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sábado, diciembre 27, 2025

Charles Prates y el coro como herramienta pedagógica.

El trabajo coral en la educación media suele asociarse a la formación artística, aunque en la práctica cumple una función pedagógica integral. En 2025, los encuentros regionales de coros liceales y la participación de agrupaciones estudiantiles en espacios de alcance nacional reafirmaron el valor educativo de estas experiencias.

Charles Prates, en esta entrevista, repasa el proceso de trabajo, los aprendizajes didácticos y el lugar del coro como espacio de formación integral dentro del sistema educativo.

¿Cómo llegás al trabajo coral dentro del liceo en este año lectivo?

Soy profesor de música desde hace diez años. En 2025 trabajé principalmente con ciclo básico y con coros. Hacía cinco años que no estaba vinculado al espacio coral y este año, a través de la elección de horas, volví a trabajar como director de coro en el Liceo Nº 5 y en el Liceo Nº 2.

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¿Qué lugar ocupa el coro dentro de la estructura educativa del liceo?

El coro es un espacio presente en todos los liceos públicos del país. Funciona con un equipo docente integrado por un director de coro y un músico acompañante. Tiene una carga de cuatro horas semanales repartidas entre turno matutino y vespertino. Es una propuesta optativa, integrada al horario curricular y abierta a la participación voluntaria de los estudiantes.

¿Desde lo pedagógico, qué diferencia al coro de otras materias musicales?

El coro trabaja con el cuerpo, la voz y el grupo de manera simultánea. Aparecen aprendizajes musicales concretos y, también, habilidades vinculadas a la escucha, la atención, el respeto por el otro y el trabajo colectivo. El estudiante entiende que su participación influye en el resultado general y eso construye responsabilidad compartida.

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¿Cómo se construye el vínculo con los gurises dentro del espacio coral?

El primer paso es lograr que sientan el coro como un espacio propio. Para eso el clima tiene que ser distendido y comprometido a la vez. El ensayo se transforma en un lugar de encuentro donde se puede aprender y disfrutar y, desde ahí, se habilita el trabajo técnico y musical.

¿Qué desafíos encontraste al volver a dirigir coros después de varios años?

Fue un proceso de aprendizaje. Volver al espacio coral implicó revisar herramientas de dirección, dinámicas grupales y estrategias pedagógicas. El coro exige una lectura permanente del grupo, del momento emocional de los estudiantes y del contexto institucional.

¿Qué objetivos pedagógicos te planteaste durante el año?

Los objetivos fueron musicales y vinculares. Trabajar afinación, ritmo y repertorio, pero también fortalecer el vínculo entre los estudiantes y con la institución. El coro puede funcionar como un espacio de pertenencia dentro del liceo y eso tiene un peso educativo muy fuerte.

¿Cómo se articula el trabajo coral con la vida institucional?

El coro participa en actos, encuentros y actividades del liceo. Eso refuerza la visibilidad del espacio y legitima el trabajo de los gurises. También genera sentido de representación, porque aparece como una voz colectiva de la institución.

¿Qué importancia tienen los encuentros regionales desde una mirada educativa?

Son instancias fundamentales. Permiten que los estudiantes conozcan otros coros, otras realidades y otros modos de trabajo. Cada coro presenta su repertorio y se genera un intercambio que amplía la experiencia formativa. En 2025 participamos en el Encuentro Regional de Coros organizado por la Inspección de Música, que reunió agrupaciones de distintos departamentos y funcionó como una instancia de convivencia y aprendizaje colectivo.

¿Cómo se vincula esa experiencia con la participación en el encuentro nacional en Montevideo?

El proceso regional desembocó en una invitación a participar en un encuentro nacional en el Palacio Legislativo, en el Salón de los Pasos Perdidos. Allí se presentaron coros de distintos niveles educativos y regiones del país. Participamos con una formación conjunta del Liceo Nº 5 y del Liceo Nº 2, lo que implicó un trabajo previo muy intenso y una experiencia educativa muy potente para los gurises.

¿Qué aprendizaje dejó la experiencia de viajar y presentarse fuera del departamento?

Fue muy significativa. Viajar juntos, ensayar para una instancia nacional y cantar en un espacio institucional de alto valor simbólico refuerza la autoestima colectiva. Los estudiantes entienden que su trabajo tiene valor, que representa a su liceo y a su departamento y que la música también es una forma de participación ciudadana.

¿Cómo trabajaste la selección del repertorio?

El repertorio fue variado con foco en América Latina y en la música popular. Trabajamos distintos idiomas y generaciones musicales. Aparecieron obras de música popular brasileña, uruguaya y argentina, desde canciones de décadas anteriores hasta producciones actuales como las de Milo J. La idea fue que los estudiantes se reconocieran en la música y al mismo tiempo ampliaran su escucha.

¿Qué rol cumple la grabación y el registro audiovisual en el proceso pedagógico?

La grabación permite escuchar el propio trabajo desde otra perspectiva y deja memoria del proceso. Grabamos tres canciones con apoyo de FENAPES y eso profesionaliza la experiencia, refuerza la identidad del coro y da cierre a un recorrido anual.

¿Desde tu experiencia personal, qué lugar ocupa el coro en la formación artística?

Mis primeras experiencias musicales estuvieron ligadas a talleres escolares y al espacio de coro. Ese recorrido fue clave en mi formación. Por eso tengo una mirada muy atenta sobre el impacto que puede tener en los gurises. El coro ofrece un lenguaje expresivo y una herramienta de canalización emocional.

¿Qué valor le asignás al coro dentro de la educación pública?

Es un espacio que articula educación, cultura y comunidad. Aporta formación artística y también valores de convivencia. Aunque no todos sigan un camino musical, el contacto con la música deja aprendizajes duraderos.

¿Cómo proyectás el trabajo a futuro?

El año próximo continuaré como director del coro del Liceo Nº 5. El desafío es seguir fortaleciendo el espacio, generar nuevas instancias de participación y sostener el coro como un lugar de aprendizaje y disfrute para los estudiantes.

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