¡POR FIN! Se sabe, porque es casi una ley no escrita, que una noticia más importante y de último momento terminará por opacar la que se venía tratando. Me imagino que el pensamiento de la gente de Salto Grande ha de ser unánime en pensar “¡por fin! ¡Era hora!”. Cómo sería la cosa que ni lo de Penadés había logrado hacer dar vuelta la página y la oposición y gobierno (hasta eso se había logrado, que todos los astros se alineasen y de ambos lados pidieran lo mismo) continuaban fustigando particularmente al Partido Nacional y al hoy excanciller Bustillo por lo timorato y la poca bolilla que los suyos le daban a su pedido de renunciar a Salto Grande.
Pues bien, increíblemente la noticia debía llegar desde la misma Cancillería para darle un respiro a Salto Grande (que para colmo de males, todo el mundo veía a la represa por la crecida del río y les impedía que el tema se fuese de sus mentes. Era como una maldición).
Pues bien, llegó esa gran noticia que al menos por un tiempo los sacará de los grandes titulares de todos los medios, lo que también es cierto es que un nuevo escándalo pone al gobierno en el ojo de la tormenta…
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PREOCUPACIÓN. Lo sucedido en el caso Marset y sus derivaciones de la última semana nos debe llevar a todos a la reflexión. El viernes escuchaba en un programa televisivo capitalino a la Senadora frenteamplista Silvia Nane quien decía que se trataba de algo gravísimo pues se constataba a la vista de todo el mundo que por primera vez desde el Poder Ejecutivo se iba a mentir al Parlamento cuando se lo convocaba a responder preguntas de los legisladores que ejercían su función de controlar y se preguntaba qué sentido tenía seguir convocando al parlamento al gobierno para informar de determinados temas si ahora uno quedaba en la duda si le estaban diciendo la verdad o les volvían a mentir.
Sumado a que la mentira que se dijo en plena doble interpelación (Cancillería y Ministerio del Interior) por el caso Marset había sido pergeñada con alevosía en el mismo piso de Torre Ejecutiva donde el Presidente de la República tiene su despacho, ya no en el cuarto donde se llegó a decir que el Presidente no tenía por qué saber qué pasaba siete pisos debajo de su despacho en el caso Astesiano.
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NARCOS. Esto nos lleva a preguntar, junto a varios analistas y periodistas que han hecho pública su preocupación, qué tan hondo ha penetrado el narcotráfico en las distintas líneas del Estado uruguayo, qué tan permeables son los gobiernos, los partidos políticos, nuestros gobernantes…
Confieso que sólo hacer esa pregunta genera un panorama impactante y sombrío para el presente, pero sobre todo, para el futuro que tenemos por delante, justamente en vísperas del inicio de un nuevo proceso electoral, lo que hace que urja la aprobación de una ley de financiamiento de los partidos políticos, porque hoy no solo la transparencia sino también la credibilidad del gobierno que está y del que vendrá quedarán legítimamente en tela de juicio por la ciudadanía.
Hasta la semana que viene…