Esto subraya la necesidad de que tanto las instituciones como los individuos trabajen de manera conjunta para erradicar las desigualdades sociales y brindar un apoyo a quienes más lo necesitan.
Pae Richard Soto de Xango
Pae Richard Soto de Xango junto a su comunidad se adhiere a los festejos de Iemanja organizando por los diversos templos de Salto
Cada año, en la madrugada del 2 de febrero, los devotos de Iemanjá se reúnen para rendir homenaje a la diosa de los mares, la madre que abarca el universo, que se extiende desde la luna hasta las estrellas.
La celebración, que se realiza tradicionalmente en la playa Las Cabas, es un acto profundamente espiritual, pero también tiene una fuerte dimensión social que ha sido uno de los pilares del Pai de Santo Richardo Soto de la comunidad que sigue la fe afro-umbandista .
Soto ha sido un referente en la región no solo por su devoción y conocimiento, sino también por su firme compromiso con las obras sociales. En cada ocasión, al lado de su grupo de fieles, se dedica a hacer de esta festividad un momento de reflexión sobre la importancia de priorizar las necesidades humanas por encima de las costumbres materiales.
«Iemanjá es dueña de la luna, y la luna le pertenece a Iemanjá, como también las estrellas», explica Soto, quien, a pesar de su extensa trayectoria, continúa celebrando el ritual con la misma devoción, aunque con la sabiduría que otorgan los años. A lo largo de su vida, ha permitido que nuevos líderes religiosos, jóvenes Paí de Santos, tomen las riendas de la ceremonia, un acto que ve como un paso necesario para el futuro de la religión. “Uno tiene que permitirse que los nuevos Paí de Santos, las nuevas generaciones sigan los rituales, y uno, por supuesto, asistiendo como Pai porque voy a hacer toda la celebración hasta que Dios me dé la fuerza necesaria», reflexiona.
Soto dijo a EL PUEBLO que la celebración del 2 de febrero, más allá de la conexión espiritual con la diosa Iemanjá, tiene un propósito claro y firme: la obra social. “La mejor ofrenda que pido es alimentos no perecederos para la obra social”, señala Richard Soto con la convicción de quien ha mantenido viva esta causa mediante su propia obra social durante casi tres décadas.
“Iemanjá no necesita más velas, flores o perfumes, lo que realmente importa es que el ser humano, en su faceta más humilde y necesitada, reciba ayuda. Iemanjá, como madre, ve las necesidades de sus hijos, y esas necesidades no solo son espirituales, sino materiales. “Yemanjá sufre por los hijos carentes, sufre por esa familia carente que no tiene para comer», comenta, dejando claro que la verdadera ofrenda no está en lo material, sino en la solidaridad hacia los más desfavorecidos.
El llamado de Soto va más allá de su templo. Se extiende hacia la comunidad, hacia todas las personas de buena voluntad. “Les convoco a que se acerquen al templo, trayendo alimentos no perecederos para la obra social, como mejor ofrenda a Iemanjá», pide con un tono que refleja la urgencia de atender a las carencias de quienes más lo necesitan. La invitación es una oportunidad para que todos, no solo los fieles, se unan a esta causa, en la que la religión y la acción social se entrelazan de manera inseparable.
Un compromiso con la justicia social
“La historia de la fe afro-umbandista es una historia de lucha, de resistencia, pero también de solidaridad. La religión, tal como nació entre los pueblos más humildes y oprimidos, tiene una misión clara, trabajar por el bienestar de los más necesitados. Nuestra religión nació desde los más humildes, desde nuestros aborígenes, desde nuestros afrodescendientes que llegaron a América en situación de esclavos”. La conexión entre religión y cultura es profunda, y no puede desvincularse de la realidad social.
Es esta misma visión la que Richard Soto busca transmitir a las nuevas generaciones. “En una época donde lo material a menudo se antepone a lo esencial, la verdadera esencia de cualquier culto no está en la ostentación, sino en la ayuda mutua y en el compromiso con los más desfavorecidos. Si la religión habla que primero está el ser, y luego el tener, se puede entender que lo social y lo espiritual deben caminar de la mano, sin que uno sea subordinado al otro.”
La fe como una herramienta de inclusión y apoyo mutuo
Richard Soto también aprovecha su figura pública para recordar que la fe no discrimina, que no se debe juzgar a quien busca un camino espiritual, sin importar su pasado o su estatus social. «Los templos afro-umbandistas aceptan al ser, tal cual es, con defectos y virtudes«, afirma, haciendo hincapié en que la fe debe ser un refugio para todos. No hay barreras ni juicios, solo un abrazo inclusivo que busca sanar y ayudar a los demás, sin importar el origen, la historia o el estatus de la persona.
Y en este sentido también es que el Pai comenta que ha mantenido reuniones con líderes religiosos de diversas denominaciones, “buscando siempre un punto de encuentro donde la solidaridad sea el eje central de toda acción comunitaria.”
Un llamado a la unidad y la acción social
En su reflexión sobre el estado actual de la sociedad, Richard Soto no solo se centra en los aspectos religiosos, sino que también extiende su mirada hacia la política y las instituciones. Durante su encuentro con el presidente del Frente Amplio, los líderes religiosos y políticos coincidieron en una conclusión fundamental: cuando un gobierno falla en lo social, falla en todo.