PROCESO.
Muchas amistades que han podido viajar en estos días a otros lugares, y sin necesidad de hacer apología de ningún tipo, hablan que comparan lo que ven con el lugar dónde vivimos, notando ciertas diferencias. Que la limpieza de las calles y de los espacios públicos, que el buen mantenimiento de los mismos, que veredas con todas las baldosas y sin problema con las raíces de los árboles, que lo bien cuidada que se encuentra la rambla o costanera (según dónde se esté), que la cantidad de actividades que hay, etcétera.
Concretamente, algunos amigos viajaron este fin de semana a la vecina ciudad de Paysandú para participar de la Cata Nacional del Tomate en su tercera edición. Es decir, se trata de algo bastante nuevo, demostrando originalidad y emprendedurismo en la propuesta. El carnaval ya comienza a vivirse a pleno en el resto del país y se habla de los desfiles de Artigas y de las Llamadas de Durazno con una organización que deslumbra.
Lo que se comenta es para comparar y ver lo lejos que estamos de muchas cosas, incluso dentro de nuestro propio país, pero no con el afán de criticar por criticar sino con la idea de aportar y sumar. Lo importante es que con algo de autocrítica el gobierno terminó por reconocer que el camino que se estaba siguiendo estaba terminando de matar el carnaval en Salto, con cada vez menos murgas, comparsas de candombe y de samba, donde el brillo era opacado por la oscuridad de una avenida triste y gris donde se había trasladado los desfiles de carnaval. Reconocer que estábamos perdiendo, fue un primer paso.
Se “privatizó” (ponele) el carnaval, y con buenas intenciones e ideas que habían sido probadas con éxito en otro tiempo se empezó a trabajar para sacar a flote algo que se venía hundiendo, incluso en el respaldo popular. Está costando más de lo que se pensaba, porque una vez que la gente se fue, hay que convencerla con argumentos para que retorne a la fiesta popular que fue, sobre todo aquella parte de la ciudadanía que no tiene recursos para viajar a otros departamentos o incluso, cruzar a los desfiles de carnaval de Concordia o de Gualeguaychú, donde suelen marchar unos cuantos salteños disfrutando además por poca plata de un bello y colorido espectáculo.
Toda competencia es buena siempre porque motiva a trabajar para mejorar. En este caso, podríamos decir que ha comenzado un proceso de recuperación que no traerá todas las soluciones ni respuestas de un día para el otro, pero se está trabajando. Lo ideal sería que con la práctica del “ensayo y error” se vayan corrigiendo aquellos aspectos que estuvieron mal en el desfile inaugural y paso a paso ir demostrando que se irá mejorando.
En el orden urbanístico, ya que nuestro Intendente está bastante salidor a otras ciudades, estaría bueno que también compare con lo que tenemos en Salto y que eso lleve a ir mejorando la calidad de vida de los salteños. Cuando los contribuyentes pagamos nuestros impuestos municipales es para recibir algo a cambio, comenzando por un buen ABC. Por ejemplo, a todos nos cobran la tasa de recolección y barrido, pero no todos los barrios tenemos barrido. En ese caso pagamos por un servicio que tenemos que hacer nosotros.
Uno se acostumbra a no tener arreglo de semáforos o de alumbrado público los fines de semana cuando se rompen, y no debiera ser así. Lo mismo con el servicio de ómnibus de pasajeros los fines de semana, que en cualquier ciudad se reducen las líneas que circulan, pero circulan. En fin, vemos que en algunos temas se está en proceso de tratar de mejorar, ojalá se logre y se extienda a más rubros. Dicen que las comparaciones son odiosas, pero en algunos casos, son necesarias, porque es la única forma de corregir lo que está mal.
Hasta la semana que viene…
Por: Leonardo Silva