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sábado, febrero 22, 2025
Columnas De Opinión

Apuntes en borrador

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CONTINUACIÓN… seguimos delineando estos primeros apuntes que no son más que un borrador de una historia que venimos escribiendo cada lunes desde esta columna.


VEINTICINCO. (Así terminábamos la semana pasada).

Tomó su celular, vio que los mensajes venían de un número desconocido. Al abrir lo que estaba recibiendo vio que eran fotos de expedientes del Hospital con recientes decesos de pacientes, todos con el mismo síntoma, «paro cardiorrespiratorio», todos con la firma de Ezquerra. «Por fin una victoria», pensó. El estado de ánimo del periodista había cambiado. Era hora de verse nuevamente cara a cara con el Director de Salud y llegar al fondo de la cuestión… pero entonces vio el nombre de la menor desaparecida y el mundo se le vino encima.

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Unos minutos en el futuro…

Su mente echó a volar a las últimas semanas antes de verse envuelto en este caso del virus asesino. No dejaba de ver su amplia sonrisa angelical y esos ojitos vidriosos, mezcla de ansiedad con alegría ante el reencuentro luego de la semana de vacaciones que habían tenido en el jardín, con su nombre grabado en su tuniquita con un fuerte color rojo sobre fondo rosado, Rosarito, la mejor amiguita de su nieta.

Qué alegría tenían las niñas cuando se reencontraron después de esa semana en la que su amiguita había aprovechado para viajar con su padre a la capital y visitar el Parque Rodó que seguía brindando diversiones a la gente menuda después de tantos años. Una chiquita de tan solo cinco añitos, de padres separados y quienes trataban que eso pesara lo menos posible a Rosarito. Aún Báez recordaba esa hermosa sonrisa cuando la vio al acompañar a su nieta al jardín al regreso de las vacaciones.

Los ojos perdidos del veterano periodista mirando sin mirar por la ventana que daba al patio de la redacción del diario cambiaron cuando esos recuerdos lo trajeron nuevamente al presente y volvió a leer el nombre de esa niña en el parte policial solicitando la colaboración de la población para poder encontrarla. Parecía ser que en un momento de distracción y con tanta gente amontonada a la salida del turno del jardín, pese a los protocolos de distanciamiento, alguien, nadie sabía a ciencia cierta quién, la tomó de la mano y se la llevó. Cuando apareció la madre y al ver que su hija no salía, ingresó al jardín para ver qué había pasado, pensando que quizás se había quedado en la clase con la maestra por alguna circunstancia, pero al notar su ausencia, inmediatamente dieron cuenta a la policía, quien actuó rápidamente, pero sin obtener ningún resultado.

Un sudor frío recorrió por la espalda del periodista que había visto o vivido en tantos años todo tipo de situaciones, pero nunca dejaba de molestarlo cuando eran niños los protagonistas de la noticia. El solo imaginar que podía haber sido su nieta…

Un mensaje lo sacó de su meditación, «¿viene?», era Ezquerra.

(Hasta la semana que viene…)

Por: Leonardo Silva

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