Al salteño Axel Arzuaga, de 30 años de edad, lo encontramos estos días recién llegado de un viaje por la Cordillera de los Andes. Justo ahora cuando tanto se habla de ese lugar en todo el mundo, a raíz del éxito que está teniendo “La sociedad de la nieve”, la película basada en el libro de igual nombre, de Pablo Vierci, que recrea la famosa “tragedia de los Andes” del año 72.

-Contanos un poco el paso a paso del viaje…
Salimos de Montevideo el viernes 12. Estuvimos primero un día libre en Buenos Aires. Al otro día tuvimos el vuelo a Mendoza, de Mendoza a San Rafael, allá pasamos el fin de semana y pudimos conocer el Nihuil que es el embalse donde desemboca el río Atuel, donde pudimos hacer un paseo en catamarán y conocer un poco las playas…Fue muy lindo para conocer el lugar y para conocernos con el grupo, porque fue todo parte de una excursión, Inti Aventura como organizadores de la excursión y Azimutrek como los guías de montaña. El lunes 15 arrancaba el trekking. Teníamos que despertarnos bien temprano para dejar el equipaje pronto. Es decir, dejar todo lo que no era indispensable para llevar a la montaña, dejarlo en un parador bien cuidado, y desde ahí partir en un ómnibus rumbo a las montañas.
-O sea, llevar solo lo necesario, ¿en cuanto a ropa adecuada por ejemplo?
Sí; lo necesario dadas las condiciones del lugar. Porque ahí tenés los dos polos opuestos, durante el día un sol que parte la tierra con 30 grados, pero apenas baja el sol hace un frío con temperaturas fácilmente bajo cero, y hay que estar preparados obviamente para afrontar esas temperaturas. Así que el equipaje tenía que contemplar las dos facetas, lo necesario para caminar durante el día bajo el sol, y de noche estar abrigado para el frío.
-¿Cuando decís “conocernos con el grupo” es porque iban de distintos lugares del Uruguay?
Claro, y no nos conocíamos casi nadie, pero se formó un grupo muy unido, muy humano, con gente siempre dispuesta a dar una mano. Muchos de Montevideo y Canelones, pero habíamos otros que éramos de Salto, de Rivera…Más o menos unas 20 personas.
-Bien, hablemos ya de la zona de montañas…
Nosotros partimos desde la base del cerro El Sosneado, este es un cerro que los uruguayos del avión en la tragedia del año 72 veían hacia el Este. Es un cerro enorme, tiene una majestuosidad impresionante, pero claro, aquellos uruguayos tomaron hacia el Oeste creyendo que Chile estaba más cerca. Ahí en ese cerro serán unos 1.500 metros de altura sobre el nivel del mar. Y más o menos a la hora o dos horas ya tuvimos que hacer el cruce del río Atuel, que sí o sí teníamos que hacerlo a caballo, porque el caudal es muy intenso, y además cruzar a pie con la mochila pesada es muy peligroso, te arrastra. Después de ahí sí, primero un tramo de piedras y luego empezamos a ascender por la montaña. El viaje fue exigente. Uno mientras va caminando va sintiendo el peso, la carga de la mochila. Algo que yo subestimaba enormemente era los bastones de trekking, yo pensaba que no eran necesarios, la empresa que organizó el viaje nos proporcionó los bastones, y la verdad que te dan una gran estabilidad. Son muy necesarios. En la planicie no sentís tanto la diferencia, pero cuando estás subiendo cumbres empinadas, o en descenso que es peligroso resbalarse por los precipicios, dan muy buena estabilidad y ni que hablar cuando estás cruzando rápidos, que no se pueden cruzar así nomás sino que hay una técnica para hacerlo, los bastones actúan como si fueran dos piernas más.
-¿Qué sentiste al llegar a ese lugar preciso de la tragedia?
La verdad que cuando uno llega al santuario, por un lado se siente la alegría de haber cumplido el objetivo, de haber hecho el viaje y llegado hasta ahí, pero no tardan en llegar las emociones al recordar toda la historia de sufrimiento que pasó allí. Y más cuando uno está ahí, que nosotros estuvimos hasta la tardecita en el santuario, apenas empezó a bajar el sol se empezó a sentir el cambio de temperatura, y eso que estamos en enero, pleno verano, y ellos estuvieron en octubre, noviembre….una temperatura totalmente distinta, todo está mucho más cubierto de nieve. Yo no sé realmente cómo hicieron para poder aguantar.
-¿Cómo es el santuario?
Está ubicado sobre una cumbre, donde hay una cruz con cantidad de ofrendas que la gente ha ido colocando, o plaquetas con reconocimientos. Y del otro lado, a los pocos metros hay un monolito en el que está escrito los nombres de todos los sobrevivientes, los nombres de los que no lograron sobrevivir, un reconocimiento a quien aportó el lugar para poner el santuario, y del otro lado un mensaje propio que dejaron los sobrevivientes.
-¿Vieron rastros de la filmación de La sociedad de la nieve?
Sí, exactamente. Nosotros después de pasar la parte más empinada, que fue de los tramos más complicados de todo el trekking, llegamos a esa especie de planicie cargada de penitentes helados, de nieve, había mucha nieve como no se veía hace muchos años en esta época, fue algo raro, y ahí pudimos ver partes más lisas donde se notaba que habían desplegado carpas, el despliegue de todo el equipo de filmación y producción de la película.
-Dijiste en un momento que “el viaje fue exigente”, ¿cómo es eso; por el cansancio?
Sí, es exigente pero todos llegamos. Se sube hasta los 3.500 metros de altura, y se nota que cuesta más recuperarse, la falta de oxígeno se siente, eso es verdad.
-Hay quienes dicen que está muy cambiado el paisaje respecto al año 72, otros que no tanto…
No diría que está tan cambiado, hay menos nieve sí porque aquel fue uno de los años más nevados, pero no está tan cambiado. Desde ahí se puede ver muy claramente el lugar donde impactó el avión, en la cumbre de la montaña hay como tres picos que fue donde impactó el avión y después descendió por el Valle de las Lágrimas.

-¿Harías de nuevo ese viaje?
Sí, la verdad que me gustaría volver a hacerlo y te digo más aún, me gustaría hacer todo el cruce cruzar toda la cordillera si es posible. Me gusta ese tipo de desafíos y estaría dispuesto a volver.
(Entrevista de Jorge Pignataro para Radio Libertadores y Diario El Pueblo)