Edición Año XVII N° 887, lunes 11 de noviembre de 2024
REMEMBRANZAS. El periodismo tiene algo de mágico porque nos permite conocer gente que se destaca en distintos rubros, lo que al charlar con ellos en una nota que hacemos para el diario, nos lleva a ensanchar nuestros escasos conocimientos sobre temas que sinceramente nunca pensamos que terminaríamos profundizando.
Pero también, como sucede en nuestro caso en la sección Al Dorso que se publica los días martes y donde se busca conocer aspectos más íntimos y familiares de referentes de nuestra sociedad, nos permite preguntarles sobre aquellos primeros años de sus vidas. Y en ese sentido, no ha dejado de suceder que en cada ocasión uno mismo se ha permitido volar imaginariamente hasta aquellos años en que era niño o adolescente donde nos juntábamos con la barra de amigos que había en el barrio para jugar, fuese en la plaza de deportes o en el campito más cercano. Una infancia muy sana, donde el contacto personal terminaba sellando una gran amistad que pese a la distancia en el tiempo, aún perdura en la mayoría de los casos.
Ese hermoso estado medio contradictorio entre melancólico y alegre es el que nos queda luego de cada entrevista, y que luego al desgravarla y trabajarla para su publicación, volvemos a recrear aquellos tiempos que ya no volverán, ni en nosotros, por obvias razones, ni en quienes hoy son niños y adolescentes, quienes producto de la tecnología han preferido mantener contactos más impersonales y a distancia a través de las diferentes herramientas de comunicación que les brindan estos celulares inteligentes.
Tengo claro que si se puede elegir, yo seguiré eligiendo lo vivido, por más tentador que sea este Siglo XXI con sus aparatos modernos, pero las actuales generaciones no dejan de tener sus propias experiencias pero en un nivel más tecnológico. No somos los mejores ni ellos la peor generación, somos distintos, cada cual en lo suyo, porque así como nuestra generación disfrutó de su tiempo, la actual disfruta a su manera del tiempo de hoy.
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DAYMÁN. Este domingo visité el parque municipal termal de Daymán, el día acompañó. Hacía tiempo que no iba, y la verdad sea dicha, lo encontré igual de limpio y con un hermoso jardín de flores que acompaña todo el paseo, con piscinas con agua cristalina y limpias, a la temperatura exacta y con un adecuado servicio de guardavidas que está atento a su trabajo.
La gente también acompañó. Si bien fuimos a primera hora de la mañana, no dejó de ingresar al parque constantes oleadas de familias enteras que llegaban en todo momento con sus sillas, conservadoras y bolsos, imaginándome que aprovecharían el domingo para disfrutar del descanso y relax que nos ofrecen nuestras termas hasta entrada la tardecita. Personas de todas las edades y tamaños, un disfrute en todo sentido, y por lo que pude enterarme, el sábado ocurrió lo mismo.
El comentario crítico también estuvo, pero en una buena para sumar, con esa idea que volvemos a trasladar de la inquietud de muchos vecinos que siguen viendo como algo a corregir, y me refiero a la necesidad de reabrir el parque termal los días miércoles, así se tiene la semana completa para que siga el disfrute de todas las familias, locatarias y visitantes, más que nada pensando en las vacaciones y en las tradicionales fiestas que ya están a la vuelta de la esquina.
Hasta la semana que viene… y tilo pa’la barra!
