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martes, diciembre 16, 2025

Cooperar, crear y educar: el desafío de vencer la ignorancia y reconstruir el sentido de la cultura

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Diario EL PUEBLO digital

Carlos Fabián Ferreira Pintos Guldenstern es músico, cantautor y docente salteño. Integrante de COOTESA, impulsa el Liceo Cooperativo Santa Cruz y proyectos educativos y culturales en la región.

¿Cómo se vive el modelo cooperativo dentro del aula y en la relación entre docentes, estudiantes y familias?

El cooperativismo es una filosofía que se enseña y se aprende en la práctica. Imaginar un aula cooperativa es pensar en un grupo que busca respuestas de forma conjunta y democrática ante los desafíos. Esa dinámica interpela valores, obliga a pensar cada palabra y acción, fortalece las individualidades y, desde allí, la unión del grupo. Su esencia es dominar el ego, raíz de la soberbia, el pragmatismo deshumanizado y la manipulación tóxica.

En la tarea docente, muchos se sienten cómodos al salir de su zona de confort y explorar nuevas formas de enseñar, construyendo saberes desde la experiencia más que desde los paradigmas. Un aula cooperativa no forma personal para una fábrica, por el contrario, forma los dueños de la fábrica o de sus procesos. Y en ese camino, la familia es clave: su comprensión y apoyo sostienen el crecimiento personal de los estudiantes y el ideal de una sociedad más solidaria.

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¿Cuáles son los principales desafíos para sostener una propuesta educativa autogestionada en un contexto local como el de Salto?

El mayor desafío es la lucha contra la ignorancia, ese hábito social de reducir la educación a números y boletines. Educar no es calificar, sino formar personas capaces de soñar, esforzarse y crecer desde valores humanistas y empáticos.

Los egos corrompen y enfrentarlos es parte esencial de la tarea educativa. La idea de “quiero que mi hijo triunfe” suele confundir éxito con plenitud: jóvenes que tienen todo y se sienten vacíos, que estudian sin comprender, se refugian en la inteligencia artificial, se distraen en las redes y pierden la capacidad de empatizar. Cuando la educación olvida las emociones y el pensamiento crítico, fabrica máscaras en lugar de individuos conscientes.

Salto Grande es energía, talento y desarrollo

¿Qué papel cumple el arte dentro de la metodología pedagógica del liceo?

El arte en nuestro Liceo Santa Cruz gestionado por COOTESA ha sido desde el inicio, junto a otras áreas del conocimiento, un pilar que acciona positivamente en el desarrollo integral del estudiante, lo fomenta desde sus capacidades y genera nuevas formas de desarrollarse y demostrar su manera de aprender, de lograr sus objetivos. Les enseña a trabajar bajo presión, a dialogar, a planificar, a responsabilizarse en cada rol y a ver más allá de lo propio.

¿Cómo se proyecta el vínculo del liceo con la comunidad salteña y qué impacto buscan generar más allá del espacio educativo?

El vínculo con la sociedad es constante y se impulsa desde la dirección del liceo y la cooperativa. Se promueven actividades conjuntas, eventos y propuestas académicas que integran a estudiantes y comunidad, con el propósito de fortalecer a las familias, valorar la cultura local y aportar activamente al desarrollo social y cultural de Salto.

Desde tu mirada, ¿cómo describirías el estado actual de la cultura en Salto? ¿Qué lugar ocupa la educación en esa construcción?

Ahí voy a ser muy crítico: necesitamos dejar de ideologizar el relato. Es evidente que Salto ha retrocedido en materia cultural. El valor del hecho artístico y su papel en la formación de una sociedad más consciente ha sido debilitado durante décadas, en paralelo al deterioro de la educación y al impacto económico y social sobre las familias.

Hoy muchas personas no distinguen el entretenimiento comercial de una verdadera expresión cultural. Se ha perdido el respeto por la experiencia artística: asistir a una obra de teatro, a un coro, a un espectáculo de danza o a un concierto ya no implica necesariamente comprender su sentido.

Tampoco se diferencia lo auténtico de lo producido por una máquina o un efecto. Da lo mismo la música funcional que una interpretación en vivo. Se desdibuja el rol del artista y se repite, lamentablemente, esa frase que ya es casi un diagnóstico: Salto sigue siendo un cementerio de artistas. Falta reconocimiento al talento, al estudio, al sacrificio y a lo que el arte representa en el desarrollo de una sociedad.

En un mundo cada vez más conectado y globalizado, ¿cómo se pueden preservar las identidades locales y formar estudiantes con conciencia crítica frente a esa realidad?

Deberíamos partir de separar dos conceptos, el globalismo es a mi entender un veneno creado para desmontar culturas con una falsa bandera de amistad que en realidad contamina, deteriora el concepto de cultura y arruina tradiciones a favor de lo plástico superficial y la desinformación. 

Por otro lado, la globalización que trata de que cada cultura aporte en una construcción sin perder su identidad y fomente valores de entendimiento desde el respeto y la colaboración. Es en este sentido que la educación cooperativa se planta como una herramienta de reconstrucción en valores y principios que busca dar al individuo las herramientas prácticas, académicas, sociales y emocionales para poder convivir en un mundo conectado para crear y no para destruir. 

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