La guerra de Camboya fue de las más crueles que conoció la humanidad (aunque no conocemos guerra que no haya sido cruel). En este caso, casi 50 años después de finalizada sigue dejando cientos o quizás miles de víctimas.
Los verdaderos causantes de esta crueldad (Estados Unidos, Rusia y China que estuvieron detrás de los combatientes, armándolos) generalmente no aparecen, como tampoco se desnudan los verdaderos intereses que causaron este intento de dominio en el reino de Camboya.
En este caso la crueldad de los combatientes raya en la demencia. Hay cientos, quizás miles de personas y hasta niños que no sólo quedan atrofiados, mutilados por la explosión de estos artefactos enterrados, sino que algunos hasta pierden la vida a consecuencia de las mismas o de algunos otros residuos de guerra que dejaron los combatientes.
Lo último y más reciente que hemos visto en este sentido es la utilización de un roedor de gran tamaño, que fuera amaestrado para olfatear y ayudar a desenterrar estos temibles aparatos.
Es de todas formas de una crueldad imponente. Que alguien así sea humano o nó, pierda la vida innecesariamente nos parece un hecho totalmente injustificable.
No creemos que nadie en su sano juicio pueda compartir esta crueldad sin límites, incluso cuando se mata o “sacrifica” (eufemismo usado para disfrazar la crueldad del hecho) así sea para consumir, tenemos nuestros reparos, porque estos hechos son al menos discutibles.
Viendo el trabajo que hacen estos roedores que los humanos utilizan para desactivar estas minas, entendemos que esto debería al menos llevarnos a recapacitar. Mientras los hombres nos matamos de cualquier forma, los animales que no saben de crueldad, obran exclusivamente por la vida.
Detrás de esta guerra, como de cualquier otra ha estado la codicia, la avaricia y la ambición del hombre que no se detiene ante los crímenes más aberrantes, con tal de satisfacer su ambición.
Alguien debería de hacerse cargo. Si bien no esperamos que se les mueva un pelo a los fabricantes de armas. Que en el fondo fabrican las guerras, creemos que son los políticos y los gobernantes los que deben al menos prohibir el uso de estas armas y de todas ellas, porque mientras el hombre siga ambicionando lo que tienen los otros, no habrá paz posible.
Si bien aún estaremos lejos de lo ideal, es decir de la prohibición de todas las armas, fiscalizada estrictamente. Tengámoslo claro, porque bien vale la pena luchar por este mundo. El único que tenemos hasta hoy al menos.
A.R.D.
Crueldad sin límites
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