Edición Año XVIII N° 944, lunes 22 de diciembre de 2025
COTIDIANEIDADES. Ayer comí mi primer pan dulce, a diez días de terminar el año y, sin embargo, cada año que pasa he podido discernir entre los panes con mucha y con poca fruta seca, para mí, base esencial de cada pan dulce.
Pero mi mente voló, y recordé cuando era niño, no había forma que pudiera gustarme la fruta seca, “eso nos pasa a todos cuando somos niños”, me dijo un contemporáneo. Es verdad, recuerdo que había ciertos alimentos que no había forma que pudiera ingerir, al menos voluntariamente. Entre ellos estaba el tomate, la sopa y poca cosa más.
De todas maneras, creo que lo de la sopa era por sentirme empático a la causa de Mafalda, por esa razón mi madre siempre tenía un as bajo su manga. Con la sopa, no solo venía el puchero sino las clásicas verduras con las que terminaba haciendo el más exquisito de los purés. Entonces, ella ponía un platito con puré al lado de mi sopa, y me decía, “cada dos cucharadas de sopa, un poco de puré”, y así lograba que me tomara toda la sopa.
El pan dulce me gustaba, pero por contradictorio que pareciera, era imposible comerlo con la fruta seca. Así que, en un trabajo extremadamente paciente, a cada trozo de pan dulce que me servían, me dedicaba a apartar en otro platito la fruta seca, que mis padres comían con sumo agrado. Nada se desperdiciaba. Al final, comía solo la masa de pan dulce con un vaso de leche bien fría. Siento que no debería estar tan equivocado en mis gustos en aquellos años ya que he comenzado a ver a grandes empresas gastronómicas presentando pan dulce sustituyendo los frutos secos con dulce de leche.
Pero con el tiempo no solo han aparecido mis canas, sino que mis gustos gastronómicos han ido mutando, al extremo que hoy no concibo una ensalada que no tenga tomate, y devoro con placer el pan dulce que hoy catalogo como bueno o malo de acuerdo con la cantidad de frutas secas que tenga. Más que las vueltas de la vida, es crecer.
*
NOCHE DE PAZ Y COMPRAS. En apenas dos días estaremos en vísperas de Nochebuena, previo a la llegada de la Navidad, lo que no es otra cosa que el reencuentro con la familia y amistades luego de un año de mucho trabajo.
Los números dicen que vivimos en uno de los departamentos con mayores problemas laborales y sociales de los que se encuentran al norte del río Negro, sin embargo, este domingo la gente salió a hacer compras. Los supermercados estuvieron llenos desde que abrieron temprano hasta pasado el mediodía. En estas horas, el microcentro y la Zona Este desbordarán con la llegada de mucha gente haciendo la compra de los regalos que le faltan.
“Si hay pobreza, que no se note”, por lo que imagino que los negocios que prestan dinero o las tarjetas que algunas empresas de intermediación financiera han entregado a diestra y siniestra, han debido correr bastante en estas horas por los distintos negocios. Ya vendrán luego de Reyes los balances de los comercios para conocer cómo anduvieron en ventas este año, pensando más en el trabajo de los salteños que en las posibles ganancias de empresarios y comerciantes, quienes deben convivir en este círculo virtuoso de nuestra economía interna.
Así que no solo se trata de recibir al Niño Jesús en nuestros corazones, se trata también de consumismo liso y llano que tiende a dejar a todos con una amplia sonrisa y la panza llena.
Hasta la semana que viene… y tilo pa’la barra!





