Continuando con la lógica del capítulo anterior en donde exponía brevemente sobre la independencia en la actualidad y como no es solo un concepto histórico que recordamos cada 25 de agosto. Sino que también la independencia es una actitud, una forma de pararse frente a los desafíos de la vida y la sociedad. Por lo que hoy me interesa analizar la independencia en la gestión pública y particularmente la figura del intendente de Salto.
A modo de broma en el sentir popular se dice que el Dr. Carlos Albisu debe de tener “un doble”, porque su presencia se multiplica por todas partes. Basta recordar la víspera del 25 de agosto, donde la noche del 24, primero asistió a la obra en el teatro para acompañar a la Banda Municipal en el evento de la Noche de la Nostalgia. Más tarde, ya entrada la madrugada, se lo vio en plena avenida, participando de un operativo de tránsito, compartiendo con inspectores y funcionarios municipales en una noche movida donde la responsabilidad era evitar accidentes. Pocas horas después, ya temprano en la mañana, se lo veía en la Plaza Artigas saludando a los vecinos y participando en el acto oficial de conmemoración.
En el mismo día feriado, luego del acto continuó por presenciar todo el desfile que se extendió hasta la tarde para así seguir de largo e ir a acompañar en primer lugar las actividades que se desarrollaron en el Parque Indígena así como también llegar a la Expo Salto para seguir dialogando con los salteños. Fue una jornada completa en la que el intendente estuvo en cada punto, demostrándole al salteño que la conducción de un departamento también se construye con presencia, cercanía y escucha.
Esa capacidad de estar en distintos ámbitos a la vez es lo que podemos llamar su “independencia”. Independencia no para alejarse, sino para acercarse a todos. Con la misma naturalidad puede compartir un mate con algún vecino, asistir a algún acto conmemorativo o dialogar con empresarios sobre proyectos de inversión. Y esa cercanía se complementa con la otra cara de la gestión, la de tomar decisiones. Algunas veces esas resoluciones son antipáticas y generan resistencia. Otras son celebradas y valoradas. Pero en todos los casos transmiten la convicción de que hay un rumbo claro, de que no se gobierna a la deriva sino con un horizonte marcado.
La independencia en política no significa actuar en soledad, ni mucho menos romper con los partidos o las tradiciones. Significa animarse a decidir, a escuchar todas las voces y luego asumir el costo de elegir un camino. En ese sentido, Albisu ha demostrado que no se trata solo de estar físicamente presente, sino de ejercer un liderazgo que marque dirección.
Así como la independencia de 1825 nos dio identidad como nación, la independencia en la gestión actual nos recuerda que la autonomía también se construye día a día en lo local. Que cada decisión firme, aunque a veces incomode, fortalece la idea de que Salto sabe hacia dónde va. Y que tener un intendente independiente y coalicionista no es cuestión de partidos, sino de actitud frente al compromiso de gobernar.
Hasta la próxima semana.