Arturo Bentancor “el boina”, siete oficios Seminarista, impresor, periodista y gremialista en El Espinillar, tras larga trayectoria en el P.N. orienta una lista del F.A.

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    ace años que conocemos a Arturo Bentancor, “El Boina”, pero la verdad sea dicha, recién con esta charla que tuvimos conocimos aspectos de su vida que hasta el momento nos eran desconocidas. También sabemos que hay temas que quedaron fuera de la entrevista, porque para hablar con Bentancor, seguramente se necesitaría escribir un libro con todas sus anécdotas y experiencias. Siempre ayudando a los trabajadores, luego a los jubilados y pensionistas, asesorándolos con el conocimiento que le brinda su título universitario en “Relaciones Laborales”, controversial cuando después de tantos años decide dar el paso e irse de su Partido Nacional al Frente Amplio, en cierta forma aconsejado por el actual Presidente de la República cuando se cruzaron en un debate en 1994.

    – ¿Dónde nació?
    – Nací en Cerro Chato, departamento de Paysandú, lindero a Salto. Me vine a vivir a Salto con dos años. Mi padre tenía un pedacito de campo y comercio en Cerro Chato, y me encontré naciendo ayudado por las parteras de campaña a 22 leguas de Salto.

    – ¿Cómo fue la llegada de su familia a Salto?
    – Primero vino papá, compró casa, puso un negocio y después vinimos nosotros con mamá.

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    – ¿Qué se acuerda de aquellos años?
    – Comienzo a tener recuerdos a partir de mis nueve años en adelante, más o menos. Mamá tenía problemas de operación en la encía y el Dr. (Carlos) Bortagaray resolvió mandarla a Montevideo…

    – ¿Problemas en las encías?
    – Sí, había caído de un caballo y se golpeó (señala parte del rostro), y antes en campaña se hacían buches nomás. Eso fue también el por qué nos vinimos a Salto. Bortagaray la mandó a operar al Instituto de Traumatología, la operaron los mejores médicos, le llevó mucho tiempo recuperarse.

    – ¿A qué escuela fue?
    – Fui al Sagrada Familia.
    – ¿Es cierto que fue medio monaguillo?
    – No, yo no diría monaguillo. A mis nueve años para diez, mamá se iba a operar y yo quedaba como el más chico de la familia -somos tres hermanos, una fallecida- y mamá decía, “vamos a dejarlo solo”, con mi padre, entonces habló con el párroco de acá, el cura Meni, que era del sur. Todos los que estábamos en el Sagrada Familia quedamos medio como pupilos, que en ese tiempo había, nos pasaron al seminario diciendo que íbamos a seguir estudiando y quedamos ahí internados. Así fue mi ingreso al seminario, de nueve a diez años y estuve hasta los trece o catorce porque me estaba por poner la sotana, pero encontré que no tenía vocación, me querían mandar a Italia con los “curas obreros” de aquel tiempo.

    – ¿Qué hizo luego que salió del seminario?
    – Seguí estudiando porque en aquel tiempo no me dejaban cursar “historia natural”, qué cosa irónica la vida… la dábamos libre en el liceo porque no estaban habilitados los institutos religiosos. Dábamos examen de ingreso y examen libre…

    – ¿Por qué no cursó “historia natural”?
    – Porque no nos dejaban ver el cuerpo humano en el seminario, entonces dí las materias de 1º y cuando llegué a “historia natural”, lógicamente no la pude dar, entonces me quedó y cuando salgo del seminario, me inserto en Secundaria. Entré con la previa en 2º.

    – ¿Y tuvo que dar libre “historia natural”?
    – Si, exactamente.

    – ¿Y ahí vio el cuerpo humano?
    – Ya lo conocía (risas).

    – ¿Qué recuerdos tiene de su adolescencia y juventud?
    – Bueno, lógicamente salí del seminario y pasé a trabajar en el diario EL PUEBLO, en aquel tiempo era la Editorial Sarandí que era la base, porque el 50% de las acciones las tenía el clero. Me preguntaron si quería trabajar, le dije que si, pero les dije que iba a trabajar y a estudiar, entonces me mandaron a la Editorial Sarandí, aprendí el oficio de impresor y cuando salió el diario EL PUEBLO fui de los de la primera etapa. Uno de los patrones que tuve por medio de esa sociedad fue el Químico Areol Teixeira y por parte de la Iglesia era Enrique Cesio. Y ahí comienza la historia, fuimos medio periodistas, éramos comentaristas deportivos, traíamos notas para el diario. De día trabajaba en la impresora y de noche en el diario.

    – Así que estaba prácticamente todo el día en el diario.
    – Casi todo el día, si, hasta que ingresé en ANCAP, en El Espinillar, en el año 66. Me citaron para una prueba de suficiencia que daban para administración, yo ya tenía parte del liceo nocturno hecho y tenía contabilidad bancaria, todo eso ayudó y bueno, entre diez salvamos cinco la prueba e ingresamos a ANCAP como auxiliar administrativo.

    – ¿Cuándo llega la política a su vida?
    – Llega en el año 66, con la reforma de la nueva Constitución, que se intentaba pasar del Colegiado al Ejecutivo presidencialista, nosotros apoyábamos la reforma de color gris en aquel tiempo. El Dr. Hermes Pereira Machado estaba al frente de la conjunción de lo que había quedado de la UBD y votamos la reforma gris.

    – ¿Pero cómo llegó a la política?
    – Militando en las filas de la juventud, hubo un gran político para mí, de los mejores políticos que tuvo Uruguay como estadista, Eduardo Víctor Haedo, que lo conocí porque él era herrerista y mi padre era de tendencia herrerista y bueno, nos fuimos vinculando, fui a Montevideo a hablar con él, me dio ciertas orientaciones y consejos, me respaldó muchísimo en mi actividad.

    – ¿Sus padres eran blancos?
    – Papá era blanco, mamá era de la Unión Cívica.

    – ¿Con Haedo es que viene lo del “Boina Blanca”?
    – De ahí, el hombre me convenció, me dijo que iba a tener tres defectos en la política, y me los enumeró pero no se pueden decir (risas), porque el político si no soluciona los problemas le van a decir esto y si no esto otro, y bueno, el hombre me dijo una gran realidad pero como era rebelde, igual que yo cuando era muy joven, cuando debuté en la Junta era suplente y también era rebelde en la manera de trabajar, Haedo formó la “ortodoxia”, en discrepancia con la UBD porque lo dejaron afuera cuando hicieron la lista para concejal. Ahí fue cuando me contó la anécdota que era hijo de una lavandera de Soriano, hijo natural, y con mucho orgullo llevaba adelante esa condición. Se fueron juntando en la UBD aquellos que eran tres o cuatro apellidos y claro, en un momento le dijeron que no estaba en la lista, pero él tenía 80 mil votos solito, peleando, ahí le dijeron que no tenía apellido, tenía un apellido solo y él contestó que reconocía ser hijo de una lavandera de Soriano, “pero los 80 mil votos míos no van a ir para engrosar sus filas”, entonces vuelve al herrerismo, porque se había ido en discrepancia con Vinia y Gilmet que apoyaban a Herrera. Al volver al herrerismo se juntó con (Benito) Nardone.

    – ¿Por ese entonces ya había comenzado a preocuparse por los jubilados?
    – Primero fui gremialista, integré la Federación ANCAP, defendíamos el gremio, trabajábamos por las mejoras y empezamos a conformar el estudio y mi debut como edil suplente, en las elecciones del 66.

    – ¿Lo conoció a Sendic ahí?
    – Lo conocí, también a Lluveras. Trabajábamos en el gremio, luchábamos para las conquistas sociales que se buscaban en aquel momento, un gran conocimiento del hombre de la parte rural tenía Sendic, para decir la verdad, lo vi una o dos veces en algunas reuniones…

    – ¿No participó de aquellas marchas cañeras?
    – No, participé en la marcha cuando el cierre de El Espinillar que hizo Lacalle, ahí ya era edil y participé como integrante del Partido Nacional contra la decisión del gobierno del cierre de El Espinillar.

    – Trabajó muchos años por el Partido Nacional, pero termina decidiendo cambiar de opción política pasando al Frente Amplio, ¿cómo fue el momento cuando tuvo que tomar esa decisión?
    – Bueno, fue una decisión que no se tomó de golpe, fue una decisión que nosotros tomamos en vista a que habíamos hecho una serie de propuestas en la Junta Departamental sobre la asignación (familiar) doble, el monotributo ampliado, la jubilación mínima de $ 3 mil, y todo eso pasaba y se dormía en los cajones. Cada vez que íbamos a hablar nos decían que eso no se podía hacer, siempre un no, no se puede, y esa fue nuestra lucha cada vez más fuerte, todas esas cosas que se le planteó al partido, en aquel momento al Directorio, no hubo respuesta. Entonces fuimos canalizando nuestra propuesta cuando entra el Frente Amplio de la asignación doble, del monotributo, ampliación del sistema jubilatorio, de todo eso que fue planteado oportunamente y que tenemos la documentación que lo prueba.

    Recuerdo que unos años antes, durante el intento de reforma constitucional del año 94, estuvo el Pepe (Mujica) en Salto e invitó a representantes de los partidos tradicionales que quisieran debatir, nadie fue, yo era edil y fui a debatir con el Pepe. Fue un debate que terminamos en forma amistosa y yo le digo a él por qué no se queda en el partido para ayudar a cambiar las corrientes que habían, y entonces me dijo, “no lo cambiás, no lo vas a cambiar, yo quise y no pude”…

    – ¿Cuándo era secretario de Erro?
    – Seguro. Entonces, cuando me dijo eso me agrega, “es más probable que vos te vengas a las filas nuestras a que alguien de nosotros vuelva”, me lo dijo con una sabiduría bárbara, porque la lucha nuestra fue social siempre.

    – ¿Pero fue fácil esa decisión de cambiar de partido?
    – No, para esa decisión me tomé unos cuantos meses porque esperaba que el Directorio aceptara mis propuestas.

    – ¿Y cómo lo recibió el Frente Amplio?
    – A mí me recibió muy bien, el Frente en general me dio todas las posibilidades de poder seguir desarrollando los planteamientos, me dio el apoyo.

    – Usted fue muy criticado por sus anteriores compañeros políticos, se llegó a decir que usted se iba del Partido Nacional porque había negociado un cargo con el Frente. A la distancia y luego de estos años que han pasado, ¿qué dice?
    – En primer lugar, yo no podía negociar por un cargo para irme. Tengo un refrán muy claro, “vomite su espina donde comió el pescado”, si tenía que pedir un cargo era al Partido Nacional, que le arrimé en las últimas elecciones seis mil votos en las nacionales, que no es poca cosa. Y bueno, la elección la perdió, no quisieron entrar en los acuerdos que propuso el Frente como ahora propuso Mujica de conformar los entes autónomos, y bueno, se quedó afuera. Pero yo no negocié nada, me fui para defender todo lo que el Partido Nacional no nos había respondido, y la prueba está, las jubilaciones ya están alrededor de los $ 3 mil, si en aquel tiempo se hubiera cambiado, hubiera sido otra la situación para los jubilados. Y además estaban en contra del establecimiento de los Consejos de Salarios por parte de Lacalle…

    – Hace casi doce años que nos conocemos, ya en aquel entonces era esa persona que orientaba a los jubilados, a los pensionistas y a los mismos trabajadores. Con el tiempo su trabajo fue institucionalizado a través de la ONAJPU. ¿Cómo llegó a esa etapa?
    – De la misma forma en la que entré en el gremio, entré luchando por las reivindicaciones, y cuando me dijeron que había que aglutinarse en la dirigencia, bueno, me puse a conformar la dirigencia, y cuando nos dijeron que teníamos que afiliarnos a la ONAJPU, nos afiliamos. La ONAJPU aglutina a organizaciones departamentales, y ahí conformamos la Organización Salteña de Jubilados y Pensionistas, porque era necesario poder participar en la lucha, porque aún así dentro de la ONAJPU hay grupos que tienen discrepancias, o sea, unos piden $ 5 mil de jubilación mínima y otros piden 15, y eso es tema de discusión. Participar en las discusiones para ver cómo se llega a mejorar ese nivel que se está pidiendo para tener mejores jubilaciones es necesario.

    –  ¿Cómo se logra el equilibrio entre defender los derechos de los jubilados y respetar la disciplina partidaria cuando los intereses de cada uno chocan?
    – Tengo un concepto muy claro de lo que es la sociedad, hay que ubicarse, o sea, en este momento, con más razón todavía, la lucha sindical lo va a llevar al enfrentamiento con el poder político, eso es evidente. Pero vos vas a defender a tus pares, o sea, a quienes te están apoyando para que estés en el sindicato. A mí el pueblo me votó para que yo fuera edil por otro lado, pero de repente de esos que me votaron no había nadie de los que estaban en el sindicato, estaban en el otro partido o dentro de otro grupo político. Y bueno, ese enfrentamiento es propio, lo hay ahora en el orden nacional con el Pit Cnt, con Cofe, que se sabe bien que las tendencias son de izquierda y se tienen que enfrentar cuando tienen que pedir un salario de $ 15 mil, por ejemplo, como van a pedir de salario mínimo.

    – ¿Sigue siendo el Boina Blanca o es solo el Boina?
    – Para evitar la discusión, sigo siendo el Boina, que cada cual elija el color de la boina, porque si me quiere decir Boina tricolor, perfecto.
    Entrevista de
    Leonardo Silva.

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    PERFIL DE
    ARTURO BENTANCOR

    Es del signo de Acuario, no cree en el horóscopo aunque lo lee para reírse un poco. De chiquito quería ser contador público, pero la situación económica de la familia no le permitió seguir sus estudios. Es hincha de Peñarol y en Salto jugó en Universitario. Además fue fundador del “Centro Artigas”, institución deportiva dedicada al basketball que jugó en la Divisional B.

    Lo que más le gusta de la gente es el trato, mientras que lo que menos le gusta de las personas es que se “mienta en la situación, eso es lo que me molesta”. El asado es su comida preferida. Como hobby le gusta jugar al truco, cosa que no puede desarrollar ahora por la actividad política intensa que por estos días viene desarrollando.

    – ¿Es buen jugador?
    – Y… me considero un buen ligador.

    – Para jugar bien al truco también tiene que saber mentir.
    – Bueno, ahí está la cosa, soy un ligador.

    – Como político, ¿es buen jugador de truco?
    – (Piensa) No… (Risas)

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