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Cr. Fernando Etchart en el Valle de las Lagrimas 

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Un salteño que subió la Cordillera de los Andes 

Hace unos meses en estas mismas páginas narramos la experiencia de un guía muy popular en los Andes; un uruguayo que invita a sus compatriotas a que visiten y lleguen hasta el Valle de las Lágrimas en la Cordillera, donde yacen los restos del avión de la FFAA uruguaya junto a la cruz donde debajo están aquellos que no pudieron volver en 1972. 

Esta vez la cordillera nos vuelve a convocar, nos invita a la lectura a través de la experiencia vivida por un salteño; el contador Fernando Etchart y un grupo de colegas se animaron a la aventura y experiencia de subir a la montaña y permanecer allí, observando la grandeza de un lugar que se ha tornado como un pedazo de nuestro país enclavado en medio de los picos y a los pies del Sosneado. 

¿Cómo nace la idea de esta aventura?

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“La idea de realizar el viaje surgió hace unos años atrás, el plan era hacerlo en caballo. A fines del año 2023, principios del 2024, un compañero del grupo de viajes de ciencia económica, que viajamos en 1986 y desde ahí conservamos la amistad en el grupo, nos avisó de que había reservado para hacer esa expedición. Lo único que por las fechas no consiguió caballo, sino que era trekking; ahí nos decidimos y lo acompañamos en la movida”.

Una buena guía para futuros visitantes

“Además de la preparación física, hay que armar un equipo para el campamento; mochilas, bolsa de dormir, el aislante para la bolsa de dormir con respecto al suelo, la ropa de manera de poder vestirse en capas, previendo la amplitud térmica que tiene la montaña y que puede ser rápidamente muy cambiante.  Aparte de un par de bastones para acompañar en la subida que alivia todo el trabajo de las piernas.

Como anécdota y como dato, hay que llevar también bolsas para llevar y traerlo nuevamente al lugar de origen, porque en la montaña no hay que dejar ninguna suciedad, todo lo que es papel, nylon, restos de comida, lo que sea, eso vuelve y realmente la montaña está limpia, no se ve ningún resto de nada. O sea que no hay esa intervención del hombre que normalmente se ve de bolsas tiradas, hay nada, tierra y montaña y naturaleza”

Detalles de la expedición 

“La excursión son cuatro días, la expedición son cuatro días, de los cuales tres hacemos noches en campamento. Y sí, el pensamiento cuando estaba por llegar, para llegar, ahí era llegar, hacer el esfuerzo y visualizar estando allá arriba. Y después, a la vuelta, haber concretado la llegada, haber estado ahí, haber acompañado, es la alegría de haber podido llegar y cumplir la meta, la meta objetiva.

El equipo comandado por un guía 

Éramos 7 en total, con el guía, Leo (Leonardo Marotta), como te había comentado, y 6 conmigo incluido, de los cuales éramos 2 uruguayos y 4 argentinos. En realidad, de los argentinos, bueno, un varón y 3 mujeres, que se armó un gran equipo, un equipo excepcional para subir, una gran camaradería y una gran amistad.

Dificultades y recorrido; lugares increíbles

Las dificultades son las de un trekking, el primer día caminamos unas 10 horas, unos 16 kilómetros, partiendo de los 2200 metros de altura y llegamos al campamento Barroso, que está a 2500 metros. Ahí atravesamos dos ríos, el Atuel y el Barroso, que le da el nombre al campamento, y de ese lugar al otro día se sale para llegar al Valle de las Lágrimas, que son 3600 metros. En total hay 1100 metros para hacer. La montaña, como te dicen los que están ahí en el tema es ruda, y cuando más subís, más dificultades, más desafíos, pero se puede. Es un paso a paso, después otro, y después cuando miras atrás te asombra todo lo que anduviste. La meta; llegar! es un lugar de emoción para los uruguayos y de orgullo, diría, que muchachos, de acá, con nuestros valores, con nuestra cultura, hayan sobrevivido en ese lugar y haber podido salir”.

Valle de las Lágrimas y la Cruz; un lugar de “recogimiento”.

“Recomiendo totalmente, en la medida que digamos que se sienta que es importante llegar ahí, digo hacerlo porque además se puede realizar tanto con trekking o con caballos, se llega y vale la pena, es un lugar como decía, de emoción, de respeto, de recogimiento y ver ahí donde estuvieron esos muchachos jóvenes, todos estudiantes.

La Montaña; metro a metro

El contador como buen hombre meticuloso con los números, nos narra de primera mano los detalles que nadie tiene de ese lugar; la separación en distancias de los sitios en la montaña. 

“Llama la atención una cosa; llegan personas de todo el mundo, es impresionante, te cruzas con gente que vino por el solo motivo de llegar ahí. 

Un detalle que no se me escapó; La cruz está un poco más levantada, en un lugar retirado, no está en el valle, hay como una mesetita donde se encuentra, a 800 metros donde estuvo el fuselaje; hoy no se ve porque en el ‘73 además de quemarlo por la nieve, la zona siempre es un hielo, está helado, las sucesivas nieves y el aumento de glaciar, esto ha hecho que el fuselaje se fuese hundiendo o el movimiento de hielo lo va destruyendo, así que no se ve. Se observan restos que están ahí al lado de la cruz y del avión, recorriendo un poco se ven también una rueda del tren de aterrizaje.

La montaña es poderosa, es un espectáculo de la naturaleza en colores, ver esos picos nevados, el silencio, el viento, el cambio de clima que rápidamente puede ocurrir, en ese lugar, en el ese valle, es siempre un recordatorio de la capacidad de sobrevivir y enfrentarse el hombre a las dificultades y contra todo pronóstico, salir adelante”. 

Los últimos 300 metros a 45 grados de inclinación

“Hay un trayecto que me refiero a la subida de 3300 a 3600 de altura y 1.000 metros es el trecho que hay que caminar haciendo zigzag con una gran pendiente, como decía, de unos 45 grados. Pero vale la pena tomar un agua dulce que pasa por una cañada que corta la montaña. Supongo yo que esa cañada desemboca en el río Lágrima, es el último que cruzamos antes de empezar a subir. Agua exquisita, así que se puede agregar a todo el resto de lo que es muy lindo dentro de esta expedición.

La subida llevó siete horas, salimos a las seis de la mañana y llegamos a la una y habremos estado ahí en la zona de la cruz y viendo todo lo que hay para ver, rezamos en memoria y después, previa comida, se inició el viaje de retorno de bajada y ya hacia el campamento de El Barroso.

El arribo al lugar

“Sí, la llegada genera mucha emoción. Llegar al lugar, además, sos peregrino de alguna manera porque ese lugar es un santuario, ahí donde está la cruz, la que sobresale sobre las piedras, están los restos de los 29 cuerpos de los que fallecieron, en realidad 28, porque hay uno que la familia lo repatrió y lo enterró en Uruguay. Así que ese lugar es de recogimiento y la emoción, desde luego, que invade, es un lugar de paz. 

Llegamos y estamos un rato, alrededor de una hora después de la subida, 45 minutos, y sí, mucha emoción, básicamente mucha emoción lo que se siente en el lugar.

Es un lugar que merece llegar, a mí siempre, desde el inicio, me emocionó mucho esa odisea, esa sobrevivencia y, en definitiva, que se puede y se pudo con todos los valores uruguayos, eran todos uruguayos, o sea, que todo lo que ellos organizaron y lograron sobrevivir; lograron salir con los valores de nuestra sociedad, de nuestra cultura, y bueno.

Lo único que sientes ahí arriba es el viento y ves piedra, nieve, montaña y tierra, sin una vegetación, con el aire más liviano, cuesta respirar más, rodeados de montañas, sí, sí, sí, vale la pena estar ahí”.

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