Es una de las acciones más aberrantes que existen en el seno de una sociedad. Los abusos sexuales son además de las acciones más escondidas o “secretas” de las sociedades que prefieren barrer para debajo de la alfombra, relegando la justicia y haciendo caso omiso de las leyes en función de no exponerse al “que dirán” de la sociedad.
Lamentablemente el mayor porcentaje de este delito se da en el seno “intra familiar”, vale decir en el interior de las familias mismo.
La denominada “operación Océano” lleva ya 24 personas “formalizadas” (nuevo término asimilado al de investigado) como presuntos autores de casos de delitos sexuales, con retribución o promesa de retribución material a menores de edad.
En realidad lo que ha hecho esta operación es desnudar una realidad que la mayoría de los uruguayos sabemos que existe, pero preferimos no hablar para no complicarnos.
Existen varios motivos para que se siga con esta actitud, aunque ninguno de ellos sea realmente justificativo suficiente para que una víctima quede desguarnecida o abandonada a su suerte.
Las dificultades para probar los hechos, la disposición o no de las víctimas a asumir el trámite de la denuncia, el involucramiento con menores de edad a quienes por un lado la ley se ufana de proteger, pero por otro llegado el momento los abandona, son los argumentos o “excusas” que si bien no debieran existir, siguen vigentes.
Es un hecho sabido o sospechado al menos, que existe un denominado “turismo sexual”, requerido por visitantes y una alta demanda entre quienes se desempeñan en el rubro que “no saben del tema”, pero saben quién puede “saber algo”.
Si bien ha sido el tema sanitario el que más ha contribuido a detener el crecimiento de esta infamia, cuando se descubrió el HiV, es sabido que sigue existiendo y un alto porcentaje se infecta a través de las relaciones sexuales.
Ha habido muchas vidas inocentes, destruidas o severamente afectadas de esta forma. Hoy la tecnología (léase las redes sociales, el celular y demás), nos ha ayudado a combatir la hipocresía, a descubrir este mundo subyacente que muchas veces está entre nosotros, pero no lo sabemos.
La Operación Océano no debería ser la única, ni la última, porque mientras haya consumidores habrá abusos sexuales y turismo sexual.
A.R.D.