El Dr. Milton Cairoli, ex presidente de la Suprema Corte de Justicia, planteó en las recientes Jornadas de Criminología realizadas en Salto, la impunidad de que goza el alcohol, la droga que provoca mayor cantidad de accidentes en nuestro país y en el mundo entero.
Es sin lugar a dudas uno de los temas que merecen más atención y mayor severidad en su control.
Lo que sucede es que los uruguayos pretendemos irnos de un extremo a otro. De un libertinaje casi total en la materia, pretendemos hoy llegar al grado ”cero” en cuanto a porcentaje de alcohol en la sangre de los conductores.
En primer lugar, debemos decir que estamos totalmente de acuerdo con el Dr. Cairoli, en cuanto a que el alcoholismo sigue gozando de impunidad, a la hora de la prevención y la represión de esta droga como causante de accidentes u otros hechos, incluso delitos de gravedad.
Es probable que nuestros lectores se pregunten por qué los medios de comunicación no dicen siempre e indefectiblemente cuando un accidentado estaba alcoholizado al momento del hecho y esto merece explicación.
Hay que saber que la Policía no lo difunde, esto es en forma “oficial”, mediante un comunicado escrito o documento similar.
Pero la culpa no es de la Policía, porque no tiene otro elemento que el espirómetro para establecer esto y en ocasiones, ha habido casos en que esto le ha acarreado dificultades importantes en el proceso judicial. Además cuando se trata de una víctima fatal, obviamente que no se puede hacer la prueba.
El camino más seguro es entonces el del verdadero control de la presencia de alcohol en la sangre, que debe hacerlo un médico y difícilmente un médico da a conocer este informe, porque “no quiere complicarse” teniendo luego que concurrir a los juzgados para establecer todos los detalles de los análisis practicados.
Esto sin desconocer que cuando quien ha protagonizado el accidente es una persona “importante” las cosas se complican más. En primer lugar porque seguramente tiene “influencias” y después porque las precauciones al momento de dar estos detalles de la información deben ser mucho mayores.
En suma, la obligación establecida por la Ley Nacional de Tránsito, de dar a conocer este aspecto, no se cumple y seguimos en la misma.
La cuestión está en llegar a un término sensato. No creemos que el grado “cero” de alcohol para todo quien conduce sea lograble hoy, sencillamente porque supone que ni siquiera se pudiera tomar un vaso de bebida alcohólica en una fiesta familiar.
Quizás deberíamos controlar y perseguir los excesos, por ejemplo el consumo de alcohol por parte de los menores de edad, alcance prohibido por ley, pero que todos sabemos que no en la práctica.
El consumo excesivo de alcohol por parte de los conductores de cualquier tipo de vehículo y luego las sanciones en caso de tener un accidente que deben ser agravantes y por lo tanto dar lugar a sanciones muchos más gravosas.
Este pequeño paso no se logrará jamás, si todos nos lavamos las manos y en los hechos el alcohol sigue gozando de la mayor impunidad.