Edición Año XVIII N° 919, lunes 23 de junio de 2025
DOMINÓ. Es verdad, no hay con qué darle. Todos vamos cayendo como si fuéramos aquellas piezas de dominó paradas para provocar ese efecto de caída tan lindo de ver. Eso parecemos nosotros, fichas de dominó, no hay quién zafe de la gripe.
Todos caemos, quiénes se vacunan y quiénes no se vacunan, claro que para los primeros seguramente sea más leve, pero lo cierto es que este bichito cada vez viene más reforzado. Me hace acordar a “Popeye, el marino”, cuando comía sus clásicas espinacas en lata cobrando una súper fuerza que lo volvía imbatible. Así está este virus en cualquier de sus variantes.
El viernes me enteraba de una nueva cepa del omicrón proveniente de China (dejen de tomar sopa!!!!) que se las trae, pero que de todas maneras, y no por querer sonar a nostálgico, nada tendrá que ver con la pandemia de 2019 (origen, aproximadamente), 2020 (expansión mundial), como esa ya no habrá otra relacionada con el mismo bichito, porque además, ya a nivel mundial el efecto rebaño nos protege (ponele) de las distintas mutaciones que puedan alcanzarnos de ese virus.
Lo cierto es que hoy nos damos cuenta lo felices qué éramos cuando todos usábamos tapabocas. El virus había dejado de trasladarse de organismo en organismo, estábamos muchos más sanos, salvo si caímos con el covicho. Pero ahora tenemos que soportar, para no sonar ni indiferente ni mala persona, que nos tosan o estornuden (algo realmente asqueroso) en la nunca mientras hacemos la cola en el centro de pagos o en el súper. Ahí, contagio asegurado de alguna porquería, que luego nos tiene no menos de dos semanas entre picos de fiebre, tos y estornudos, flema de por medio.
Y donde uno solo caiga en la familia, solo será cuestión de tiempo para que el resto vaya cayendo de a uno, como fichas de dominó.
*
DISMISTIFICAR. Trabajando para EL PUEBLO, la semana pasada conocí por una nota que tuve que hacer para nuestro Informe Dominical, al Jefe de la Brigada de Tránsito de la Jefatura de Policía de Salto, el Oficial Principal Álvaro Telechea, quien aportó, entre otros datos muy interesantes, uno que me hizo sentir como un monstruo discriminador. Es más, se lo dije, aunque de una manera bastante diplomática, porque tampoco se trataba de auto someterme al escarnio público. Veamos.
“Acaba de hacer caer un mito”, le dije, y cruzamos miradas cómplices en silencio, o al menos eso me pareció.
Lo cierto es que Telechea acababa de hacer mención a la siniestralidad en el tránsito de Salto por sexo. Telechea dijo en ese momento, y cito, “el resultado en la muestra de 1093 siniestros arrojó que 751 correspondieron al sexo masculino y 341 al sexo femenino, o sea que el protagonista masculino en los siniestros ocupa casi el doble que el femenino”.
Yo estaba equivocado (y sinceramente creo que no estaba solo en ésta). Siempre que algún vehículo hacía una mala maniobra en el tránsito surgía mi instinto discriminador, “debe estar conduciendo una mujer”, me decía, es que con los vidrios polarizados que ahora todos usan, era imposible saber la verdad.
De todas maneras, asumo mi error, pido las disculpas del caso, y me ahorro así un presupuesto en terapia al reconocer que los varones somos peores conductores. Como decía un expresidente, “datos, no relatos”.
Hasta la semana que viene y tilo pa’la barra…