Tan solo escuchar el ruido de su motor, nos hace voltear a todos lados con ansias de verlo. No es común, es un clásico, pero de vez en cuando se puede ver alguno de ellos circulando por las calles de Salto.
Se trata de las antiguas “cachilas” Ford y otros autos del 900 que hoy son una joya de la mecánica, muy valorados por los coleccionistas.
Algunos salteños conservan estos autos como un tesoro y tratan de mantenerlos en las mejores condiciones posibles, no es fácil, porque muchos de sus repuestos son caros o difíciles de conseguir.
Pero los amantes de los autos viejos lucen con orgullo sus vehículos por las calles de Salto, para ellos, es un encanto manejarlos más allá que no cuenten con las comodidades de los autos modernos.
Sin aire acondicionado, sin la comodidad de los nuevos y modernos tapizados y asientos, sin la practicidad de los autos automáticos, su velocidad o su economía y hasta la facilidad para hacer los cambios… Las viejas cachilas Ford y otros autos del 900 se presentan para muchos tan solo como un auto viejo, de época, para colección y nada más.
Sin embargo, los que tienen la fortuna de contar con un auto de estas características solo mencionan “el encanto” de manejar un auto de este tipo, el placer que significa para ellos circular por las calles en él y lucir una reliquia de la mecánica que dio inicio a una nueva forma de trasladarse las personas.
AUTOS DE COLECCIÓN
Los autos de época o autos clásicos forman tan solo una parte de la gran cadena automotriz, cuyos amantes resaltan como los mejores vehículos de la historia, los pioneros, los originarios.
Comprar, restaurar y mantener este tipo de autos es de las cosas más difíciles. Quienes los tienen, tratan de mantenerlos en su estado original para que no pierdan valor pero en otros casos han sido modificados con piezas de otros modelos o marcas de vehículos, lo que los hace perder en calidad y como consecuencia cae su valor de venta en el mercado.
En el mundo entero hay coleccionistas de este tipo de autos que son capaces de pagar una fortuna con tal de tener por ejemplo un Ford de principios de siglo, siempre y cuando mantenga su estado original, por eso, cuidar su estética y su mecánica es algo fundamental para sus propietarios.
DE LAS VIEJAS “CACHILAS” A LOS AUTOS MODERNOS ELÉCTRICOS
Hoy en día, la evolución en los diseños y la nueva tecnología en los automóviles, sus tipos y variantes hacen del mercado automotor un área cada vez más vasta.
Las viejas “cachilas” han pasado a ser el comienzo de la cadena de esta evolución automotriz hasta llegar a los modernos autos automáticos, autos híbridos y eléctricos, con un sinfín de comodidades y niveles de seguridad. Autos con tableros inteligentes, espejos que previenen accidentes, conceptos de autos autónomos adaptados para tener una junta de negocios dentro del vehículo, autos con conducción autónoma que combinan inteligencia artificial y aprendizaje automático con una tecnología de agente y conducción autónoma que brinda seguridad y tranquilidad al conductor, con algunas de las propuestas de las marcas más importantes de autos del mundo y exhibidas en las últimas ferias más destacadas de Europa, Japón o Estados Unidos.
Sin embargo y frente al avance de la tecnología y el confort en los automóviles modernos todavía persisten los que prefieren conducir una vieja “cachila” u otro auto del 900 que les proporciona un placer inigualable y un encanto que no solo lo tienen los autos clásicos.
EL INFORME
En el presente informe EL PUEBLO presenta a varios propietarios de autos de época, algunos de colección y otros que han sufrido algunas modificaciones pero que mantienen la esencia de un auto clásico, que da gusto ver, escuchar su motor y circular en él.
Muchos de estos autos supieron circular por las calles de Salto en el 900 y todavía lo hacen con el glamour que solo lo pueden hacer ellos, los autos de época, sin envidiarles nada a los nuevos y modernos automóviles.
En la Ford F1 viajó hasta Punta del Este
“Manejar un auto viejo tiene su encanto”, dijo Gabino Franco Fraguas, quien tiene nueve vehículos del 900 en su colección
Gabino Franco Fraguas, es propietario de varios autos de colección. Su pasión por este tipo de vehículos la supo congeniar de cierta manera con la posibilidad de alquilarlos para ocasiones especiales. Así, se pueden ver muchos de sus autos trasladando a novias o quinceañeras e incluso en la tradicional fiesta del inmigrante donde sus participantes desfilan vestidos de antaño y en autos de época por calle Uruguay, rememorando otros tiempos.
“Es un gusto el que siento por tener estos autos viejos”, dijo Franco Fraguas. “De los nueve autos de colección con que cuento, la mayoría son Ford, por esas cosas de familia que a uno le van quedando”, explicó.
Si bien muchos de sus autos los alquila, dijo que tampoco es ese su objetivo principal y lo que pretende con eso es poder mantenerlos en funcionamiento de vez en cuando evitando su uso diario, por eso solo lo alquila para ocasiones especiales, generalmente los fines de semana.
UNA GRAN COLECCIÓN
Tiene una “cachila” Voiture Chevrolet, que es la más antigua, del año 1928; una Ford A del mismo año; una Ford A 31 con techo rígido y vidrios de cristales; una Ford Coupe 46; una Ford F1 del año 1951; una Ford Fairlane del año 1956 y un Jeep del mismo año, americano; un Ford Zephyr 58 y un Ford Taunus de 1961.
Todos estos autos los fue comprando de a poco, el primero de ellos lo adquirió hace cerca de 20 años, fue el Ford Zephyr, lo más parecido al Ford 55, “que era lo que realmente quería” y hasta ahora no lo ha podido adquirir.
HASTA PUNTA DEL ESTE EN SU FORD A
“Me gusta usarlos, disfruto de andar en los autos viejos, incluso hice algunos viajes bastante largos”, comentó Franco Fraguas.
En el Ford Zephyr se fue hasta Paysandú, en el Taunus a Fray Bentos y en la Ford F1 llegó incluso hasta Punta del Este para participar de una exposición.
Con cualquiera de estos coches se pueden hacer varios kilómetros el tema está en que en la actualidad es difícil dejar las comodidades de un auto moderno, el aire acondicionado, la comodidad de su interior, etc. “En estos autos viejos tenes que ir con el vientito de la ventanilla”.
El Taunus, que es un auto de los más nuevos de su colección puede ir hasta 100 km en ruta sin problema alguno al igual que el Zephyr. En cambio con una Ford el consumo es mayor, al ser una Ford 8, el motor es antiguo y mantiene el encanto del ruido pero da 6 km por litro yendo bastante suave y su velocidad máxima es de 60 o 70 km/h.
LOS COSTOS DE SU MANTENIMIENTO
“Tener autos viejos tiene sus complicaciones, porque son de baterías de seis volts, son más difíciles de conseguir al igual que todos sus repuestos. Por ejemplo, una batería común que en cualquier auto puede costar 2 mil pesos para estos autos viejos la conseguís por 5 mil pesos. Después está el tema de que si no les das uso también se estraga”, comentó Franco Fraguas.
“En cuanto a las cubiertas, el aceite y el combustible, es todo común, así que en eso es barato”, agregó.
El entrevistado aseguró que tiene un mecánico personal que atiende todos sus vehículos porque es la persona en quien confía para entregarle estas joyas de colección y estar seguro que estarán en buenas manos.
“PARA Mí TIENEN UN GRAN VALOR”
En cuanto al costo de un auto de este tipo en el mercado, dijo que lo más difícil es encontrar un comprador que lo valore y en ese caso lo ideal sería ofrecerlo a un coleccionista. “Yo de los que tengo no vendí ninguno porque los tengo más para disfrute personal que como negocio y para mi tienen un gran valor”, remarcó.
MANEJAR UN AUTO VIEJO “TIENE SU ENCANTO”
“En lo personal manejar un auto de estos tiene su encanto. Es un hobbie. En donde vivo hice un galpón muy grande para poder guardarlos porque requieren cierto espacio y cierto cuidado”, comentó Franco Fraguas.
Asimismo, dijo que cuando sale en alguno de esos autos mucha gente le pide para sacarse fotos y otros que son entendidos en el tema se arriman a conversar sobre autos. Si bien no sabe qué destino puedan tener esos coches en un futuro, espera que con los años alguno de sus hijos o sus nietos puedan “tomarle el gustito” a los autos viejos y valorarlos y apreciarlos como él lo hace.
Una casualidad que se convirtió en una pasión
Horacio Fagalde nos relata la historia de su colección de autos Ford T
La pasión por los Ford T en la vida de Horacio Fagalde se dio por casualidad y todo comenzó en la época de su juventud.
“Más que una afición es para mí una pasión. Como muchas cosas a veces comienzan por accidente. En esa época era estudiante. Mis hermanos terminaron de estudiar y quedaba yo solo en la ciudad de Trinidad (Falgalde es oriundo del departamento de Flores).
Mi padre que trabajaba en el campo, me propuso que volviera al campo y viajara desde allí, porque le resultaba muy costoso tener una casa abierta solamente por mí.
Estaba yo finalizando el secundario… el primer viaje hice un tramo en bicicleta y otro en bus ida y vuelta.
Al año siguiente no me coincidieron los horarios entonces la propuesta fue comprar una moto para trasladarme”.
Entonces Horacio se dedicó a trabajar en la chacra y con las ganancias de lo producido decidió comprarse una moto.
“Como todo gurí de 16 años quedé enloquecido por comprar una moto, en la época en que las motos se encargaban y demoraban bastante en llegar… estamos hablando del año setenta y poquito”.
En ese interín surge la posibilidad de la compra de un Ford T que un señor lo ofrecía a la venta.
Cabe destacar que el modelo Ford T se produjo a partir del año 1908 hasta el 1927, año en que salió el último modelo de dicho auto.
A su padre -que en su juventud había tenido un modelo de Ford T – le gustó muchísimo la idea, ya que el vehículo iba a prestar mucho más utilidad, podría trasladar a un acompañante y resultaría mucho menos riesgoso que conducir una motocicleta.
Fue así que se suspendió la compra del bi rodado y se efectuó la compra del Ford T.
VEINTE KILÓMETROS DE IDA Y VEINTE DE VUELTA
Así comienza el vínculo de Horacio con su auto… viajaba todos los días veinte kilómetros de ida y veinte de vuelta y así estuvo dos años.
Posteriormente se fue a la capital del país a continuar su formación estudiantil y quiso el destino que ese Ford T no se vendiera.
El auto quedó por un tiempo guardado en un galpón.
Horacio Fagalde permaneció seis años en Montevideo y cada vez que venía a Salto por vacaciones solía andar en su Ford T, que estaba en muy buen estado.
“Con el tiempo me vine a trabajar a Salto Grande… y el valor de ese auto cambió para mí y no lo quise vender.
Al poco tiempo me surgió la oportunidad de comprar otro, un modelo 25 y lo compré.
Más adelante encontró otro modelo de la misma línea e n campaña y Horacio decidió compralo…. Un modelo 26 y más tarde un pequeño camión que pertenecía al tío de su esposa.
En la actualidad es propietario de tres autos,una camioneta y un pequeño camión Ford T.
“TODOS ESOS AUTOS TIENEN SU HISTORIA”
El feliz propietario de esta singular colección de Ford T fue entrando en el mundo de la restauración y hay que decir que no es un tema fácil porque demanda tanto tiempo como dinero.
-¿Cómo se inicia el trabajo de restauración?
-”Ese trabajo consiste en desmantelar absolutamente todo el auto hasta dejar el chasis y luego se empieza a trabajar en las reparaciones.
El Ford T tiene la particularidad de que posee mucha madera, material que se halla en el interior de la carrocería, lo cual hace más trabajosa la reparación”.
-¿Cuánto lleva restaurar un vehículo de esta naturaleza?
-”Depende del tiempo que se le dedique. Se va haciendo de a ratos… puede llevar uno o dos años”.
Horacio Fagalde es uno de los fundadores del Club Uruguayo de Ford T que cuenta con socios en todo el país. Una vez por año se organizan encuentros en alguna ciudad que cuenta con el apoyo departamental. Esos encuentros se han llevado adelante en Soriano, en Cerro Largo, Maldonado, Piriápolis y Punta del Este… fundamentalmente donde se encuentra el apoyo por parte de las intendencias, pues toda la movida tiene su costo.
Se hacen exposiciones, desfiles y a nivel grupal se comparten temáticas relativas al Ford T y se hacen desfiles con la vestimenta de época que es lucida por los participantes.
En Argentina el Club de Ford T – por razones de escala es mucho mayor, tiene muchos más socios y por lo general hacen grandes encuentros en Córdoba con larguísimas caravanas.
Fagalde siempre se sintió atraído por la mecánica y fue aprendiendo y perfeccionando l tarea de restauración.
Sus nietas Soledad y Lucía suelen salir de paseo con su abuelo en el Ford T y han heredado esa misma pasión.
“Sin dudas esta pasión está muy presente en nuestra vida de familia y amigos. Aquí también está José Prati que es propietario de un Ford T de carrera que perteneció al corredor Martínez García”.
Un valor afectivo incalculable
Fernando D´Angelo propietario de una Ford A : “Esa cachila tiene la historia de mi vida”
Fernando D´Angelo es propietario de un Ford A, un modelo que la compañía Ford lanzó al mercado luego del Ford T en 1929 hasta 1931. Una cachila que tiene un formato muy vistoso. En el caso de Fernando, su vínculo con el vehículo es más por un tema de familia que por la pasión por los fierros. A ese Ford A, mi padre lo adquirió en 1950 y lo usó toda su vida”. Al fallecer su progenitor, Fernando llegó a un acuerdo con sus hermanos para quedarse con la cachila. “Nací ahí arriba… allí aprendí a manejar, le enseñé a manejar a mi señora, saqué a pasear a mis hijos y hoy paseo a mi nieto… así que esa cachila tiene para mí un valor incalculable” – exteriorizó.
¿Qué recuerdos tiene de su época infantil vinculados al Ford A paterno?
-”Recuerdo ir con mi padre José Luis – conocido en aquel entonces como el Chopo D Ángelo… me recuerdo a los cinco años sentado en su regazo manejando, aprendiendo de cero. Tenemos una chacra cuyo camino es completamente de tierra y lo hacía manejando. Ya de adolescente, cuando aún no tenía libreta – y mi padre tenía otro vehículo – yo prefería el Ford A, sabiendo también le complacía. Disfrutábamos los dos la salida.Desde gurí hasta hoy que tengo sesenta y dos – toda la vida arriba de ese Ford A”.
¿Qué características tiene ese modelo?
-”Es muy diferente al Ford T, que vino con una caja de cambio de solamente dos velocidades; éste modelo tiene tres cambios y un motor de cuatro mil centímetros, un señor motor….anda entre cuatro y cinco kilómetros por litro de nafta… pero tiene una fortaleza que no hay nada que lo pare.Mi padre falleció en el 95 y desde ese entonces no le he cambiado aún las cubiertas”.
– ¿Le ha hecho al vehículo algún tipo de mantenimiento?
– “Sí pero no ha necesitado ningún tipo de restauración porque nunca dejó de funcionar..Cada tanto lo llevo a un mecánico que lo mantiene a punto.
Y lo bueno es que los repuestos se consiguen todos”.
Es un auto exclusivamente de paseo porque la velocidad llega a 80, exigida”. Fernando se define como un “salteño hasta la muerte”; por ello le atrae vivir sus vacaciones en otro lugar, sino que es feliz paseando por los lugares naturales de su ciudad natal en su Ford A.
Es feliz cuando siente la explosión de los pistones del motor de la cachila al andar.
Cabe decir que estos modelos tienen una estética muy interesante, conservando un estilo muy clásico que supo marcar presencia en la época del 1900.El techo es de lona replegable, lo que permite transformarlo en convertible a techo descubierto, ideal para la época estival.
El chasis está compuesto por una chapa gruesa similar a la de los barcos… es un auto que pesa alrededor de una tonelada y media.Tiene una forma cuadrada, lo que hace inexistente la parte aerodinámica.
D´Angelo aún no ha participado de ningún encuentro de cachilas Ford, si bien le gusta hablar de los temas relativos a los fierros…Nos cuenta que en la época en que surgieron estos modelos era muy común ver estos autos circular en nuestra ciudad.“Quien no haya tenido un Ford A no estuvo en Salto” – nos dice sonriendo..
No cuenta que muchos de estos autos fueron restaurados y posteriormente muy bien vendidos al exterior hasta el primer gobierno de Tabaré Vázquez donde se prohibió la venta de los mismos hacia afuera del país, por ser declarados patrimonio histórico.
Grandes y famosos imperios de la tevé como la Rede Globo adquieren este tipo de autos como parte de la utilería para fimar sus novelas. El mantenimiento que se realiza es muy escaso… se le hace un lavado y luego se le pasa una cera especial que lo deja reluciente.
La mecánica es muy sencilla y cada tanto se le hace un retoque en la tapicería. Nuestro entrevistado confiesa que es un fan de todo tipo de autos y en su juventud supo tener una moto Horex, modelo alemán de la época de la guerra y la tuvo por quince años. Con el paso de los años la vendió.
-¿Hay algún otro integrante de la familia al que le guste el Ford A?
-”A mi nieto Juan Pedro le fascina la cachila… siempre quiere ir de paseo en la cachila de su “Tata”.
Estas cachilas supieron marcar una época. Henry Ford que fue un empresario muy visionario inventó la famosa cadena donde se colocaba el motor conduciéndolo mediante una cinta hasta el chasis, lo que permitía fabricar varios autos en poco tiempo, diez o doce unidades por día.
Así fue que a bajo precio (doscientos dólares) se podía adquirir un auto donde se podía trasladar a toda la familia… el éxito se hizo llegar pronto y estos modelos Ford invadieron al mundo.
El Dodge de Juan Núñez tiene casi su misma edad y espera en su taller poder circular nuevamente por las calles de Salto
En el taller de don Juan Nilo Núñez, luce en impecable estado un Dodge del año 1925. Cubierto con una lona para protegerlo del sol que se cuela por algunas ranuras del galpón.
Sobre la fosa, está inmóvil, esperando que alguien lo ponga en funcionamiento nuevamente, tal como lo supo hacer su dueño en viejas épocas, aventurándose por las calles de Salto con la apariencia de un gran auto de colección y de fina estirpe, aunque muchos no supieran que ya no se mantenía con su formato original.
Como mecánico, Núñez trabajó toda su vida arreglando autos pero su trabajo preferido siempre fue arreglar el Dodge que compró cuando era joven y en el cual trabajó toda su vida.
Lo compró “casi deshecho” y de a poco lo fue arreglando hasta dejarlo en impecable estado y funcionando, aunque para eso debió recurrir a piezas de otros modelos de autos.
EL DODGE TIENE CASI LA MISMA EDAD QUE SU
DUEÑO
Juan Nilo Núñez, es el propietario de un automóvil Dodge modelo 25, una marca estadounidense con 94 años de existencia, casi la misma edad que tiene su dueño (93 años).
El auto ya no es de colección porque Núñez lo fue modificando y no todas sus piezas son originarias, pero aun así mantiene el encanto de los autos viejos.
“Como yo soy mecánico, lo fui armando. Hace como 50 o 60 años que lo tengo. Ahora si quiero salir, salgo, él anda lo más bien, pero ya no me dejan manejar”, comentó con pesar por no poder disfrutar más del Dodge como quisiera.
“Yo lo armé todo, es casi como un hijo”, dijo Núñez, “en un modelo viejo y por eso no es fácil mantenerlo pero yo lo tengo en muy buen estado. Lo fui modificando, eso sí, porque lo más difícil es conseguir los repuestos de un auto de ese año, 1925”, agregó.
Siempre que necesitó hacerle algún arreglo al auto, lo primero que Núñez hacía era tratar de conseguir el repuesto con algún conocido para poder mantenerlo de forma original pero si eso no era posible buscaba otra forma de arreglarlo. Por eso, es que no todas sus piezas son originales.
“Da mucho trabajo mantenerlos”, comentó.
Su auto por ejemplo, tiene un motor Nissan, que le regalaron hace muchos años y como tenía que poner a andar el Dodge decidió modificarlo y agregarle ese motor para poder hacerlo funcionar porque un motor original era difícil de conseguir y muy caro.
Por ese motivo, remarcó que su auto apenas mantiene la estructura de un auto antiguo y ya no se lo puede llamar como auto de colección.
NÚÑEZ CIRCULABA CON EL DODGE POR LAS CALLES DE SALTO
Núñez, recordó la época en que solía andar en el Dodge por las calles de nuestra ciudad y como la gente se admiraba con el auto, muchos querían sacarse fotos junto al vehículo y le hacían muchas preguntas sobre el automóvil.
Hasta no hace muchos años atrás trabajaba para una Iglesia y se encargaba de llevar y traer gente en su auto, era común que salieran todos a mirar el auto, encantados con el Dodge que Núñez siempre lo mantuvo en impecable estado.
“La gente se arrimaba a mirarlo, me hacían preguntas, se sacaban fotos, era increíble. Ahora, ya no lo puedo manejar más pero si se lo hace, anda lo más bien”, remarcó el entrevistado.
LO COMPRÓ EN SU JUVENTUD, CUANDO TENÍA 30 O 40 AÑOS
Cuando compró el Dodge, el auto estaba con su motor original pero “estaba deshecho” y Núñez tuvo que reformarlo por completo para dejarlo funcionando y en buen estado. Como muchos de sus repuestos eran caros o difíciles de conseguir lo fue modificando como pudo para hacerlo andar y como él era mecánico se le hacía más fácil recuperarlo con piezas de otros vehículos.
Eso hizo que su valor decayera y no mantuviera el precio de un auto de colección pero a la vista de todos se mantiene como un Dodge de gran nivel, con un tapizado interior muy bien conservado y un estado en general que da gusto ver.
“Yo trabajé en él toda la vida, tenía como 30 o 40 años cuando lo compré y ahí empecé a arreglarlo. A veces me ayudaba alguno de los hijos y así lo fuimos mejorando”, dijo Núñez.
El Dodge que lleva más de 50 años en el taller de Núñez, todavía luce su color celeste intenso brillante y está allí, a la espera de poder circular nuevamente por las calles de Salto.
Esc. Luis Alberto Avellanal.
“En este mes de febrero, “el Willys de Avellanal”, como se lo conoce, está cumpliendo 80 años y anda todos los días”.
Cuando se menciona el nombre “Willys”, el primer reflejo que tienen los amantes de los automóviles clásicos es pensar en el célebre Jeep de la Segunda Guerra Mundial y sus derivados civiles. Sin embargo, por cerca de 40 años antes de la fabricación del primer Jeep la compañía Willys-Overland estuvo fabricando automóviles.
En 1939, la empresa presenta la línea de productos Willys de forma más estilizada, particularmente su trompa. Como novedad regresa el Overland, que es una nueva serie un poco más lujosa que el Willys estándar (modelo 38/48). El Overland tiene un chasis un poco más largo (5 centímetros), frenos hidráulicos de serie y un motor de 62 HP. A nivel estético se diferencia del Willys por sus faros más pequeños colocados encima de los guardabarros. El motor del Overland será utilizado en la fabricación de los primeros Jeep. Aunque los productos Willys de 1939 eran sólidos y económicos, la producción fue de tan solo 17.839 unidades.
Una de ellas fue adquirida en Salto años después, por la familia Avellanal. Su actual propietario, el Esc. Luis Alberto Avellanal, quien la heredó de su padre, la considera “una reliquia familiar”, y aspira a que la misma se conservada por alguno de sus hijos.
¿Desde cuándo tiene su auto, hoy, de colección para muchos?
Mi padre compró ese automóvil, marca Willys año 1939, en el mes de febrero de 1954, yo estaba en 1er. Año de la escuela y fue todo un acontecimiento; comprar en esa época un auto con 15 años de antigüedad, marcaba, sin duda, o sea que, ese auto que es un integrante más de la familia, en casa lo tenemos desde hace 65 años, lo que no es poca cosa.
¿Qué particularidad tiene el mismo que ha hecho que aun lo conserve?
Creo, es el sentimiento por un vehículo que, como decía, es parte de la familia. En ese auto mi padre llevó en campaña política a Eduardo Víctor Haedo y a Faustino Harrison a Constitución y Belén, en la campaña política del año 1954, a la sazón, luego los dos Consejeros de Gobierno (en esa época era Colegiado), fueron ellos dos con mi padre y Juan Etcheverri, un joven político de ese momento.
En ese auto tuve la oportunidad de estar presente en acontecimientos familiares, a mis hijos a la Iglesia y a las fiestas cuando se casaron; me queda una que la pienso llevar también. Y, fue mi auto el que usaba cuando venía de Montevideo en vacaciones. Una reliquia familiar.
¿Cuesta mucho mantenerlo o es como un auto actual?
No, no cuesta tanto. Es un momento propicio para agradecer al Taller Dall ´Oglio, a la Tornería de Agustín Ferreira, que hacen posible su mantenimiento y su andar. Lo cuidamos y andamos siempre en él, es el mismo motor de los Jepp Willys, o sea, tampoco es tan difícil su mantenimiento.
¿Qué significa para usted y, en dónde o en qué manos, le gustaría que quedara en el futuro?
Significa mucho. Significa la continuidad de una parte importante de la vida, de la niñez adolescencia; cuando asumí como Jefe de Policía, fui a la asunción en él y estaba parado siempre en la puerta de la Jefatura; un símbolo, siempre. Y, por supuesto, desearía que alguno de mis hijos lo conservara, aunque sé que no es fácil, ni quiero imponerlo; nunca impuse nada a mis hijos, en cuanto a la voluntad. Y termino diciendo que, en este mes de febrero, “el Willys de Avellanal”, como se lo conoce, está cumpliendo 80 años y anda todos los días.
Tampoco se consiguen fácilmente los repuestos originales
Mantenerlos en buen estado tienen un costo importante y cada vez hay menos carpinteros y mecánicos que los arreglen
César Juan Gutiérrez, reconocido productor de esta zona, tiene en muy buen estado de conservación una colección de autos antiguos Ford A , Ford T, Packard y Dodge. Al verlos estacionados y tan bien cuidados bajo un alero, parecería que estamos viviendo en los años 50. Alguno de ellos funcionaba a pedal, y quizás si lo pusieran en funcionamiento, funcione.
En diálogo con EL PUEBLO Gutiérrez dijo que “no es nada del otro mundo”, para él son autos de en su momento se hicieron millones en todo el mundo, aunque hoy quedan muy pocos.
Explicó que es muy trabajoso mantenerlos, “son juguetes muy caros” para dejarlos restaurados y que tengan interés lleva horas y horas de trabajo y cada vez hay menos mecánicos, carpinteros y tapiceros que entiendan y tienen conocimiento al respecto.
“Ahora todo es moderno y la gente hace los trabajos a las disparadas, ya no tienen orgullo artesanal de hacer una cosa bien hecha”, manifestó.
“Antes usted lo llevaba a cualquier casa de repuesto y tenía lo que quería, hoy como ya no hay demanda entonces los vendedores de repuestos no se preocupan de renovar su stock cuando se le agotan, por lo cual ya no se consiguen piezas con facilidad”.
Uno de los primeros autos que tuvo (un Packard del año 1929) se lo compró a un dentista de apellido Urroz que “lo usaba muy poquito”. El profesional tenía el consultorio donde está el Zuni Mercado y guardaba el auto en el garaje del Palacio. “Mire el uso que le daba: todos los días sacaba el auto del garaje, iba a la costa del río a tomar mate, volvía y guardaba el auto en el garaje.
Una vez al año se iba a veranear a Carrasco y llevaba el auto en Ferrocarril porque no había puentes ni carreteras”, contó Gutiérrez. “Cuando lo compré tenía 39 mil kilómetros y ahora tiene 42 mil y está impecable, el valor que tiene es que está todo original de fábrica”.
Para Gutiérrez son autos comunes que fueron comprados a personas que se los vendieron sabiendo que los iba a conservar en buen estado.
Los primeros propietarios preferían que esos autos quedaran en manos de quien los iba a cuidar y nos los usaran para hacer una zorra por ejemplo.
A 132 años del primer automóvil de la historia: curiosidades y rasgos del invento que fundó una era
El certificado de nacimiento del automóvil data del día en que Carl Benz patentó su «vehículo motorizado con motor de gasolina» de tres ruedas en la Oficina Alemana de Patentes Imperial en Berlín. Cómo fue el viaje de bautismo del invento y por qué al principio se lo consideraba una máquina peligrosa . Una investigación determinó que en todo el planeta circulan al menos 1,1 mil millones de automóviles. Las rutinas, las relaciones humanas, las ciudades y los tiempos se administran bajo el eje del auto como transporte, como servicio, como bien material. Esa significación no siempre fue igual.
En sus inicios, los autos eran creaciones controversiales, juguetes para ricos, «carruajes sin caballos», un aparato vulgar y nocivo, una máquina del terror que atropellaba niños y desbocaba a los animales. Su germen fue un acontecimiento disruptivo, paradigmático, que corrompía los esquemas de movilidad imperantes. No generó una adhesión inmediata y democrática.
El 29 de enero de 1886 fue el punto de origen de una próspera y fecunda industria. La fecha responde al otorgamiento de la licencia del invento del «vehículo motorizado con motor de gasolina»: 37435 fue el número del registro alemán de patentes. Lo presentó el ingeniero Carl Benz en la Oficina Alemana de Patentes Imperial en Berlín. Recibió el nombre deBenz Patent-Motorwagen, la traducción literal de quién era, su presentación: «auto a motor patentado Benz». La historia encontró unanimidad en este faro: se lo considera el primer automóvil propulsado a combustión interna de todos los tiempos.
Su primera aparición pública data del 3 de julio de 1886. Inspiraba desconfianza, miedo. Era una amenazante armatoste de tres ruedas, estaba construido con tubos de acero y paneles de madera, caucho sólido y llantas de acero para las ruedas, podía transportar hasta cuatro personas. Era un vehículo funcional: motor, chasis y tren de tracción constituían una unidad integrada. Más que un auto, fue un triciclo motorizado el instrumento que comenzó a poner en movimiento al mundo. Empleaba un motor de cuatro tiempos con un cilindro horizontal de 954 cm3 de desplazamiento, que podía girar a 400 rpm y alcanzar una potencia de 0,75 CV. Su velocidad máxima alcanzaba los 16 kilómetros por hora. El primer viaje sobre un vehículo propulsado por combustión interna le guardó un lugar preponderante a una mujer. Fue Bertha Benz, la esposa de Carl, quien sacó al invento de las fronteras de la fábrica y lo puso por primera vez en la calle. Buscaba demostrar la idoneidad del invento en un viaje larga distancia (el primero de la historia de la humanidad) desde la ciudad de Ringstrasse, en la localidad alemana de Mannheim, hasta Pforzheim. Le dejó una carta a su marido que decía: «Vamos a Pforzheim a ver a la abuela». Y la mañana del 5 de agosto de 1888, dos años después de la aprobación de la patente, comenzó la aventura de la industria automotriz.
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