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“Tuve un muy buen padre, que me enseñó a ser buen padre”

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Silvio Bautista Previale Tononi
Con la palabra de su hijo Silvio

Silvio Bautista Previale Tononi – Con la palabra de su hijo Silvio

Don Silvio Previale padre, nació en la localidad de San Javier, Santa Fe, República Argentina en el año 1922, y fue músico desde muy joven.

Llegó a Salto en el año ´60 de la mano de la música, contratado por dos importantes centros de difusión de la misma, como lo fue elsilvio Club Remeros Salto y el Hotel Salto.

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Comenzó a hacer contactos, realizando un par de presentaciones en Perlas Musicales de Radio Salto, y se enamoró de la ciudad.

Silvio hijo, es quien nos habla sobre su importante trayectoria como papá- músico:

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¿Cómo sigue esta linda historia de quedarse por nuestro Salto?

“Muy poco tiempo después, se radica con mi mamá Blanca Pic, y mi hermano mayor Néstor Antonio, comenzando una etapa dedicada a la música de dos maneras: una volcada a la docencia, y la otra, manteniendo sus orquestas y presentaciones en bailes sobre todo en la provincia de Entre Ríos. Cruzaban en lancha y un amigo taxista de Concordia era el encargado de trasladarlo a los distintos lugares donde hacían su presentación. Esos fueron sus primeros pasos aquí en Salto, durante los primeros años de la década del ´60.

¿Cuándo logra fundar la Academia?

Luego de esa fecha, la docencia y la Academia recién fundada, abarcaba todo su tiempo, volviéndose su actividad principal. O sea que allí disuelve la orquesta, y se vuelca totalmente a la docencia.

Haciendo  las presentaciones  anuales de la Academia, donde el disfrutaba en el escenario. Elemento por el cual, el Encuentro Internacional de Acordeones en el Teatro Larrañaga, que (lo realizamos cada dos años), lleva su nombre.

¿Comienza con acordeón y luego va integrando nuevos instrumentos?

Sí. Desde los ´60,  comentó con la enseñanza del acordeón, pero luego agregó órgano electrónico, piano y batería, y se mantuvo trabajando de esta forma hasta que se produjo su muerte en el año 2007, con 85 años de edad.

¿Se han registrado obras con su nombre?

Sí. En su etapa de producción musical, se destacaron obras que luego se registraron en AGADU, y tal vez la más significativa, no por su difusión, sino por su significado, una marcha que compuso a “Alférez Cámpora”. Compuesta para tres marinos uruguayos, que pusieron el nombre de Uruguay en el mundo recorriéndolo con su pequeño barco: Jorge Nader, Costa y Firpo. Pero el Alférez Cámpora, que inclusive tenía  su familia en Salto, había fallecido previo al viaje en una operación de apendicitis. Eso llevó a que el barco se llamara con ese nombre y papá le escribiera una composición. Fue interpretada en Maldonado, cuando se cumplieron cuarenta años del regreso en el ´02, frente al CERP, ubicado en la calle que lleva el nombre Alférez Cámpora, descubriendo allí una placa con la letra de la canción, que mi padre había hecho.

El Ministerio de Defensa del Uruguay lo tiene incorporado como marcha militar, y existen actas de la entrega de las partituras. Esto fue de alguna manera lo que más lo vinculó al Uruguay y lo marcó por el significado patriótico.

¿Cuántas realizaciones musicales registró?

Más de sesenta. Las cuales se tocan por el mundo, y de las que me entero ahora por faceebok. Tengo músicos conocidos, grabando y tocando las canciones de mi padre y me las envían, preguntándome si las conozco. De las más difundidas: “Cerquita de tus ojos”, con varias versiones, luego “A orillas del mar” y  “Rosario de amor”.

Nosotros, con el apoyo del Ministerio de Educación y  Cultura y la Usina de Salto, estamos reeditando el disco con la música y la orquesta original, a la cual le he agregado mi hijo Nicolás, me incluí yo, y a mis hermanos, Néstor en batería y Hugo, haciendo el teclado, que sería el detalle que falta para terminar el trabajo.

Esto está a presentarse como recuerdo, de lo que hizo mi padre por aquí por esta tierra.

¿Cuándo comenzó usted, con él en su trayectoria?

El recuerdo que tengo, es que cuando papá hacia sus ensayos, para los encuentros de acordeones. Yo no tenía acordeón, entonces usaba la tapa de una máquina de escribir vieja, para hacer que tocaba. Pero sí  recuerdo cuando hacía de marinero, representando al Alférez Cámpora en el Teatro Larrañaga, con 3 años. Y a los 5 años, sí con un acordeón.

¿Con que disfrutaba su papá?

Lo que siempre le gustó, después de ser mayor, era la cacería de perdices. Lo hacía desde el auto, no se bajaba a caminar y allí cazaba las que decía podía comer. Se caracterizaba por esto.

¿Cómo acompañó su esposa Blanca en todo?

Fue una compañera permanente. A tal punto que tocaba las acordeones en las orquestas de papá. La primera orquesta que desarrollaron, fue de un trío.

Papá con el primer acordeón, mamá con el segundo y mi hermano Néstor en batería. De esta forma actuaban en todos los lugares y sobre todo en la provincia de Córdoba.

¿Qué se siente ser hijo de un músico tan respetado?

Sobre todo uno se siente agradecido.

Tuve un muy buen padre, que me enseñó a ser buen padre, y me emociono en recordarlo. Me dio su profesión, que hoy me está dando muchísimas satisfacciones.

La música me ha dado muchas satisfacciones, sobre todo en estos últimos años, como es el caso de cómo lo recuerda la gente a papá. Su recuerdo, me ha creado una vida y una formación en valores, que lamentablemente en este siglo, se han perdido un poco.

¿Cómo lo recuerda?

Tengo una anécdota de un señor, que me reconoce hijo de papá por mis rasgos físicos, me llama por mi apellido y me silba una canción de papá, preguntándome si la recordaba.

(Rosario de amor).

Este tipo de cosas, además de llenarme de emoción,  me permite ver que mi padre fue lo suficientemente humilde, primero, como para no vanagloriarse de la fama que tenía, pero creo que tampoco nunca la conoció, y fueron otras épocas.

Segundo creo que él no llegó a tener una magnitud de cuál era su fama y de lo qué la gente lo apreciaba y lo conocía.

¿Qué asignatura le quedó pendiente con papá?

Estamos viajando pronto a Italia. Pero además de quedarme pendiente grabar un disco con él, me hubiese encantado llevarlo a  Colombia a tocar conmigo.

Viajamos con mis alumnos allí, y en esta última actuación, arriba de un escenario uno  de ellos me dijo: “tu padre nunca se imaginó que ibas a traer el acordeón aquí”. Y a mí me quedó la sensación de que me hubiese gustado, estar con él ahí.

Además de que con cuarenta y pico de años, con los cuales cuento hoy, me pude comprar una acordeón nueva, flamante que me la importé de Italia para mi, y que indudablemente debo agradecer el apoyo que he encontrado en el Fondo Nacional de Música del Uruguay, para poder hacerlo. Me hubiese gustado, que papá lo viera”.

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