La Justicia debe respetarse aún cuando estemos convencidos que se ha equivocado. Viene al caso a sabiendas que el actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha estado omiso en reconocer su derrota frente a Luis Inacio “Lula” da Silva, actitud que ha dejado grandes dudas.
La “víctima” en este caso no es Lula, ni siquiera el Partido de los Trabajadores que este representa, sino el sistema democrático todo, sobre el que se abaten las dudas y las sombras.

Las elecciones son entre otras cosas una competencia, en que teóricamente la ciudadanía evalúa y elige (o debiera hacerlo al menos), a quien considera el mejor gobernante para los próximos cinco años, el mejor programa de gobierno y sobre todo en quien deposita su confianza para lograr estos objetivos.
Esta es la voluntad popular y luego de este pronunciamiento no debiera quedar otra actitud que no fuera la de acatar el resultado de las urnas, conteniendo la voluntad popular.
Pero al momento de escribir estas líneas, los simpatizantes del actual presidente, Bolsonaro, se agolpan a las puertas de los cuarteles, desconformes con el resultado de las elecciones y pidiendo una intervención militar,
Es lo que más nos preocupa. Porque esto no solo significa el desconocimiento del resultado de las urnas, sino que significa el establecimiento de un gobierno militar, que ha dejado siempre resultados lamentables en nuestra América, porque luego nadie se anima a ir a los cuarteles a pedir cuentas.
En otro orden hay que señalar que llama mucho la atención de que la mayoría de los ciudadanos brasileños no han estado de acuerdo con su propia Justicia, porque pese a que esta privó de su libertad a Lula por más de un año, acusándolo de corrupción, este volvió a ser electo por el pueblo para gobernar el país más poblado e influyente de América Latina,
Esto da para reflexionar. Cuando la mayoría del pueblo demuestra que está en desacuerdo con un fallo de la Justicia, esta debiera revisar hasta debajo de la alfombra, porque evidentemente las pruebas y los pormenores tenidos en cuenta para acusar a alguien no han convencido a la mayoría.
Para nosotros el hecho de que el pueblo brasileño haya elegido para presidente a alguien a quien la Justicia mantuvo encarcelado, es al menos llamativo y por lo tanto urge revisarlo a fondo.