El jet set de Puntas del Sauce Verde, glamour, risas y delirio en el lugar más pintoresco del verano

En Puntas del Sauce Verde se lamentaban que el verano venía chaucha-chaucha. En otros lugares, balnearios de nuestro país y de la Argentina, había de todo, peleas, desnudos, separaciones, uniones, famosos para aquí, famosos para allá, mediáticos, influencers. Historias increíbles, hombres que lloraban, mujeres que contaban intimidades, tan íntimas que uno hasta las sentía respirar.
Pero, lejos de amedrentarse, el jet set de Puntas del Sauce verde, hizo reuniones, danzó bebió, modeló, se unió y separó, ¡como nunca!.
Por ejemplo, el hacendado Armando Barcos apagó 50 velitas de propio Birthday en Chez Cambará, coqueto local con sonido “umplugged”, de guitarras criollas, Cuatro, Requintos, Cavaquinhos y el country banjo. Estuvieron hasta las siete de la tarde del día siguiente y a la noche terminaron la parranda en la Campana de Oro comiendo tortas fritas, con aceitunas y mojarritas a la sartén….
CON ALEGRIA GALERA LLEGA MAIS
Hermes Sobral, acaudalado industrial, hizo un “Festeyamento” al mejor estilo Punta…Puntas del Sauce Verde. Como no pudieron venir, Tinelli (está corto de plata), Valeria Mazza, Susana Gimenez, Carmen Barbieri, Pachano y ninguno de la farándula porteña, ni siquiera Luis Carballo ni el Piñe de la farándula uruguaya, se invitó a Cornejo, un puntasauceño muy fiestero, que trabajó de mucamo en Punta del Este y que le atendió las alcobas a las grandes estrellas del cine y de la televisión argentina, brasileña y uruguaya. Se mandó unas caipirinha on de rock y limón frappé, y unas velhas Barreiro, con coco y bustía, que todos pedían maís.
Cornejo marcó el ritmo del verano, contó, a quien lo quisiera oír, de la manera que duermen los divos, como cierran y abren sus ojos cada mañana, como desayunan, lo que almuerzan y como se divierten. Hasta la manera que entran al agua, cuando entran, y como le entran al beberaje, que siempre entran….
El “chef” fue el Canaleta Suárez, el querido gordo que hace años trabaja pelando papas en uno de los Restó más renombrados de la Mansa, al mediodía, y en una Pizzería de la Brava en la noche. El Cana, chusma como pocos, era el deleite de todos los oídos del lugar hablando de las estrellas. El simpático gordito dictó cátedra en las distintas maneras de dejar sin ropas a las patatas y del lenguaje y acciones de artistas del jet set rioplatense.
Al final, y como broche de oro en la zona, hubo un recital de J.J.López, un músico lugareño, famoso artista nuestro si los hay, pero, famoso, famoso…por irse sin pagar de los boliches. Una noche cayó Capioca y A plena Samba e hicieron un contrapunto que terminaron cantando juntos “Ai seu te pego…”.
También actuó el Cuarteto Ferroviario, que como cada uno vivía en estaciones abandonadas de AFE, reivindicando el regreso del tren binacional tocaron en su homenaje “Las Cuatro Estaciones”, uno decía de Vivaldi, pero, en realidad, eran de AFE…..
Y como si el verano precisara un poco más de condimento, apareció en escena la autoproclamada Baronesa de los Sauces, una señora que nadie sabía bien de dónde había salido pero que se paseaba con un sombrero tan enorme que hacía sombra a dos cuadras. Juraba haber sido amiga íntima de Mirtha Legrand, aunque ninguno recordaba haberla visto ni en foto carnet, ni cuando la Mirtha era la Mirtha, y Tinayre la miraba embobado, ni siquiera cuando el programa lo hace la nieta.
LA NOCHE SE LLENA DE CHISPAS Y BARULLOS
La Baronesa organizó la Primera Gala Benéfica del jet set puntasauceño, cuya recaudación sería destinada —según dijo— a “rescatar burros abandonados y convertirlos en influencers”. Nadie entendió muy bien el proyecto, pero igual compraron las entradas, porque venía con una copa de sangría y un pastelito de guayaba, “duce brasileño muy bonitinho”.
El evento transcurrió con normalidad hasta que, durante el número central, que consistía en la interpretación de “Balada para un Loco” mezclada con candombe, el Canaleta Suárez confundió los fuegos fríos con los fuegos artificiales y terminó lanzando una batería completa que explotó sobre la pista, iluminando el lugar como si hubiese llegado el Año Nuevo en modo ensayo. Afortunadamente la única herida fue el ego de la Baronesa, que perdió para siempre una de sus plumas de avestruz, la cual dicen que apareció dos días después en el patio del Club de Pesca, o el baroneso le consiguió una de Bella Unión que le sobraba a Los Titanitos.
– En cualquier momento cae Albisu…
– Si yo no sé como hace, pero, está en todos lados…
– No tendrá clones?
– Y capaz que el Carlitos Silva use los tubos de ensayo de Salud e higiene, vaya uno a saber…
– El problema es si cae el Presidente de la Junta, hic!.- Dijo un borracho metiéndose en la conversación…
– Problema por qué?
– Y no vieron lo grandote que es, si cae, el pozo que hace…
– Salto siempre estuvo cerca, dijo Fito Paez…
– Y la gente de allí siempre vino aquí…
Pero lo mejor sucedió en la última noche, cuando el mismísimo Cornejo anunció que tenía “una primicia mundial”. Los presentes, ya medios contentos por el vino patero, se acercaron en círculo. Cornejo se aclaró la voz, miró a los costados como quien maneja datos ultrasensibles, y largó:
—Señoras y señores… Madonna no viene.
Hubo un silencio fúnebre. Después, uno del fondo preguntó:
—¿Y quién dijo que iba a venir?
Cornejo se encogió de hombros:
—¡Yo qué sé! Pero si alguno la esperaba, lo va a tener que seguir haciendo.
La carcajada fue tan grande que hasta el Cuarteto Ferroviario desafinó de risa. Y fue allí, entre tortas fritas, rumores improbables y una luna enorme como lámpara de boliche, que alguien levantó su vaso y brindó diciendo:
—¡Por este pueblo! Que no tiene playa, ni tiene jet, pero vaya si tiene set… set de ganas de divertirse, set de tomarse todo el vino, hasta el de la mona…
Y todos chocaron sus vasos, porque en Puntas del Sauce Verde no habrá famosos, pero sobra lo que falta en los grandes balnearios: gente que se ríe hasta de su propia sombra… aunque sea la sombra del sombrero de la Baronesa.
EL JET SET NUESTRO DE CADA DÍA
Con nuestro jet set no tenemos nada que envidiarle a otros de otros lados, por mas estrellas que tengan, en el cielo hay tantas y de noche alumbran un poquitito. Por aquí no hay muchas estrellas, pero dan un relumbrón que ni te cuento.
El Jet Set de alpargatas lustradas y nombres pomposos mitad inglés, mitad criollo para lugares y eventos que nos ponen en la cima y resultan bien chevere.
Como si todo eso fuera poco, las actividades se multiplican en locaciones de nombre internacional pero espíritu de almacén.
El viejo Club Social pasó a llamarse esta semana “The Old Social Lounge & Truco Bar”, ofreciendo cócteles de autor como el Gin Tónic del Canillita (gin barato, tónica tibia y rodaja de limón prestada) y el exclusivo Spritz Don Anselmo, que no es otra cosa que vino rosado con soda, pero servido en copa alta y con cara de cosa seria.
La cancha chica del barrio, con dos focos que andaban cuando querían, fue rebautizada “Green Field Arena – Sponsored by El Vasco Little almacen”, y allí se disputó el Torneo Internacional de Verano de Bochas Mixtas y Opinión Política, donde nadie ganaba pero todos discutían como si hubiera VAR. Las damas del jet set local desfilaron con lentes enormes y vestidos traídos de Concordia, que para el caso era como decir Milán.
Hubo también after beach en “Sunset Patio & Parrilla Concept”, conocido antiguamente como lo de Tito, donde el concepto era comer tarde, tomar más tarde aún y comentar quién se estaba separando de quién, aunque después aparecieran todos juntos en la foto. Porque en Puntas del Sauce Verde uno se separa pero no se enemista: se deja de hablar… salvo en los cumpleaños, velorios y beneficios.
LA BARONESA BEBE THE JENGIBRE WATER
La Baronesa reapareció una tarde anunciando la apertura de su propio espacio cultural: “Sauce Royal Art & Empanada Gallery”, donde colgó tres cuadros, una foto de ella con alguien parecido a un famoso y vendió empanadas “gourmet”, que eran de carne cortada a cuchillo, pero con pasas, para justificar el precio.
Y así pasó el verano. Sin escándalos nacionales, sin paparazzi, sin helicópteros, pero con rumores sólidos, brindis eternos y esa sensación inconfundible de que acá también pasa algo, aunque no salga en la tele. Porque el jet set de Puntas del Sauce Verde no viaja en jet, pero despega igual… con alpargatas en chancletas, vaso en mano y una risa que no cotiza en bolsa, pero vale oro.
Y como si todo eso fuera poco, las actividades paralelas no se dieron tregua. En la tardecita se inauguró el exclusivo Caño escape libre, Tuerca Sport, una pista exclusiva para motos eléctricas y monopatines 50 cilindradas
De noche fue el tiempo de “La Encerado, Brothers”, la piscina de los hermanos Ajenco, con dos luces LED, una lona azul de camión simulando the wall infinity y una heladera ocho puertas prestada por la carnicería de enfrente. Allí se practicó el nuevo deporte de elite local, el Stand Up Paddle Imaginario, arriba de tablas que en realidad eran puertas viejas, pero con mucha actitud y lentes oscuros. Uno en la cantina la bautizó como el juego de las pancitas flotadoras.
EL MULITA’S FIRE IN COSTANERA WEST
También abrió sus puertas el Green Sauce Fashion Walk, una pasarela armada sobre la vereda de baldosas flojas, donde desfilaron prendas de alta costura pueblerina: musculosas desteñidas pero vintage, bermudas con historia, ojotas italianas (de la feria) y sombreros heredados que, según la Baronesa, “están volviendo fuerte en Milán… de a poco”.
No faltó el after en el Whisky & Silence Rooftop Experience, ubicado en el tanque de agua del barrio norte, desde donde se veía todo el pueblo y, con suerte, la antena de televisión. Allí, entre hielo escaso y whisky dudoso, se cerraban negocios importantes: permutas de gallinas por lechones, promesas de cargos que nadie sabe bien cuáles son, y romances exprés que duraban lo que duraba el hielo, como dijo Sabina alguna vez.
El comentario obligado de la temporada fue la supuesta llegada de un “empresario internacional”, que al final resultó ser el primo del Cana, recién vuelto de Mocoretá, pero como hablaba fuerte y decía “bro” cada dos frases, quedó automáticamente incorporado al jet set estable.
El verano cerró con la tradicional White Night de Puntas…del Sauce Verde, donde todos debían ir de blanco… o de beige tirando a gris, según el jabón disponible. Hubo discursos largos, aplausos cortos, promesas eternas y fotos borrosas que nadie subió porque se auto clasificaban horribles
Así terminó la temporada del jet set más chico del mundo, pero también el más perseverante. Porque en Puntas del Sauce Verde no hay alfombras rojas, hay polvo; no hay paparazzi, hay vecinos; y no hay jets, pero hay chismes que vuelan bajo y rápido. Y eso, al final del día, también es glamour… aunque huela un poco a fritura.






