharon que hace poquitos días, un par de semanas, el Instituto Nacional de Semillas se acreditó como una institución con perspectiva de género, y finalmente algo que tiene que ver con el monitoreo y la evaluación donde participan las principales gremiales del agro monitoreando la política del sector.

– Por último, ¿qué mensaje podría enviar de la Unidad de Género del Ministerio de Ganadería a la mujer rural? 

– Principalmente tenemos que tener un mensaje de participación, de incidir, de conocer lo que se está haciendo, de vincularse con las otras y de incidir. Incidir con las propuestas sobre por dónde tiene que ir el agro, sobre mostrar todo el potencial que tienen las mujeres en el agro, como productoras, como asalariadas, como empresarias. Le diría que incidir y encontrarse con las otras.


Sara Ferreira

“No dudaría en volver a elegir vivir en el campo”

Desde hace cinco años, Sara Ferreira y su familia, emigraron al medio rural, estableciéndose de manera sólida, convencida de que es un ámbito más familiar y sano en el cual vivir.

La ex colega del periodismo -aunque nunca se deja de ser periodista- persona muy relacionada al campo, ahora ha mutado su condición, transformándose en protagonista de la vida rural, optando por ello, precisamente, cuando muchos hacen lo contrario, emigrando hacia la ciudad.

Compartimos con ustedes su experiencia, en el marco del Día de la Mujer Rural.

SER MUJER EN EL MEDIO RURAL

Hoy en día, es muy diferente a lo que hubiera sido hace quizás 20 años atrás, 30 años atrás. Hoy en día, la mujer rural está más valorada, más vista ante la sociedad, y, principalmente, eso es muy diferente. Si bien como ama de casa, como madre, es igual el medio rural, se hacen otras cosas en el campo diferentes a la ciudad. En mi caso, no es nada nuevo, porque ya me crié en el medio rural, entonces, puedo decir con propiedad que sí es muy diferente a lo que es la vida urbana.

Yo creo que la gente piensa que estar alejado de la ciudad, tal vez, traiga carencias, o se tenga necesidades; hoy en día, no tiene diferencia, al contrario, es una vida mucho más tranquila, a pesar de sus similitudes y diferencias.

Si bien hoy no estoy alejada de la ciudad, porque vivo a 40 kilómetros,aproximadamente, igualmente si viviera más lejos, creo que hoy en día no hay mucha diferencia con el tema de la salud, por ejemplo. La gente tiene miedo porque tal vez no conoce. Lo primero que tiene que existir es el gusto por vivir en el medio rural y, después, conocer y adaptarse a la vida acá.

Tengo una amiga que me dice siempre, que cuando llega la tardecita, se tiene que ir a la ciudad; que si viene al campo es porque le gusta pasear un rato, pero no podría vivir en el silencio. Hay gente que no se adaptaría nunca.

Yo madrugo, cuando me toca llevar a mi hijo a la escuela, cinco y media, más o menos, porque toma el ómnibus a las seis; pero si no, no madrugo tanto, porque el otro niño va a la escuela rural y entra a las diez de la mañana. Entonces, en invierno principalmente, no madrugo (risas).

O sea que se rompe un poco esa tradición que en el campo sí o sí son las cuatro de la mañana, cinco de la mañana y uno ya tiene que estar despierto. No es así. O depende de las actividades. Por ejemplo, hoy que había actividades con el tema de los toros es un día más movidito porque había que tener los toros más temprano y venía más gente a trabajar, los veterinarios y demás. Existen casos puntuales.

EL ANTES Y EL DESPUÉS DE VIVIR EN EL CAMPO

Cuando estaba del otro lado, a veces me costaba un poco transmitir las cosas, porque como yo lo veía como algo normal, como siempre estuve vinculada al medio rural, a veces transmitir a la gente de la ciudad las cosas de acá no es tan sencillo, porque visto por una persona que no es del medio rural, es diferente.

Para mí, estar del otro lado, en realidad, nunca estuve. Es como que siempre estuve del mismo lado. Estaba allá en la ciudad, pero trabajaba con las cosas de acá, y cuando era chica, vivía acá, y ahora estoy acá, nuevamente. Como que en mi caso puntual no tengo mucha diferencia. Siempre estuve como del mismo lado, digamos.

Hoy está visto como algo lindo, creo yo, porque las mujeres -si bien hablo por mí y por las que conozco más o menos acá en la zona-, cada una tiene su actividad, algunas tienen emprendimientos, propios. Yo no tengo, pero tengo compañeras en la escuela, madres de la escuela, que tienen su propio emprendimiento, que trabajan a la par de sus esposos. Creo que hoy en día está bien visto, principalmente, como te decía, en mi sitio, te tiene que gustar vivir acá, pero creo que es algo muy lindo.

Sobre todo por la familia, porque tenés a tu familia junta, criás a tus hijos en un entorno mucho más sano, aún estando cerca de la ciudad, porque mi hijo va al liceo de San Antonio, que es un poblado bastante grande y vienen niños, adolescentes de otros barrios cercanos. Siempre es más sano el ambiente que en la ciudad.  Yo le diría a la gente que tienen que decidir sobre venir a vivir acá, que no lo dude. A mí cuando me tocó venir hace cinco años, no dedé y hoy, no lo dudaría de nuevo.

Llega la tardecita, te juntás a tomar un mate, prendés la estufa en invierno, en verano te sentás afuera, los fines de semana podés ir a pescar, etc. Creo que vives mucho más en paz que con toda la locura del centro.

A veces es lindo disfrutar de otras cosas, de otras actividades sociales y demás, pero todos los días agradezco vivir en este lugar.

REIVINDICACIONES

Creo que, principalmente, el tema de la caminería es fundamental, porque siempre van a ser muchos kilómetros de caminería rural los que la gente que vive en el interior recorrerá y transitará. Es una de las cosas que más preocupa. A veces no sé por qué los gobiernos no pueden cumplir; van pasando y van pasando y siempre estamos con el mismo tema. Eso es lo principal. También, el arreglo de algunos pasos; en mi caso, tengo un paso cerca, y si llueve seguido, ya crece y quedamos aislados varios días.

En cuanto a lo demás, por ejemplo, a lo referido a las actividades para las mujeres, últimamente se trata de dar cursos, de organizar actividades, de darles capacitación. El tema de los sueldos, creo que en algo ha mejorado, también. Las horas laborales, se respeta bastante, creo que en todos los lugares. Cuando yo era chica, por ejemplo, la mujer por ahí trabajaba, pero no era remunerado su trabajo, y si era remunerado, era muy poco. Hoy en día, se cumplen de mejor manera con esas cosas. Así que para mí, el debe de hoy, sería el tema de la caminería, principalmente.

LA NO VALORIZACIÓN DEL CAMPO

No, yo creo que no,que en general no; porque no son todas las personas que tienen el mismo concepto que nosotros. Las personas que viven acá o que tienen relación con esto, sí lo valoran, pero en la ciudad, yo que sé, en Montevideo, por ejemplo, la mayoría no conoce nada de lo que se vive acá, lo ven de otra forma. Incluso en la ciudad de Salto, porque una vez, me acuerdo, un niño fue a hacer un informe en la escuela, y preguntaban qué pensaban de vivir en el campo, y decían que, en el campo, es un lugar donde se vive en paz. Sí, se vive en paz, pero también se pasa trabajo. La gente trabaja, la gente pasa calor, pasa frío, a veces. No es todo espectacular. No es que hubiera nadie mirando al cielo.

O sea, trabajás, pero también tenés tus cosas. Es lindo, es un entorno precioso, pero, quien no conoce la realidad, no valora el trabajo que se hace acá. Porque de acá sale todo, sale la carne, salen las verduras, y el resto de la producción.


Mary Rossi – Maestra

“Es muy valioso  que  el trabajo de la mujer rural comience a ser reconocido y valorado”.

Las maestras rurales desempeñan un papel fundamental en el desarrollo social, cultural y económico del medio rural uruguayo. Su labor va mucho más allá de la enseñanza formal: son referentes comunitarias, promotoras de valores y agentes de transformación en territorios muchas veces marcados por el aislamiento y la desigualdad.

Fe de ello nos lo da para este Informe, una docente que, durante 25 años, según sus palabras, tuvo el “privilegio de trabajar en la educación rural.

La Maestra Mary Rossi, nos narra su experiencia, y la importancia de la mujer en el ámbito rural, lamentando que, aún hoy, “el trabajo de la mujer rural es invisible para muchos”.

¿Cuál es el valor de la mujer en el día a día de la vida rural?

Como maestra rural con años de experiencia en la zona, puedo decir que la mujer rural es la columna vertebral de la comunidad. Su valor es incalculable. Desde mi experiencia, he visto cómo las mujeres rurales se encargan de la familia, la huerta, los animales y también trabajan fuera del hogar. Su dedicación y esfuerzo son fundamentales para el bienestar de la comunidad.

Recuerdo mi propia infancia en la zona rural, donde mi madre se levantaba muy temprano para  ayudar a mi padre , cuidar la huerta , los animales  y preparar el desayuno para la familia. Su trabajo era incansable, y su amor y dedicación eran notables en cada detalle. Como maestra, he visto cómo las mujeres rurales son capaces de generar ingresos y oportunidades para sus familias y comunidades, a pesar de los desafíos que enfrentan.

Desde su perspectiva, ¿cual es el significado del campo para el país?

El campo es el corazón del país. Es donde se produce la comida que comemos, donde se crían los animales que nos alimentan y donde se preserva la biodiversidad. Como alguien que ha crecido en la zona rural  aprendí que el  campo es un lugar de oportunidades y desafíos.

He visto cómo la vida en el campo puede ser  muy dura, pero también es un lugar donde se forjan valores como la solidaridad, el trabajo duro y la resiliencia. El campo es un lugar que me ha enseñado a valorar la simplicidad y la belleza de la naturaleza.

El trabajo realizado por la mujer en dicho sector, ¿es realmente reconocido?

Desafortunadamente, no. El trabajo de la mujer rural es invisible para muchos. Como maestra rural, he visto cómo las mujeres trabajan incansablemente sin recibir el reconocimiento que merecen. Su trabajo es fundamental para la economía familiar y comunitaria, pero a menudo no es valorado de la misma manera que el trabajo remunerado.

Como mujer rural, he experimentado esto en carne propia. He visto cómo las mujeres de mi comunidad se esfuerzan por sacar adelante a sus familias y comunidades, a pesar de los desafíos que enfrentan. Es muy valioso  que  su trabajo comience a ser reconocido y valorado.

¿Por qué elegir la actividad rural?

Elegir la actividad rural es una decisión que se toma con el corazón. Como alguien que ha crecido y elije vivir  en la zona rural, puedo decir que el campo es un lugar que te llena el alma. La conexión con la naturaleza, la comunidad y la tierra es única.

He elegido vivir en la zona rural porque valoro la calidad de vida que ofrece. La tranquilidad, la belleza del paisaje y la comunidad son aspectos que no cambiaría por nada. Aunque implica desafíos, como el viaje diario a la escuela urbana, siento que es un sacrificio que vale la pena hacer para poder vivir en el lugar que amo.

¿Y la docencia?

Durante 25 años, tuve el privilegio de trabajar en la educación rural, recorriendo diferentes escuelas y comunidades de Salto.

Recuerdo mis inicios en escuelas muy lejanas, como la Escuela 25 de Cerro de Vera, la Escuela 67 de Pueblo Olivera y la Escuela 19 de Colonia Lavalleja. Estas experiencias me enseñaron a valorar la resiliencia y la dedicación de los estudiantes y docentes en áreas rurales. Luego, tuve la oportunidad de trabajar en escuelas más cercanas, como la  Escuela 21 de Colonia Irapebi,  la Escuela 60 de Agronomía,  la Escuela 23 de Rincón de Valentín y la Escuela 33 de Pueblo Biassini.

Pero sin duda, mi experiencia más significativa fue en la Escuela 83 de Colonia Rubio, donde trabajé durante 11 años. Ese lugar tiene un lugar especial en mi corazón, ya que fue mi escuela primaria y posteriormente tuve el honor de ser maestra de mis propios hijos. Fue un período de crecimiento personal y profesional, donde pude ver el impacto de la educación en la vida de los estudiantes y sus familias.

Actualmente, tengo la oportunidad de ser la maestra Directora de la Escuela 8 de Salto. Es un desafío emocionante liderar un equipo de docentes y trabajar juntos para brindar una educación de calidad a nuestros estudiantes.

Mi experiencia en la educación rural me ha enseñado la importancia de la adaptabilidad, la creatividad y la dedicación. Me ha mostrado que, a pesar de las dificultades, la educación puede ser una herramienta poderosa para transformar vidas y comunidades. Estoy orgullosa de ser parte de esta noble profesión y seguir trabajando para brindar oportunidades de aprendizaje y crecimiento a mis estudiantes.

Ser maestra rural implica un sacrificio y esfuerzo que va más allá del aula. Las distancias son extensas, lo que requiere permanecer toda la semana en la escuela, lejos del hogar y de la familia. Esto significa sacrificar momentos importantes con  la familia.

Además, los caminos en malas condiciones y las inclemencias del clima  pueden hacer que el viaje a la escuela sea un desafío diario. He perdido la cuenta de las veces que he quedado con el auto enterrado o patinando en días de lluvia, pero la prioridad siempre fue llegar a la escuela y brindar educación de calidad a mis alumnos.

En la escuela rural, no solo se enseña en el aula. Los maestros rurales debemos ser versátiles y capaces de solucionar problemas del día a día. Desde arreglar un alambrado hasta cortar el pasto, hacer la huerta , cortar espinas, llevar el surtido para preparar el almuerzo, todo es responsabilidad de la maestra. Y cuando la escuela no tiene auxiliar, también debemos asumir tareas de limpieza y cocina.

Pero lo que más me ha marcado es la responsabilidad de atender a niños que quedaban  de pupilos en la escuela debido a las grandes distancias de sus hogares.
Este sacrificio no ha sido  fácil, pero lo hice  con gusto y amor. Porque estoy convencida que la educación es la clave para transformar vidas y comunidades.

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