Estaba cantado que Luis Alberto Suárez iría a hacer público, lo que las especulaciones dictaban: el final de su ciclo en la selección uruguaya, después de haberla defendido por primera vez frente a Bolivia en el 2007.
Es complejo sostener un secreto y el secreto se diluyó, en tanto la versión fue multiplicándose con el paso de las horas previas.
LUIS SUÁREZ, nació en este Salto oriental hace 37 años atrás y con 69 goles es el máximo goleador de la celeste, incluyendo cuatro Campeonatos Mundiales y ganando la Copa América de 2011.
Fueron casi 50 minutos de Suárez en conferencia de prensa, sin que EN NINGÚN MOMENTO ALUDIERA A SALTO. Sobre el final mismo un colega riverense le mencionó a «aquel niño que llegó a Montevideo viniendo de Salto».
Aún frente a ese apunte, Suárez metió el freno y la posibilidad de aludir a Salto, quedó por el camino. No pareció inmutarse.
Queda en claro que el fusilero celeste de tantos años, no tiene mucha asociación afectiva con Salto.
No se trata de juzgarlo. Tendrá sus razones y su derecho de adoptar esa actitud.
La libertad después de todo, también es libre para ejercitar o no el dictado de los sentimientos.
Lo cierto es que el salteño (lo es), anunció su punto final en el combinado celeste. El viernes frente a Paraguay en el Estadio Centenario, será su último partido.
En más de un momento le brotaron las lágrimas. Cuestión de emociones, frente al capítulo final que se le cae encima, porque además la historia personal (la suya), tiene un peso especial. No es un peso para flojos.
Y Suárez no ha sido flojo.
Jugó, goleó y guerreó.
En un determinado momento, lanzó la sentencia: «di todo lo que podía».
Concretamente, metió varios apuntes para el rescate. Por ejemplo: «Me retiro porque yo quiero. No quiero que me retire una lesión o que no sirvo más».
Otra para tener en cuenta: «Superé los sueños que tenía».
Pero a su vez, después de fabricar la tregua, midió un zapatazo perfecto cuando se anotó otra para la antología: «me gané el derecho de decidir cuándo retirarme».
De última se floreó sin más giros cuando alguien apeló a la síntesis perfecta. «llegaste siendo un niño y te vas siendo una leyenda».
La noche del 2 de septiembre en que Luis Suárez anunció el final de su épica y singular trayectoria. La noche en que habló el jugador, pero sobre todo: el ser humano.
Los salteños nos quedamos expuestos a la desolación: ¡el nombre de Salto no surgió de los labios del mortífero Luis Alberto!
Bueno….no importa tanto. Perdonemos «la omisión», o el Salto que poco le cabe en el sentimiento. Tiene su derecho a elegir.
De lo que no hay dudas: el viernes jugará con la celeste por última vez, un crack potencial que la historia no olvidará.
Y que sepa, esta formidable saeta del gol: esta tierra tampoco.
La tierra donde nació.
La de él. Y la de nosotros.