El Viejo Barbudo combina experiencia, ironía y un toque de nostalgia para retratar la realidad con pluma afilada. Amante de las historias bien contadas, se define como un cronista de lo cotidiano que no teme incomodar cuando la verdad lo exige. Su mirada, forjada entre lecturas, charlas de café y décadas de calle, le permite escribir con cercanía, pero también con la autoridad de quien ha visto pasar mucho y aún conserva la inquietud de preguntar por qué.