Edición Año XVI N° 850, lunes 26 de febrero de 2024
INSOSLAYABLE. Es inevitable referirnos al episodio ocurrido en el acto de inauguración de las obras de remodelación del aeropuerto de Nueva Hespérides, porque eso nos pinta tal cual somos los uruguayos.
Si bien el Intendente Andrés Lima hizo un planteo legítimo y de manera correcta frente al principal mandatario de nuestro país, quizás lo hizo desde una actitud y con un tono de campaña electoral aprovechando la tribuna que le dieron; pero también hay que decir que tampoco se trataba de un acto del partido político del Presidente Luis Lacalle Pou, por lo que algún grito, también correcto, dirigido por un alto jerarca del gobierno nacional y algunos aplausos destemplados al momento de la oratoria del Ministro de Defensa y del propio Presidente, terminó desvirtuando la jornada de fiesta que se estaba viviendo.
Luego quedaron caras largas, de un lado y del otro, sobre todo luego del duro cruce entre el Presidente de los uruguayos con el Intendente de los salteños luego de su discurso cuando estaban ambos sentados y solo quienes estábamos frente a ellos pudimos ser mudos testigos de algo que pocos vieron.
Ya hay antecedentes en que el Presidente suele increpar a cualquiera que protocolarmente se encuentre debajo de su investidura cuando no le gusta algo. El Intendente de Canelones Yamandú Orsi recibió atónito un reto político por el tono de su discurso de campaña por el mismo Lacalle de visita en su departamento, algo que claramente lo tomó desprevenido porque fue viral la falta de respuesta de Orsi en su momento.
Lima, sabiendo que eso podría pasar, escuchó primero al Presidente y el tono debió ser fuerte porque le cambió la cara y empezó a responderle. Debió intervenir el empresario que se encontraba sentado en medio de ambos mandatarios quien, sin tener arte ni parte de ambas posturas, sentía que su fiesta se le iba de las manos.
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RECAPITULEMOS. Si de libertad de expresión hablamos, es una cosa. Si hablamos de oportunidades para hablar de ciertos temas, si no se hace en el tono acorde al momento, es otra muy distinta.
Seguramente el Intendente Lima bien que podría haber utilizado otra manera de expresarse en su legítimo reclamo al gobierno nacional aprovechando la visita de su principal referente y teniendo a todas las cámaras de los principales medios nacionales a su disposición. Pero, está claro, el golpe de efecto que buscaba el Intendente no habría sido el mismo. En ese sentido, Lima volvió a hacerlo.
Ahora bien, todos tenemos claro que es muy difícil, no imposible pero difícil al fin, que su reclamo público no caiga en saco roto, al menos mientras la relación de poder nacional y departamental continúe de la misma manera.
Ahora bien, seríamos injustos si no recordásemos también que en el primer período del Intendente Lima, cuando gobernaba a nivel nacional su misma fuerza política, la llegada de inversión pública a Salto fue muy menor al costo de remodelación del aeropuerto inaugurado esta semana. Las cosas como son.
Hasta la semana que viene…
