
Sandra Cancela, oriunda de Artigas, y Ricardo Fernández, de Salto, encontraron en nuestra ciudad el lugar donde sus hijos crecieron y donde nació Grupo Ámbar. Con shows vibrantes y una academia que forma nuevas generaciones, esta familia demuestra que la música puede ser principio, puente y camino.
RAÍCES DIVERSAS, UN MISMO SUEÑO
La historia de Ámbar comienza con un encuentro del camino. Sandra Cancela, nacida en Artigas, trae consigo la impronta de una tierra fronteriza marcada por la mezcla cultural y la fuerza popular de la música. Ricardo Fernández, oriundo de Salto, aporta la tradición y el espíritu musical que han acompañado la vida de este departamento.
El destino y la música, los unió y de esa unión nacieron, Lucas, el mayor y Mateo el menor, y también nació Ámbar. Primero fue el dúo Ambar, pero hoy, con el paso del tiempo, se asienta el proyecto, esas raíces se fundieron en una propuesta única: un grupo musical y una academia que hacen de la música un estilo de vida.
EL ESCENARIO Y EL AULA, DOS CARAS DE UNA MISMA PASIÓN
Ámbar se presenta como grupo musical en festivales, eventos y celebraciones, interpretando un repertorio variado que incluye: Covers de artistas internacionales, Pop fresco y actual, Música latina que invita al baile, Hits de moda que conectan con las nuevas generaciones, y clásicos de la música que nunca pasan de moda y que en un festival o en un recital lo van mechando con temas de moda y logran el mágico encanto de seducir multitudes.
Pero también es academia, un espacio donde niños, jóvenes y adultos aprenden guitarra, canto y otros instrumentos. Allí, Sandra y Ricardo transmiten disciplina, sensibilidad y pasión, formando músicos que luego enriquecen la escena cultural de Salto.
UNA FAMILIA QUE VIVE LA MÚSICA
Lo que distingue a Ámbar es su carácter familiar. Los hijos de Sandra y Ricardo (Lucas y Mateo) se integraron naturalmente al proyecto, convirtiendo cada show en una celebración compartida. La música no es solo oficio, es identidad, unión y legado. En cada acorde, en cada voz, se percibe la convicción de que la música puede ser un camino de vida. Y en cada clase, se transmite la certeza de que el arte es también una herramienta de crecimiento personal y social. Los padres sobre el escenario, los hijos en los controles técnicos y puesta en escena, y muchas veces sumando aportes músicales al espectáculo.
EL IMPACTO EN LA COMUNIDAD
La academia de Ámbar ha formado a decenas de jóvenes que hoy participan en distintos proyectos musicales. Algunos han encontrado en la enseñanza un espacio de desarrollo personal, otros han dado sus primeros pasos en escenarios locales.
Este impacto convierte a Ámbar en un agente cultural que trasciende lo artístico, no se trata solo de ofrecer espectáculos, sino de sembrar vocaciones y fortalecer el tejido cultural de Salto y la región.
LA MÚSICA FILOSOFÍA DE VIDA
La experiencia de Ámbar invita a reflexionar sobre el papel de la música en la sociedad contemporánea. Hoy en que todo está marcado por la inmediatez y el consumo rápido, proyectos como este aportan al arte, a la sociedad y a la creación de personas con sentimientos musicales, una filosofía de vida que aflora y marca la forma de ser, en este caso, de una familia y de las semillas que siembran desde la academia.
La música, entendida de esa forma, no solo entretiene, educa, une y transforma. Como decía Nietzsche, “sin música, la vida sería un error”. Ámbar encarna esa idea, mostrando que la música no es accesorio, sino esencia.
Ámbar es más que un grupo musical: es una familia que une dos departamentos del Uruguay —Artigas y Salto— en un mismo proyecto. Con cada show y cada clase, transmiten la convicción de que la música puede iluminar la vida cotidiana y dejar huellas en quienes la reciben.
En Salto, su propuesta se ha convertido en símbolo de pasión y compromiso cultural. Y en cada sonidos de un instrumento, en cada expresión de canto, late la certeza de que la música, cuando se comparte en familia, se convierte en algo distinto que trasciende generaciones y territorios, incluso, el mero hecho artístico.
En Salto se ha hecho habitual verlos actuar en algún evento, en algún recital, o festival popular, alguna fiesta familiar o empresarial. Y lo hacen con una calidez y calidad artística que los distingue mucho, por lo bien cuidado que está el espectáculo, por los pequeños detalles que luego redunda en el éxito total, al final de toda actuación.
La comunicación con el público surge en forma natural, por el dinamismo, la voz y la forma de encender la audiencia de Sandra, con una voz bien timbrada que recorre los distintos ritmos musicales con una soltura, con una expresión, una impronta que la destaca.
Ricardo, es ese sentido es más perfil bajo, pero tiene también una muy buena voz y toca en forma magnifica. Abajo, Lucas y Mateo hacen su trabajo, y todos cosechan los aplausos.
Salto tiene el privilegio de contar con muy buenos artistas, en todas las ramas del arte, y en este caso, la música, el canto, hay una serie de solistas, dúos, grupos que todas las semanas están actuando, a veces unos, a veces otros, pero la continuidad músical es un manantial – felizmente- lejos de secarse, brota con más fuerza cada vez. Y entre ellos, aportando lo suyo, el Grupo Ambar.






