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miércoles, diciembre 31, 2025
Columnas De Opinión
Gustavo Boksar Cámpora
Gustavo Boksar Cámporahttps://elpueblodigital.uy
Director de la 3ra época de Diario EL PUEBLO, responsable de desarrollo informático en el Instituto Nacional de Donación y Trasplantes de Células, Tejidos y Órganos de Uruguay. Profesional independiente en el área de las tecnologías de la Información y especialización en servicios web con seguridad avanzada para documentación electrónica.

Año nuevo: el cansancio que vale la pena y la esperanza que empuja

El cierre de un año trae un cansancio lleno de sentido y la fuerza de empezar de nuevo. Año nuevo es esperanza, aprendizaje y metas renovadas.

El año llega a su final con una sensación particular, difícil de explicar pero fácil de reconocer. Es un cansancio distinto, un cansancio lindo. No es solo agotamiento: es la huella de lo vivido, del esfuerzo sostenido, de los días largos y de las metas perseguidas con convicción. Es el cansancio que aparece cuando sabemos que dimos lo mejor que teníamos, aun cuando no todo salió como esperábamos.

Cerrar un año es, inevitablemente, hacer balance. Repasar logros grandes y pequeños, reconocer avances que a veces pasaron desapercibidos en la vorágine cotidiana, y aceptar que hubo tropiezos. Obstáculos que dolieron, decisiones que no salieron bien, caminos que hubo que corregir sobre la marcha. Pero también allí hay valor. Porque cada error deja una enseñanza y cada caída, si se la mira con honestidad, puede convertirse en aprendizaje.

El año nuevo no llega como una página en blanco absoluta. Llega cargado de historia, de experiencia y de memoria. Y en eso radica su fuerza. No empezamos de cero: empezamos con más herramientas, con más claridad sobre lo que queremos y, también, sobre lo que no queremos repetir. Todo cierre es, al mismo tiempo, un nuevo comienzo. Una oportunidad para redefinir objetivos, ajustar rumbos y renovar compromisos.

Hay una energía especial en el inicio de un nuevo ciclo. Una esperanza que no es ingenua, sino construida. La esperanza de saber que siempre es posible mejorar, volver a intentar, animarse otra vez. Que los sueños no se vencen con el calendario y que las metas pueden actualizarse sin perder esencia.

El desafío está en no dejar esa energía solo en el brindis de medianoche. En transformarla en constancia, en pequeños pasos diarios, en decisiones coherentes con lo que deseamos construir. El entusiasmo inicial necesita del trabajo silencioso que viene después, ese que no siempre se ve, pero que sostiene los cambios reales.

Que el año que comienza nos encuentre cansados, sí, pero satisfechos. Con la tranquilidad de haber hecho camino y con la esperanza intacta de seguir haciéndolo. Que sepamos mirar atrás sin rencor y hacia adelante sin miedo. Porque cada nuevo año no es solo una fecha: es la posibilidad concreta de seguir creciendo. Y eso, aun en medio de las dificultades, siempre merece ser celebrado.

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