En un país donde la cultura suele sostenerse más por vocación que por presupuesto, la escritora María Luisa De Francesco levanta una bandera necesaria: la del reconocimiento económico del trabajo artístico.
Desde su casa, entre libros y mates, la autora de Todas las Abuelas reflexiona sobre una realidad que atraviesa a escritores, músicos y docentes de todo el país: “En Uruguay, casi siempre nos piden trabajar gratis. Presentamos libros, damos charlas o talleres y muy rara vez alguien pregunta cuánto vale”.
Una voz literaria con raíz en la infancia
Nacida en Misiones, Argentina, y radicada en Uruguay desde hace más de tres décadas, De Francesco es una de las voces más reconocidas en la literatura infantil y juvenil rioplatense. Especialista en animación a la lectura y escritura, estudió en México, España y Argentina, y es egresada de la Cátedra Juana de Ibarbourou de la Biblioteca Nacional en Literatura para Niños y Jóvenes.
Ha publicado numerosos títulos en Uruguay, Argentina y Colombia, ha sido premiada en concursos nacionales y su obra figura en portales como Leeme un Cuento y Encuentos.com. Más allá de los premios, su verdadero mérito está en haber acercado generaciones de lectores a la palabra poética, combinando la escritura con la mediación cultural y educativa.
Su más reciente libro, Todas las Abuelas (Editorial Vuelta a Casa, La Plata), rescata la memoria de las mujeres inmigrantes y las tramas afectivas que sostienen a las familias. Con ternura y lucidez, la autora convierte la figura de la abuela en un símbolo de resistencia y transmisión: “Las abuelas son la primera biblioteca que conocimos”, ha dicho en más de una ocasión.
Aranceles: una conquista histórica
La Casa de los Escritores del Uruguay logró recientemente que la Intendencia de Montevideo reconociera oficialmente los aranceles de escritores para contrataciones, presentaciones y talleres.
El documento, publicado en el portal institucional, fija montos de referencia para lecturas, conferencias, recitales o talleres literarios, marcando un antes y un después en la valoración del trabajo intelectual.
Para De Francesco, este paso representa “un avance histórico, aunque simbólico todavía”:
“Es la primera vez que se arancelan esas tareas. Llevamos un atraso de siglos. Tal vez muchos no lo paguen, pero al menos ahora existe un marco. Podemos decir ‘esto vale tanto’ y eso ya cambia la conversación”.
El planteo habla de dignidad profesional, de poder sostener la formación y el intercambio que una vida literaria requiere. “Si las y los escritores seguimos trabajando gratis, no hay forma de crecer. Nadie puede pagarse estudios, congresos o viajes sin recursos. Y sin eso, te quedás en lo mismo”, afirma.
Salto y Paysandú: un territorio cultural compartido
Radicada desde hace años en el Litoral Norte, María Luisa De Francesco fue una de las impulsoras del proyecto de Biblioheladeras, iniciativa del Plan Nacional de Lectura creada en 2017 con el propósito de llevar los libros a los espacios públicos y democratizar el acceso a la lectura.
“Comenzamos en 2018 —explica— junto a la referente de Paysandú: ella en su localidad y yo en Salto. Cuando me jubilé, dejé cuatro biblioheladeras inauguradas. En Paysandú ya había muchas más, porque la gente se apropió del proyecto.”
Las biblioheladeras, viejas heladeras recicladas y transformadas en pequeñas bibliotecas populares, se colocaron principalmente en barrios alejados del centro, donde sus habitantes no tenían un acceso cotidiano a las bibliotecas tradicionales ni a las librerías. De Francesco subraya que ese gesto simple —abrir una puerta y encontrar un libro— tuvo un enorme valor simbólico y educativo: “La lectura llegó a los barrios, a la vereda, al banco de la plaza; llegó a donde antes no llegaba”.
Hoy, sin apoyo institucional ni subvenciones, Paysandú mantiene más de 40 biblioheladeras activas, mientras que en Salto el proyecto fue desmantelado. “No he visto ninguna más”, lamenta la escritora.
Esa diferencia, sin embargo, no marca una fractura, sino un desafío común: reconstruir una red cultural verdaderamente regional.
“Salto y Paysandú siempre estuvieron unidos por la palabra —dice De Francesco—. Nos separan unos kilómetros, pero nos une la misma necesidad de contar y escucharnos.”
Una presentación con acento regional
La presentación de Todas las Abuelas será el jueves 7 de noviembre a las 19 horas, en Leandro Gómez 1120, a media cuadra de 19 de Abril y muy cerca del Teatro Florencio Sánchez de Paysandú. Acompañarán a la autora los escritores Andrés Irasoqui y Mabel D’Agostini, junto a músicos locales que ofrecerán sorpresas al cierre.
El evento, más que una presentación, busca ser un encuentro entre generaciones: una celebración de la memoria, la lectura y la identidad del litoral uruguayo.
Política cultural en clave de género
En su discurso se filtra otra dimensión política: la de género. Así como las abuelas de su libro sostienen el tejido familiar sin reconocimiento, las mujeres creadoras —escritoras, docentes, narradoras— sostienen buena parte de la cultura nacional sin retribución.
“Nos piden hacerlo por amor al arte —reflexiona—. Pero el amor también necesita dignidad”.
Su posición se enmarca en una discusión mayor sobre el papel de las mujeres en la economía del cuidado y en la producción cultural. Ponerle un precio justo a la palabra, sostiene, es también reivindicar el trabajo intelectual femenino como trabajo real.
Una voz necesaria
En tiempos en que la cultura se reduce al espectáculo o al voluntarismo, María Luisa De Francesco defiende la dimensión social del arte. Su voz, arraigada en la infancia y en la experiencia de la lectura compartida, recuerda que escribir es también un acto político: crear comunidad, cuidar la lengua y sostener la memoria.
Con la serenidad de quien ha hecho del oficio una forma de vida, se despide con humor:
“Bueno, te dejo, porque además de escritora, cocino”, Una despedida sencilla que, resume su manera de entender la literatura: trabajo, entrega y con sabor de vida cotidiana.









