Cuando escuchamos que alguien quiere hacer “política” con el resultado de la seguridad pública, ya sea mostrando los números que convienen o sosteniéndose del pincel de las medidas llevadas a la práctica, sentimos vergüenza ajena, porque sin querer juegan para quienes sacan provecho de la falta de control o de la situación en general.
En tanto la población uruguaya queda con gusto a poco. Ha habido en este período de gobierno (salpicado por algunos imprevistos que no se deben desconocer, como la pandemia y la sequía) algunos aciertos que no deben ser minimizados.
Pero al mismo tiempo hemos barrido para debajo de la alfombra los temas que no nos ayudan y deberían ser castigados con el máximo rigor que la ley prevé al menos.
El presidente de la república ha sido defraudado –según lo expresado por él – por un legislador amigo de por vida, ha sido engañado por el propio jefe de la seguridad presidencial y ha sido engañado también por la cúpula policial anterior. No se ha expresado mucho sobre Salto Grande.
Pero sobre todas las cosas, no alcanza con “descabezar” los autores de los hechos o los más visibles al menos, porque el sistema queda intacto. Nada más se supo sobre el vino envenenado que costó la vida a la madre del ex ministro del Interior (que en realidad es ministro del todo el Uruguay), luego de haber dado nuevos pasos en la investigación que dejaban al descubierto nuevos aspectos del atentado y sus autores.
Que sepamos las penas no alcanzan para desbaratar y resignar a los autores. Todo lo contrario, Por “buena conducta, por dedicarse a estudiar u otras actitudes similares”, las sanciones se ven severamente reducidas.
No somos partidarios de los tormentos, ni de las torturas a los presos, pero si somos partidarios del rigor acorde a los delitos cometidos o a la ley violada.
No es justo que alguien que ha cometido delitos atroces, “pague” estos hechos estando uno o dos años en la cárcel.
Alguien puede explicarme “por qué no trabajan los encarcelados y los tenemos que alimentar y hospedar a cambio de nada. Que no son las condiciones ideales. Estamos de acuerdo pero ¿es este un problema prioritario, antes que darles vivienda a las familias de trabajadores? ¿Antes que velar por los niños que deambulan porque han desertado de la escuela? ¿Antes que atender las necesidades de quienes han dedicado su vida al trabajo honesto y hoy reciben una mísera jubilación?
Honestamente, no estamos de acuerdo, porque vamos hacia el precipicio…
A.R.D.