AGENDA LEGAL: REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO
La consolidación de la Corte Electoral y su reflejo institucional en la Oficina Electoral de Salto constituyen un verdadero ejemplo de estabilidad, compromiso y vocación pública en el mantenimiento del vínculo intersubjetivo entre ciudadanía e institucionalidad democrática. El principio de legalidad, la imparcialidad y la transparencia no son meras expresiones discursivas sino realidades palpables que se sostienen desde 1924, cuando Lincoln Castro Moratorio inició un camino ejemplar de liderazgo.
En la reconstrucción cuidadosa de esta historia, hemos logrado poner en valor a los 17 binomios formados por jefes y secretarios que, en distintas etapas, han dirigido los rumbos de la Oficina Electoral de Salto. Algunos nombres que inicialmente aparecieron como secretarios luego asumieron la jefatura, consolidando así una cadena de liderazgo comprometido y continuo. Este ejercicio de memoria institucional responde al propósito fundamental de evitar que estas figuras desaparezcan en el olvido, inmortalizando su legado y función social. Como decía Jorge Luis Borges, “realmente nos moriremos el día que se muera el último que nos conozca”. Por eso, darles voz y presencia en este homenaje es preservar no solo un patrimonio histórico sino la esencia misma de nuestra democracia.
El Museo Electoral en Salto, más allá de su función museográfica, es un auténtico faro educativo que preserva la memoria viva de una historia que respira en cada urna, documento y fotografía; lejos de ser un simple archivo de objetos, el museo refleja la evolución técnica, social y jurídica que moldeó el Uruguay contemporáneo.
La justicia, la política y la abogacía convergen en la necesidad de fortalecer la confianza pública mediante el ejercicio responsable y ético del poder; propiciar y celebrar espacios como el Museo Electoral es pensar en la educación democrática, en el respeto por la historia y en el legado para las futuras generaciones que deben seguir construyendo este vínculo indisoluble entre la ley y el pueblo.
Así, en estos 100 años, no celebramos sólo el paso del tiempo sino la constancia, la vocación y el compromiso que hacen de la democracia uruguaya un proyecto vivo, renovado y pujante. Porque la justicia y la democracia no son un punto de llegada: son un camino.
Hasta la próxima semana.
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