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lunes, abril 21, 2025
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Cecilia Arbiza Docencia, arte y familia, las mayores pasiones de una mujer sensible

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Cecilia Arbiza, una mujer de profunda sensibilidad y pasión por la enseñanza, acaba de dar un importante paso en su vida: se ha jubilado tras 37 años dedicados a la docencia en matemáticas.

Casada con Fernando, madre de tres hijos varones –Agustín, Gonzalo y Diego– y abuela de una niña de dos años, Julia, describe su familia como el núcleo que siempre la apoyó en su carrera y en su vida personal. Con una madre muy anciana y tres hermanas cercanas, la importancia de la familia es un pilar fundamental en su existencia.

«Cuando estaba en la secundaria, pensaba estudiar psicología, y por eso tomé un camino de estudios biológicos. Sin embargo, fue mi amor por las matemáticas, especialmente en quinto y sexto de primaria, lo que me llevó a cambiar de rumbo. Ya era profesora de guitarra y había dado catecismo, por lo que la enseñanza era algo que ya me atraía. Fue entonces que decidí estudiar para ser profesora de matemáticas, y no me arrepiento en lo más mínimo. Fue una carrera realmente preciosa», recuerda.

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«Cuando empecé a enseñar, lo hacía con mucho gusto. Nunca me costó ir a trabajar, porque siempre fue un placer dar clases. Miraba a los estudiantes y me sentía muy feliz de poder compartir con ellos lo que más me gustaba, las matemáticas. En esos 37 años, siempre trabajé con amor, y cada clase era una oportunidad para crecer junto a mis estudiantes«, añade.

Pero por otra parte nunca perdió su pasión por la música. Desde que era niña, la guitarra fue una parte esencial de su vida, heredada de su madre y la profesora de guitarra que vivía frente a su casa. En los talleres de la Uni3, donde comenzó a participar el año pasado, su guitarra se convierte en la compañera perfecta para recitar poemas de Mario Benedetti y Federico García Lorca. «Cuando empezamos con el taller de poesía, algunas de las poesías me eran muy familiares. De hecho, algunos de los poemas que leíamos eran los mismos que Daniel Viglietti cantaba en sus canciones. Recuerdo que me dije: ‘¡Esta la conozco! ¡La sé cantar con la guitarra!’. Así que comencé a llevar mi guitarra al taller, y a veces animaba la lectura de los poemas con un toque musical. Fue maravilloso poder compartir la música y la poesía, dos pasiones que siempre he tenido», cuenta con entusiasmo.

Con la misma energía que le permitió entregar tantos años a la enseñanza, sigue enriqueciendo su vida con actividades que la conectan con lo que siempre amó: el canto, la lectura y la música. «No solo en la Uni3 estoy inmersa en la cultura. El año pasado me integré al coro ‘Canta Conmigo’, que es un grupo principalmente formado por docentes jubilados. Yo siempre quise cantar, y finalmente pude hacerlo en un coro que compartiera mi pasión por la música. Fue una experiencia increíble», nos dice.

Se reconoce como una persona sensible, conectada con su entorno y con las emociones que despiertan el arte.

«La música tiene un poder emocional increíble. Siempre me ha conmovido profundamente, como también lo hace una buena película o un poema bien recitado. Soy una persona muy sensible, y me emociona todo lo que tiene que ver con el arte», reconoce, haciendo una pausa para recordar cómo ciertos momentos la han tocado el alma.

«Cuando pienso en la jubilación, pienso en la palabra ‘júbilo’, que significa alegría, entusiasmo, la oportunidad de hacer cosas nuevas, cosas que antes había postergado por las responsabilidades. No lo veo como un retiro, sino como un nuevo comienzo para hacer todo lo que me gusta. Agradezco mucho este tiempo de mi vida y todo lo que he vivido hasta ahora. Es un regalo», dice, con la serenidad de quien ha llegado a la conclusión de que cada etapa de la vida tiene algo valioso que ofrecer.

Cecilia, además, nos deja un mensaje para las mujeres, especialmente en el contexto del Día de la Mujer: «La vida es hermosa, y todas las etapas son disfrutables si las vemos con el corazón abierto. Aprovechemos cada oportunidad que se nos da para hacer lo que nos gusta

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