Luego de haber pasado en los capítulos anteriores por diversos temas, desde la independencia y su significado hasta la actualidad política. Incluyendo la independencia del intendente para llevar adelante su gestión hasta el estudio de las tarifas y algún comentario sobre el repunte en el sector turístico se me ocurrió el planteo de un tema que hasta el momento no le encuentro solución y en el cual me gustaría instalar la interrogante entre los habidos lectores que están del otro lado para replantearnos y ver cómo podemos encontrarle la solución a un tema que hasta el momento pareciera destinado a ir en un solo rumbo como lo es la natalidad en Uruguay.
Seguramente algo habrán visto y escuchado en otras oportunidades al respecto de que en Uruguay para el 2100 pasara de tener tres millones y medio de población a dos millones y poco. Valla problemón si nos ponemos a analizarlo desde el punto de vista del desarrollo de un país en donde a mayor población mayor cantidad de mano de obra, por lo tanto mayor consumo y por ende, mayor posibilidad de desarrollo.
Ahora bien, creo que hasta ahora todo es lógico lo que hemos hablado y planteado. La verdadera pregunta a todo esto sería ¿Cómo revertimos dicha situación? Bastara con concientizar a todos los uruguayos, generando charlas en la universidad por catedráticos grado 5 hablando de fecundidad, de natalidad y de la importancia de que los jóvenes como buenos orientales se vean en la responsabilidad de volver a repoblar el país. Valla responsabilidad que sería imponerles semejante compromiso sobre los hombros a las futuras generaciones. ¿Y será ese el verdadero problema del Uruguay? Porque como buen país de inmigrantes europeos hoy nos toca ser uno de los destinos favoritos de los amigos cubanos y venezolanos que ven con buenos ojos llegar a uruguay y cumplir un determinado tiempo en el país para obtener la ciudadanía uruguaya y luego partir rumbo a los estados unidos en donde las oportunidades son otras y en donde pueden mandarle más dinero a sus familias en su país de origen.
Y es ahí donde yo me pregunto viendo a mis amigos, compartiendo asados y charlas con ellos y viendo las futuras generaciones y las prioridades de los jóvenes de ahora. En donde no está el hecho de casarse jóvenes para conformar numerosas familias como lo fue en la época de nuestros abuelos. Hoy en día la prioridad de los jóvenes ha cambiado. (Seguramente debamos analizarlo en dos o tres capítulos por lo extenso del tema. Pero ya lo estoy dejando mínimamente planteado). Hoy en día la visión de los jóvenes cambio con respecto a la visión que tenian nuestros abuelos cuando eran jóvenes. Ya que para ellos el objetivo principal de vida era casarse y tener hijos (muchos hijos, cuantos más mejor) en cambio las generaciones de ahora tienen de alguna forma objetivos más individuales y no tan colectivos.
Ya que hoy en día para el mundo competitivo y globalizado en el que vivimos primero se piensa más en la formación académica y eso conlleva unos cuantos años de preparación y formación.
¿En qué momento queda espacio para pensar en formar una familia?
La respuesta,(o al menos el intento de encontrarla) será el punto de partida del próximo capítulo. Porque detrás de los números de natalidad hay algo mucho más profundo que solo estadísticas. Hay un cambio de paradigma, y quizás una advertencia sobre el rumbo que como sociedad estamos eligiendo.





