CONTINUACIÓN… seguimos delineando estos primeros apuntes que no son más que un borrador de una historia que venimos escribiendo cada lunes desde esta columna.
VEINTICUATRO. (Así terminábamos la semana pasada).
El ringtone de su celular volvió a sonar indicando que ingresaba un nuevo mensaje, «nos vemos en media hora en mi oficina». Era Ezquerra.
Unos minutos en el futuro…
A la salida de la reunión en la Dirección del Hospital el periodista había recibido dos mensajes. Uno anónimo diciéndole que pronto recibiría noticias sin saber qué podía significar eso pues podía tratarse del caso que estaba investigando o de cualquier otra cosa; y el segundo mensaje era de Ezquerra, el Director Departamental de Salud. Todo hacía parecer que había tocado alguna fibra invisible y eso le gustaba, pero a la vez le molestaba porque seguía sin saber qué fibra había tocado.
El periodista iba caminando cansinamente hasta la redacción de su periódico, se cuidaba de ir escudado del sol con las sombras de las copas de los árboles. Decidió dedicar el resto del día solo a tareas cotidianas del diario. Decidió no ir a la reunión con Ezquerra, si algo había pasado en aquella reunión de la que acababa de salir, era mejor que el tiempo ayudara a madurarlo, como una vez le enseñó un destacado dirigente político, «nunca apures el fuego, si no el asado te va a quedar muy seco y crocante». Quién diría, pero a Báez justamente le gustaba así el asado, «suela de zapato».
Cuando llegó a la redacción, el tema sobre la mesa que tenía en la carpeta de pendientes tenía que ver con una nueva desaparición de una menor de su hogar. Nuevamente las mismas características que los anteriores casos, su mente recordó inmediatamente lo que le dijera una importante abogada abocada a los Derechos Humanos, «muchas veces esas denuncias de desapariciones están relacionadas con la trata de personas, por eso hay que hacer las denuncias de manera rápida». Desde entonces, no dejaba de hacerle ruido cuando la familia de la menor se tomaba varios días para hacer la denuncia.
En la ciudad no solo desaparecían niñas y adolescentes, también faltaban de sus hogares adultos mayores. En el sitio web del Ministerio del Interior hay una sección donde se publican fotos de personas desaparecidas. La última vez que se fijó la cifra no bajaba de 200 fotos…
Pero su pensamiento fue interrumpido por el ringtone de su celular, parecía haberse vuelto loco o era que estaba recibiendo muchos mensajes, uno detrás del otro. Tomó su celular, vio que los mensajes venían de un número desconocido. Al abrir lo que estaba recibiendo vio que eran fotos de expedientes del Hospital con recientes decesos de pacientes, todo con el mismo síntoma, «paro cardiorrespiratorio», todos con la firma de Ezquerra.
«Por fin una victoria», pensó. El estado de ánimo del periodista había cambiado. Era hora de verse nuevamente cara a cara con el Director de Salud y llegar al fondo de la cuestión… pero entonces vio el nombre de la menor desaparecida y el mundo se le vino encima.
(Hasta la semana que viene…)
Por: Leonardo Silva
