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martes, 3 de junio de 2025
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Del dicho al hecho

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Diario EL PUEBLO digital
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Entre los elementos más difíciles de lograr para cualquier persona, pero principalmente en política, se encuentra la coherencia. Llevar a la práctica lo que muchas veces se promete durante las campañas electorales, es frecuentemente uno de los aspectos más difíciles de lograr.
No explicamos. Cuando se expresó que el gobierno actual, obraría con la mayor transparencia y por lo tanto la transparencia era de sus mayores reclamos al gobierno anterior. No se pensaba en que tendría que enfrentar una pandemia con un costo de las vacunas que nunca se dio a conocer.
Tampoco se pensaba que podría plantearse una situación tal con el puerto de Montevideo, que tradicionalmente rivalizó con el de Buenos Aires, y los términos del contrato que estaría poniendo fin al anunciado reclamo de la firma belga.
Pero detrás de la firma belga Katoen Natie aparecen otros intereses y es lógico que haya una disputa.
Como estos ejemplos aparecen varios más que será aclarados o no. Siempre hemos sostenido que del dicho al hecho existe un gran trecho, como lo establece este conocido dicho.
Es que el hecho de que algo no pueda probarse no quiere decir que no exista. Nos viene a la memoria ahora lo que está pasando con la vacunación. ¿Debe ser obligatoria o no?
Se haya indicado y nadie puede dudarlo que así será. Que si bien judicialmente un empresario o cualquier otra persona no puede pedir certificado de vacunación a un aspirante a un trabajo. En los hechos sabemos que aunque invocando otros motivos y no éste, es factible que el empresario o cualquier otro empleador se incline por quien esta vacunado.
Jurídicamente no corresponde, aún cuando podamos entender que nadie querrá poner en riesgo la preferencia de la demanda si se entera que quien le atiende o cualquier otra persona del público consumidor no está vacunada. Consideramos que el Estado debería aclarar bien esta situación, no solo por el empresario y el consumidor, razón ya más que suficiente para hacerlo, sino por la propia persona que no esté vacunada que arriesga más que el vacunado, según lo que entendemos.
Por nuestra parte, hemos sostenido que no somos partidarios de las obligatoriedades, pero podemos entender perfectamente la disyuntiva que se plantea en estos casos, donde el bien de la mayoría se contradice con el bien individual y no nos quedan dudas que a pesar de nuestra libertad, la vacunación debería ser obligatoria, porque en los hechos lo es.
A.R.D

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