Originaria de los Andes y cultivada hoy en 159 países, la papa no solo alimenta al mundo: también impulsa economías, protege el ambiente y ofrece soluciones innovadoras.
Originaria de la cordillera de los Andes, la papa fue un cultivo básico en las culturas quechua desde hace más de 8.000 años. En el siglo XVI cruzó el Atlántico hacia Europa y desde entonces ha sido clave en la lucha contra el hambre, fortaleciendo la seguridad alimentaria global y generando empleo para millones de agricultores en todo el mundo.
Actualmente, 159 países cultivan papa, alcanzando una producción anual de 374 millones de toneladas. Como el tercer cultivo alimentario más disponible del planeta —tras el arroz y el trigo—, la papa destaca por su resiliencia y adaptabilidad, siendo un aliado central en la transformación de los sistemas agroalimentarios.
Reconociendo esta importancia, la Asamblea General de Naciones Unidas declaró en diciembre de 2023 el 30 de mayo como Día Internacional de la Papa. Estos son cinco motivos que explican por qué este tubérculo, con más de 5.000 variedades, es esencial para avanzar hacia sistemas agroalimentarios más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles:
1. En la variedad está el gusto y la resistencia
La increíble diversidad de papas no solo garantiza opciones para todos los paladares, sino que permite enfrentar distintas condiciones climáticas y enfermedades. Agricultores andinos aprovecharon estas cualidades desde hace siglos, cultivando variedades en altitudes extremas, desde mesetas a más de 3.000 metros hasta tundras a 4.700 metros sobre el nivel del mar. Perú es hoy el país con mayor diversidad de papas: alrededor de 3.000 variedades nativas.
2. Un alimento altamente nutritivo
La papa es rica en vitamina C y potasio, un mineral vital para el corazón, los músculos y el sistema nervioso. Su piel contiene fibra dietética beneficiosa para la digestión, y su contenido de antioxidantes ayuda a mantener niveles saludables de colesterol. Es uno de los pilares de la Diversidad Mínima de la Dieta, clave para una alimentación saludable y variada.
3. Cultivo eficiente y amigable con el ambiente
Aunque la superficie cultivada con papa bajó un 17 % entre 2000 y 2020, la producción creció un 11,25 %, gracias a mejoras en variedades y prácticas agrícolas. Esto significa más alimento con menos tierra. Prácticas como la rotación con leguminosas reducen el uso de fertilizantes y las emisiones contaminantes, demostrando que se puede producir de forma sostenible.
4. Soporte de la agricultura familiar
Según un informe conjunto de la FAO y el PNUD, en países como Paraguay, Ecuador, Perú y Bolivia, la agricultura familiar gestiona más del 65 % del cultivo de raíces y tubérculos. Mujeres rurales e indígenas lideran procesos clave en este ciclo productivo, aportando saberes ancestrales que fortalecen la resiliencia y equidad en los sistemas agroalimentarios.
5. Innovación sostenible: de la comida al laboratorio
Más allá de ser alimento, el almidón de papa se convierte en productos biodegradables que reemplazan plásticos contaminantes. Desde envases hasta cápsulas farmacéuticas, adhesivos y aglutinantes en la industria textil, papelera o farmacéutica, la papa también tiene un rol en el diseño de un futuro más limpio y ecológico.
En este Día Internacional de la Papa, celebramos su historia milenaria, su diversidad biológica y su potencial para transformar el futuro alimentario y económico del mundo. Porque como cultivo ancestral, la papa sigue sembrando soluciones.
