Preocupado, absorto y cabizbajo como si le fuera imposible permanecer un segundo más en el lugar, “El flaco” Espinosa se marchó avergonzado como si le doliera lo sucedido. Su postura era de como si quisiera volver el tiempo atrás, pero también era consciente de que ya todo estaba hecho. No dijo una sola palabra, se puso al hombro el bolsito de tela en el que lleva el taper con la vianda y el tabaco, consultó su celular, y se pasó la mano por el pelo para despojarse de tanto polvo de ladrillo. (Una porquería que va cayendo sobre todo y se queda en cada recoveco de la ropa).
“El flaco” Espinosa es un hombre que denota un sufrimiento soportado con resignación y en silencio, es guapo de esos que ya quedan pocos. Y no estaba dispuesto a soportar el desprecio y el silencio de estos hombres, por eso se dirigió cuesta abajo por la calle empedrada y desierta decidido a hacer de a pie los quince kilómetros que lo separan de la ciudad.
Domingo “El flaco” Espinosa me estuvo contando de su mal momento pasado la tarde anterior. – Tenía una tristeza inmensa, una reacción natural como un disgusto, ganas de llorar como cuando murió mi vieja.- me había dicho. Indudablemente era cansancio, pues por sus delgados brazos habían pasado ocho mil ladrillos húmedos la jornada anterior, que desde el horno y por encima de la baranda recibía de cinco en cinco y acomodaba prolijamente en la caja del camión. Después de ocho horas de trabajo no hay cuerpo que aguante y más aun cuando ya se ha pasado los sesenta y pico largo como era el caso de “El flaco”.
Todo empezó como jugando, una broma como tantas, que va y viene, de esas que siempre se hacen pero que no siempre tienen el mismo efecto y depende mucho del estado de ánimo de las personas. Y ésta se fue haciendo cada vez más pesada y más directa, una tras otra. – ¡Mira vos, metiendo como un loco para vestirla de blanco y el otro en casa abriendo la heladera a gusto para servirse de una cerveza fría y picar algo! Llegas bien cansado y, después viene lo otro….”Sabremos cumplir…sabremos cumplir” – así le cantaba directamente “El Cholo” Barreto a “El flaco”.
Como he dicho antes; No es lo mismo una broma al comenzar la jornada que cuando ya se lleva cargado ocho mil ladrillos y van casi ocho horas de trabajo. Y duele más aún cuando el que hace la broma es un cómodo espectador y no está en el esfuerzo.
“El Cholo” Barreto no estaba al tanto de la nueva pareja de Domingo Espinosa, una joven radiante y escultural, muy exigente en todo sentido, y seguía con la broma a pura carcajada a dos metros de quienes trabajaban.
Henry Palma, el que lanzaba los ladrillos de cinco en cinco pegaditos por encima de la baranda del camión, conociendo la situación de “El flaco”, le hacía señas al joven para alertarlo, para que no siguiera con la broma, pero este no entendía nada, hasta que en un descuido a “El flaco” Espinosa se le escaparon los ladrillos de las manos y cientos de pedazos quedaron desparramados en el piso del camión y lógicamente aumentaron la burla y la risa de “El Cholo” que se agachó pues no podía contener la carcajada.
Fue algo instantáneo y sorprendente, fue en un solo movimiento que “El flaco” saltó del camión y cuando el joven levantaba la cabeza se encontró con un tremendo puñetazo directo en la boca. Fue solo uno pero perfecto y efectivo, un knock out desgraciadamente. “El Cholo” Barreto sigue knock out en el piso húmedo y en un solo sueño en medio de una gran nube de polvo de ladrillo que permanece el aire y a diez metros a la redonda, mientras esperamos que llegue la ambulancia.
Alcides Flores.