Se acaba otro año y como siempre estamos exhortando a hacerlo con prudencia, con tranquilidad, descartando todo lo que puede ser riesgoso o aventurado.
Cansados estamos en comprobar como lo que ha sido denominado como fiestas tradicionales, que están pensadas para disfrutar, para la reunión de las familias, para los encuentros y el disfrute en general de buenos momentos, se transforman en hechos lamentables en pocos minutos por un abuso, una extravagancia, o un exceso.
La pandemia y el hecho de que se han tomado medidas concretas para dejar de lado la pirotecnia, uno de los hechos más lamentables de estas fechas, le darán un aspecto diferente. Solo falta que quienes conducen vehículos respondan de la misma manera.
Las rutas han cobrado más vidas que cualquier obra en el mundo. Lo más triste de todo es que anualmente se toman muchas medidas para evitar las tragedias y de todas formas estas registran un alto porcentaje de hechos lamentables.
Esperemos que en esta oportunidad el compromiso sea mayor.
En alguna oportunidad hay que asumir la responsabilidad social, para que las fiestas y las reuniones no se transformen en hechos lamentables y terminen dentro de los hospitales o lo que es peor aún, en algo fatal.
Esta noche es Nochebuena y mañana Navidad. Una buena oportunidad para el reencuentro, para la paz, para el disfrute y no para lamentar las tragedias.
Somos partidarios de las advertencias, de las notificaciones a los autores de infracciones menores antes de las multas, pero a los que cometen infracciones mayores, a los reincidentes y demás consideramos que deben ser pasibles de multas onerosas por aquello de que “la letra con sangre entra”.
Si no se quiere respetar las normas, si no se quiere acatar las disposiciones que se han tomado con mayor o menor acierto, pero siempre con el mismo propósito de salvaguardar la vida de propios y terceros, deben aprender por lo menos por lo que les duela en el bolsillo.
Nuestro saludo desde estas columnas para aquellos funcionarios que permanecerán de servicio, atentos a lo que necesiten los demás. No referimos tanto a privados como a públicos, a empleados de gasolineras, a policías, bomberos y demás.
A todos los deseamos feliz reencuentro.
A.R.D
