Hablar de Brujas hoy es hablar de dramaturgia. Escrita por Santiago Moncada y convertida en un clásico del teatro rioplatense, la obra expone con precisión los pliegues del diálogo y la complejidad de lo cotidiano.
Cinco mujeres se reencuentran después de décadas; en esa reunión se condensan el tiempo, la culpa, el deseo y la amistad. No hay acción exterior: el conflicto ocurre en la palabra, en la memoria, en la forma en que cada una intenta sostener su propio relato frente a las demás.
El estreno que será el viernes 14 de noviembre en la sala del Hotel Concordia recupera ese texto emblemático desde una nueva lectura escénica.
En un contexto donde el teatro local busca equilibrar producción, técnica y profundidad artística, Brujas se convierte en un laboratorio de interpretación y de sensibilidad. Su vigencia no está solo en el texto, sino en la posibilidad de volver a preguntarse cómo se escribe —y se representa— la intimidad femenina desde la escena.
Conversamos con su directora, Yanely De Vecchia que detalla la relación entre intuición, dramaturgia, producción y magia en este proceso teatral salteño.
1 – ¿Qué te atrajo de la dramaturgia de Brujas?
Puede no parecer muy científico ni muy intelectual, pero los artistas tenemos esa sensibilidad que guía la intuición. Cuando leí la obra por primera vez hace más de veinte años me fascinó la composición de Moncada: sus diálogos, sus escenas, la manera en que combina lo cotidiano con lo profundo.
Es una obra con alma. Mi intuición me dijo que podía congeniar en escena un conjunto de sensaciones, pensamientos y posturas —ideológicas, psicológicas, sociales, sexuales— que siempre conviene revisar y nunca dar por superadas.
2 – ¿Cómo trabajaste el texto para hacerlo actual?
No creo que haya que forzar la actualidad. Esta obra se sostiene por sí sola y continúa diciendo cosas vigentes. Solo hicimos ajustes mínimos, pequeños detalles de lenguaje o referencias. Lo más importante fue sensibilizar al elenco. Hay actrices con experiencia y otras que se enfrentan a su primer gran trabajo, y todas lograron amalgamarse desde el amor al teatro. Brujas no pierde actualidad porque habla de lo esencial: la amistad, el paso del tiempo, la aceptación.
3 – ¿Qué buscaste en la puesta en escena?
Intenté que el espectador sintiera que lo que ve es posible, que eso podría haber pasado o podría estar pasando ahora. El teatro es eso: la vida reflejada sobre el escenario para poder mirarla. Mi objetivo fue construir verdad.
4 – ¿Cómo influyó la sala en las decisiones de montaje?
La sala influyó completamente. Al principio habíamos pensado en otros espacios, pero el destino, que es quien siempre resuelve, quiso que fuera el Hotel Concordia que tiene su propia magia: historia, carácter y una atmósfera que se siente apenas uno cruza el patio.
Antes de entrar ya te envuelven los aromas de las plantas y las flores de la pérgola, y eso genera una disposición distinta en el espectador. No hubo que adaptar demasiado: Brujas pertenece naturalmente a ese espacio. Es una obra que puede representarse en cualquier sala, pero en el Concordia adquiere otra dimensión, porque allí la realidad y la ficción parecen convivir sin esfuerzo.
5 – ¿Qué aporta el elenco a esta versión?
Todo. Cada actriz construyó su personaje desde su propio sentimiento y su propio punto de vista. Mi trabajo fue acompañar, analizar juntas la psicología de la obra y dejarles libertad. Son cinco mujeres distintas, con historias diferentes, que encontraron un punto de unión en la pasión por el teatro. Entre ellas se generó una “compinchura” maravillosa: se divierten mucho en escena y eso se nota.
6 – ¿Cuánto tiempo llevó el proceso de ensayos?
Más de un año. Empezamos con inseguridades y fui dándoles tiempo. Son actrices que trabajan, que estudian, que son madres. Entonces el proceso tuvo que adaptarse a sus vidas. El teatro requiere amor, pero también paciencia. Les prometí que no subirían al escenario hasta que estuvieran realmente preparadas y cumplí.
7 – ¿Cuántas personas integran el equipo técnico y artístico?
Somos varios. Y en realidad, en el teatro esa línea entre técnico y artístico es muy difusa. Quien maneja las luces también debe ser artista para entender la emoción que se busca. Y el artista debe ser técnico para respetar los tiempos y las limitaciones. Esa convivencia es lo que hace posible un estreno.
8 – ¿Cómo se financió la producción?
Diría que es casi un misterio. Los gastos son muchos: derechos de autor, AGADU, sala, imprenta, maquillaje, escenografía, utilería… En cada rubro hay creatividad para ahorrar: un sofá prestado, un vestuario reciclado, maquillaje compartido. Todo se hace con ingenio y con afecto. En Salto empieza a haber gente que produce cultura, que se anima a golpear puertas y eso vale tanto como el dinero.
9 – ¿Qué desafíos tuvo el montaje en Salto?
No lo tomé como un desafío, sino como una oportunidad. La obra podría presentarse en cualquier ciudad: Paysandú, Rivera, Tacuarembó. Pero Salto tiene una sociedad particular, con su sensibilidad y sus límites. Hubo que cuidar algunos detalles que forman parte de la magia de esta versión. No lo diré, porque todo secreto bien guardado pertenece al encanto del teatro.
10 – ¿Qué esperás que el público perciba al verla?
Espero que perciba el talento que hay en Salto. El talento actoral, el técnico y el de producción. Pero sobre todo, que sienta que lo que está viendo pudo ocurrir, puede estar ocurriendo o puede ocurrir. Y que se quede pensando cómo reaccionaría si le tocara vivir algo así. Si al público le gusta, si se emociona, entonces habremos logrado lo esencial: seguir abrazando una vocación siempre postergada, pero nunca olvidada.
Brujas | Autor: Santiago Moncada | Producción: La Nave & Creativa Contenidos | Grupo Las Moiras | Reparto: Fabiana Beneditto como Elena; Sandra Gaudin como Luisa; Mónica Vázquez como Dolores; Ana Farraz como Angela y Camila Medina como Regina. Vestuario y Escenografía: Yanely De Vecchi – Lucia Maidana | Iluminación y espacio Sonoro: Estefani Hernandez – Lucía Maidana | DIRECCIÓN: Yanely De Vecchi
